Digamos desde un principio que sinceramente no era para nada partidario de Rupert Everett, porque es un actor que siempre se ha movido por los círculos de la comedia lacrimógena más deprimente, y por tanto tenía serias dudas en ver esta película interpretando a mi amadísimo y admiradísimo Sherlock Holmes. Sin embargo un día me armé de valor y mi aburrimiento y yo nos dispusimos a verla. Y creedme que en estos temas no hay ninguna duda; Sherlock Holmes es un personaje que nunca miente, no tiene trampa ni cartón, o lo haces bien, o mejor que te escondas posteriormente debajo de una piedra bien grande para que nadie te vea. En este caso, ha sido IMPRESIONANTE. Todavía sigo en shock observando a un Everett con una capacidad actoral estratosférica, mirando a la cámara en un primer plano y diciendo con una profundidad nunca vista en sus ojos: "no tengas ninguna duda, soy Sherlock Holmes, porque soy un gran actor, y aunque no hayas dado en tu vida un duro por mi, te lo voy a demostrar". Simplemente puedo decir que era el retrato de Sherlock Holmes que yo me imaginaba mientras leia los libros de Conan Doyle: un auténtico caballero inglés, que hace gala de una inteligencia suma acogiéndose a métodos hipotético deductivos y a una ironía con un tono soberbio, que lo hacen interesante, que digo interesante, IMPRESCINDIBLE!!!.
Ojala esto no sea fruto de una única película y podamos disfrutar toda la vida de este Rupert Everett ENORME, comiéndose la pantalla en trocitos tan pequeños que sólo nos quede hacer una larga reverencia y mantener su imagen de Holmes en nuestra retina, para perdonarle todos sus pecados anteriores.

Tenemos todo bastante claro que esta no es ni de lejos la mejor película de Ridley Scott. Sabemos todos también que el tema del amor en la provenza esta trilladisimo por bastantes directores; sin embargo, aqui viene la gran diferencia: la dirige Ridley Scott. Y esta afirmación no es para nada moco de pavo, teniendo en cuenta que estamos hablando de uno de los mejores directores de los últimos 20 años. Es de las pocas películas que es capaz de abarcar a la vez un marco idílico, una evolución personal, un repaso por la niñez, una historia de amor, y si fuera poco, también nos adentra en un marco de enología que habíamos perdido después de "entre copas". ¿Quién puede enseñarnos todas estas cosas en 2 horas y sin dormirnos? ese es Ridley Scott. Es una película amable, sin grandes pretensiones, pero con la feroz crítica sobre la cabeza de Scott pidiéndole un Blade Runner amoroso, y señores, eso es imposible. Es una película de amor, que evoluciona sobre sí misma abriéndose hacia más campos de la realidad sin llegar a cerrarse sobre la pastelosidad. A veces las historias de amor no tienen que ser algo épico, sino algo tan sencillo como esto.

¿Han visto "Love Story"? pues esta es casi un remake pero más pastelosa. ¿Ha visto Adam Shankman "Paris-Texas" o "Leaving las Vegas"? Me parece que no, porque si no sabría lo que es una historia de amor y no un pasteloseo adolescente de lágrima fácil. Consejo: ver las 3 antes mencionadas.