En toda falsificación siempre se encuentra algo auténtico.
A este axioma se aferra el personaje de Geoffrey Rush, que atisba que frente a un gran engaño, el amor permanece verdadero, sin quebrantar.
Virgil Oldman es una persona que se muestra más cómoda entre obras de arte que entre personas.
Alguien que ama la belleza de las creaciones artísticas, que se apropia de los retratos auténticos de mujeres, falseando su actividad profesional y engañando a los propietarios sobre la falsa falsedad de los cuadros.
Su pulcritud es un acto de defensa ante la humanidad; no quiere ser dañado, ni físicamente ni emocionalmente.
Siempre ha amado a las obras de arte y mirado a los ojos a los retratos de damas desconocidas, pero nunca ha hecho lo propio con mujeres de verdad.
Ante él, de forma no tan casual, aparece la oportunidad de vivir una experiencia irreconocible, ya que encuentra a una persona como él, timorata ante el exterior, ante el contacto humano.
De la curiosidad pasa a la pasión, guiada por los consejos de alguien mucho más joven, pero con más experiencia.
Sus recelos se desvanecen ante estas personas que llenan su nueva vida, su desconfianza se suprime y nace una nueva persona, dispuesta a redimirse, a afrontar sus debilidades.
El amor le conduce a un sendero inexplorado, hacia un abismo, en que irracionalmente, quiere ver una luz, una salida hacia la que dirigirse.
La música de Ennio Morricone fluye entre las secuencias, sin hacerse protagonista como en otras grandes obras, como la maravillosa Cinema Paradiso que firma junto a su fiel Giuseppe Tornatore.

El título y el cartel son explícitos: esa horrible persona sonríe a cámara, confortada por conseguir sus propósitos.

Historia de violencia de género, atenuada por la sutiliza femenina y la antinatural docilidad masculina.

Él es un soltero empedernido, centrado en su negocio y los encuentros deportivo-festivos con sus amigos.
No es lo que quiere para su vida, aunque no tiene claro qué es lo que realmente quiere, por lo que planea un año sabático de autodescubrimiento.
Ella si sabe lo que quiere y cómo conseguirlo, aunque no está dispuesta a hacerlo sola.

A Tafdrup le gusta confrontar la corrección social con el egoísmo del individuo, analizar la relación de pareja como una lucha de naturalezas confrontadas.
En su posterior "Speak no evil", se mofa de los convencionalismos sociales, del modelo familiar tradicional, de la sostenibilidad medioambiental.
En "Una mujer horrible" se enfrenta al comportamiento en grupo con el que acontece en la intimidad, la personalidad dentro y fuera de una relación de pareja.
Muestra las diferentes personalidades de un mismo sujeto, totalmente permeable a las condiciones de su entorno.

Se ríe del hombre blandengue, que inicia un torrente de cesiones, empequeñeciendo su voluntad y fortaleciendo a la de su pareja.
Le señala cuando reacciona de forma agresiva, tras aguantar varios ataques dialécticos, ante los que no está capacitado para responder al nivel de maldad de su contraria.
Tampoco deja en buen lugar a la amistad, que se desvanece cuando se necesita.
Y se alía con la parte manipuladora, que es quien controla la situación, premia las cesiones y castiga cualquier atisbo de rebelión.

Chan-wook Park se adentra en el mercado americano con una cinta de suspense psicológico y manteniendo muchas de sus virtudes.
Mia Wasikowska encarna a una joven recién entrada en la mayoría de edad, que sufre una metamorfósis segun va entendiendo el mundo de los adultos y la realidad sobre su familia.
El film transcurrre velozmente, con la imaginación y creatividad de Park plasmada en un montaje lleno de simbolismos, que explican sólo lo necesario, dejando a sus personajes fluir.
La maldad de algunas personas, sólo puede entenderse por la propia naturaleza del ser humano, incapaz de deshacerse de ella, sólo alimentándola de manera irracional.

Nos subimos al metro con Michael Fassbender, al que acompañamos en un viaje circular, que termina igual que comienza, con la visión de un ángel que llena de esperanza a un hombre devastado por su adicción.

Un descenso a los infiernos sin billete de vuelta, en un camino del que sólo sale eventualmente cuando llega al hartazgo, pero al que vuelve de manera recurrente y cada vez de forma más turbulenta.

Su hermana es la única persona que le quiere y que él se niega a querer, mostrandose frio ante las muestras de cariño y ajeno a los lazos sanguíneos que les unen, como queriendo escapar de un horrible pasado.

Cada persona tiene plena libertad de ser como quiere ser, pero cuando la imagen que los demás tienen de uno está tan alejada de la verdadera personalidad, cuando ésta se mantiene oculta, es cuando se siente vergüenza de quien uno es.

La libertad que busca el personaje no la encuentra, no porque las personas de su entorno le opriman y agobien, sino porque él mismo se encierra voluntariamente en la cárcel del placer inmediato.

Públicamente se vanagloria de su estilo de vida, independiente y sin ataduras; expresa su extrañeza y aburrimiento ante relaciones duraderas y, aunque internamente las desea, su debilidad es más fuerte que su voluntad.

Sólo reconoce su problema cuando ve un comportamiento similar en los demás, el cual aborrece y del que se aleja física y emocionalmente.

Brandon trata de calmar a su bestia interna escuchando los preludios de J.S. Bach, interpretados por Glenn Gould.

Steve McQueen muestra su talento tras su ópera prima "Hunger", con una historia sórdida, en un Manhattan alejado de la luminosidad y del glamour cinematográfico habitual.

Thomas Vinterberg acostumbra a mostrarnos una Dinamarca alejada de una imagen de perfección social que percibimos desde fuera.

Si en Celebración desnudó las relaciones familiares, en La Caza, lo que queda al descubierto, es una sociedad preocupada hasta el extremo de la rectitud moral de cada uno de sus individuos.

Dando por hecho una verdad indemostrable, el presunto culpable se enfrenta al rechazo de toda la comunidad, en especial de quienes más cercanos a él se encontraban antes de conocer la nueva situación.

Los rumores y el miedo a la maldad humana afloran y se extienden como una epidemia, quebrando la figura estoica de enemigo público, padre separado que está en proceso de recuperar una vida junto a una nueva pareja y un hijo adolescente.

Mads Mikkelsen vuelve a interpretar un personaje sobrepasado por las circunstancias, incapaz de revertir una histeria colectiva, enfrentada a una posibilidad, más que a una persona malvada.