90 intensos minutos para reflexionar
Excelente película, social y psicológica, sobre las difíciles relaciones de pareja, y los difuminados “roles” masculino-femenino en nuestra actual sociedad, que desembocan en muchos casos en malos tratos.
La película es intensa, no es fácil, pero engancha desde los primeros minutos. Buenos Actores bien dirigidos, que superan con nota primeros planos, que incluso en momentos te hacen creer que visualizas un Documental y no una Ficción.
Expresa muy claramente como esos malos tratos que a muchos nos parecen tan lejanos, marginales y ajenos a nosotros, no son tan extraños a nuestras relaciones como creemos, la posesividad, el desprecio, la falta de autoestima, que a veces comienzan en pequeñas dosis, en la intimidad de todas las parejas, pueden, y de hecho por desgracia muchas veces terminan, en malos tratos.
Como un vaso bajo un techo con goteras, que va recogiendo gota a gota, hasta que el vaso rebosa, o el techo revienta.
Parejas de clase media alta, revestidas de “normalidad” con todas sus necesidades materiales aparentemente cubiertas, deterioran su convivencia de forma casi imperceptible para ellos mismos, y someten y se dejan someter, como algo inevitable. Malos tratos que van subiendo de tono a lo largo de su relación hasta que no encuentran salidas.
Acostumbrarse, ceder al maltratador-maltratadora para poder seguir viviendo, no conduce a ninguna solución, pero cuando estás dentro de la relación no ves salidas fáciles, y el maltratador-maltratadora se crece, y su víctima “perdona” y vuelve a ceder.
Buena película para reflexionar, sobre nuestras propias relaciones, y analizar esos desprecios con los que muchas veces nos castigamos y a los que no queremos dar importancia, esa posesividad con la que a veces dejamos sin aire a nuestra pareja, esa falta de comunicación en la que crecen los malos entendidos.
La violencia engendra violencia, y esas guerras silenciosas, luchas psicológicas de pareja, pueden terminar o crecer más rápidamente de lo que pensamos en violencia física, sobre todo en el “rol” masculino que muchas veces no ve otra salida a estas situaciones, que su imposición bruta y a veces brutal.