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Críticas de Francisco Javier
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
8
20 de octubre de 2014
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se abre el telón.
Aparecen en escena seis relatos completamente diferentes, enmarcados en un fondo común: la venganza. Seis historias que buscan conseguir un cierto paralelismo con la realidad actual, tanto cómica como social. La elección de actores y de reparto queda relegada a un segundo plano por la enormidad del guión que cada historia presenta. El primer cortometraje es toda una sorpresa, con un punto más cómico que sangriento, que el director, Damián Szifrón, utiliza como anticipo para presentar el resto de su catálogo más satírico y dramático.
La sensación que deja "Relatos salvajes" al salir del cine es placentera. Queda uno inconforme con la corta duración de cada historia y, a la vez, aplaude al director por llevar a cabo de una manera tan soberbia semejantes joyas del cine actual en un tiempo tan reducido. Es una inconformidad, por tanto, que se disfruta. Que diferencia una buena película de otra que no lo es tanto. El planteamiento de cada argumento y la existencia de seis guiones completamente redondos, sin fisuras, es lo que más llama la atención. El primero de ellos traslada una tragicomedia a lo más alto para introducir al espectador a un no parar de diálogos inteligentes, escenas que cautivan y estremecen y finales que contentan. El último de esos guiones presenta una boda, de la que se sirve Szifrón para terminar su coloquio cinematográfico de la manera más irónica posible (no desvelo el final de la película con esto que acabo de decir, tranquilos/as). Todo está medido. Cada historia está planteada para que, de manera independiente, conecte el resto de tramas y éstas se vinculen en aquello que ya hemos dicho que predomina durante toda la película: la venganza inexplicable y la absurdez del ser humano ante situaciones límites.
Al más puro estilo Breaking Bad, en lo técnico también hay un notable uso de cámaras en lugares inéditos. Además, Damián demuestra que es capaz de hacer cosas verdaderamente interesantes con la cámara cuando se trata de jugar con el espectador y hacerle reflexionar sobre su propia existencia, sobre su propio comportamiento y, ante todo, sobre su propia inteligencia. En la película apenas aparecen nombres; lo que importa es el contenido, lo que se cuenta.
Se cierra el telón.
Y te marchas a casa con la sensación de haber visto seis pequeñas películas que se recordarán en mucho tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Francisco Javier
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7
12 de noviembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Tim Burton pensó en hacer Edward Scissorhands supongo que no pensó en la recepción positiva tan enorme que acogió gracias a la simpleza de su personaje y al trasfondo tan complejo que esconde su trama. Es decir, la película (que, a priori, puede parecer un simple cuento fantástico con el que entretenerse) va desarrollándose en un ambiente más parecido a una crítica social que a un simple entramado de edificios y calles y consigue, al final, encandilar al espectador.

Dos cosas me llamaron la atención de la película (a mí y, supongo, a la mayor parte de la gente):

Por un lado, el contraste entre el mundo de Edward y el pueblo tan encantador que hay justo debajo de él (que también vaya sitio para hacer un pueblo de tal calibre). La vida de Edward, menospreciada, olvidada, solitaria, triste y apagada frente a la vida de los habitantes del pueblo, que es alegre, libre de preocupaciones, llena de cotilleos, con colores vivos y un ambiente de aparente paz. Resulta increíble cómo Edward, con su sola presencia en el pueblo, lo convierte en un escenario más de su mundo (aunque no lo haga a propósito) y traslada su visión pesimista del mundo a la población, que pronto lo rechaza. Por tanto, para mí lo más llamativo (y lo más elogiable) de la película es su dirección de fotografía, que se sirve de una paleta de colores muy diferenciada en cada escena del castillo de Edward y cada escena de las casas del pueblo para que el espectador sepa, por medio de tan solo eso, colores, cómo es la personalidad de una y otra clase social. Realmente impresionante.

Por otro lado, la personalidad del protagonista, que pronto encierra en nuestro corazón un sentimiento de cariño y aprecio hacia él. Y es aquí donde viene la parte más jugosa de la película. ¿Los espectadores (al igual que el pueblo) le coge cariño por ser un bicho raro, por ser un inadaptado? En caso de que la respuesta sea que sí, Tim Burton ha acertado con el planteamiento de la película. Somos unos hipócritas, pues Edward solo quiere insertarse en la sociedad y vivir como alguien normal, no como alguien con discapacidades elogiables por el resto de la sociedad, que le hacen convertirse en el foco de los comentarios y los gestos de cariño por lo desconocido y raro que resulta al resto de la gente.

La historia es buena, en la línea de Burton. Emociona al final y no aburre en el medio. El comienzo es una pequeña joya de toda su filmografía, al igual que la presentación que le hace al espectador por primera vez de su maniquí más preciado, Edward. Por todo esto y por el cariño que la gente le suele coger (a veces debo decir que exagerado) a la película, es de visualización obligada. Luego de verla, cada uno sacará sus propias conclusiones, pero algo está claro: la película encuentra sentimientos dentro de uno como pocas lo hacen, y quizá eso es lo que más la destaca por encima del resto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Francisco Javier
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8
20 de septiembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguna vez Hitchcock tuviera la oportunidad de volver a su propio "yo" del pasado, rechazando la sugerente producción de The Wreck Of The Mary Deare (debido a la imposibilidad de mejorar el planteamiento inicial en el desarrollo de la película) y aceptando hacer un nuevo proyecto, desde cero, como North By Northwest, posiblemente tampoco sería capaz de contarle lo lejos que llegó con la realización de este film.
También, si alguna vez Hitchcock pudiera haber sabido que un año después el éxito no solo llegaría a sus talones, sino a su persona al completo al realizar Psycho, posiblemente habría desechado esta producción y se hubiera centrado en realizar a la perfección su obra maestra.
North By Northwest demuestra claramente hasta qué punto estaba dispuesto a llegar Hitchcock por conquistar a su público frecuente. Las diferentes escenas que presagian el surrealismo que se acrecienta con el desarrollo de la película y que el propio protagonista, Cary Grant, está viviendo por un simple error, haría que, en 1959, numerosas personas apuntasen fijamente a George Kaplan en la pantalla y dijeran al de la butaca de al lado "mira, eso me ha pasado a mí."
No me refiero, entonces, a que el propio Hitchcock estuviera dispuesto a poner su profesión al servicio de las masas, sino que sabía cómo hacer que un cineasta triunfase durante dos horas de película. Al principio de la misma, ya se generaría una reacción positiva hacia el protagonista si nos encontrásemos ante un público exigente e inconformista: un notable publicista, seguro de sí mismo, con autoestima, poder de la palabra y de la convicción, es secuestrado antes de que uno pudiera pensar que ya llevaba diez minutos de película. El resto de la película sólo queda disfrutar de lo que pueda suceder y de la notable influencia que pudiera ejercer en cada uno de nosotros todos y cada uno de los errores que acontecen en cada escena de North by Northwest.
Es importante también destacar el nivel de actuación de Cary Grant en su flamante y recordado personaje, George Kaplan. La idea de Hitchcock era situar a James Stewart en el foco principal de la película, pero Grant demostró que podía ser una influencia importante en los thrillers de acción posteriores demostrando gallardía, elegancia, sutileza y, sobre todo, destreza. Sin embargo, considero el papel de Eva Marie Sant más relevante a la hora de recordar la película: sería aclamada posteriormente, en el mundo del cine, como una de las infiltradas más inteligentes que dio Hollywood. James Mason, el villano de la película, demostró que, por un instante, podría ser capaz de demostrar al público que George Kaplan era un farsante y un alcohólico aficionado.
De elegir alguna secuencia, quizá es importante mencionar la de la avioneta. Una escena de más de cinco minutos, con ausencia de diálogos y con la destreza cinematográfica de Hitchcock para mantener al público agarrado a sus butacas temiendo por la vida de su querido protagonista. Además, junto a otras escenas como el final en el monte Rushmore, North By Northwest se convirtió en una de las películas pioneras en sentar las bases de los thrillers de acción y los blockbusters posteriores, tales como las famosísimas películas de James Bond o influenciando a directores futuros como el propio Scorsese.
También considero fundamental quedarme con el primer encuentro entre Cary Grant y Eva Marie Saint, pues su relación supone quizá la piedra angular de la película por su peso en ella, hasta el final, o por su manera de influir tanto en el público como en producciones posteriores como uno de los pilares para el logro del éxito en un gran film de acción.
Por último, casi es innecesario decir que Hitchcock hizo de una trama habitual en su producción cinematográfica una auténtica joya de Hollywood por su modo de entender el cine al realizar los planos (tanto los primeros planos como los planos cenitales o escenas como la ya mencionada de la avioneta), por su capacidad para centrar la atención del público durante dos horas o, simplemente, por su maestría para lograr ser recordado por siempre en la historia del cine.

"Para mí, el cine son 400 butacas que llenar." - Alfred Hitchcock.
Francisco Javier
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3
12 de noviembre de 2014
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mira que antes de hacer la crítica he ido a leer algunas valoraciones sobre la película y mi sorpresa ha sido aún mayor al ver que la gente, encima, apoyaba la nota.

Intentaré no ser muy cruel con el film, pero me sobran escenas para liarme a palos con la película. De verdad, es incomprensible...

Empezando por el elenco de actores tan magistral que nos presentan. No sé qué pinta Ansel Elgort en la película. De hecho, no sé qué pinta Ansel Elgort en el mundo del cine. La única que se salva de los golpes es la protagonista, Shailene Woodley, que por momentos parece rescatar el film, pero llevar toda una película a su espalda es imposible y, finalmente, los fallos eclipsan su actuación. Luego tenemos al escritor, que ni pincha ni corta en la película y, para colmo, lía la de dios cada vez que hace acto de presencia. La madre interpreta un papel muy simplón y aun así la caga cada vez que abre la boca, y ya ni hablemos del amigo de Ansel, que sólo dice chorradas y pierde toda su dignidad en una de las escenas más lamentables de la película (prefiero no describirla porque es una joyita).

Luego, ¿por qué las películas americanas siguen adoptando americanadas? A lo mejor soy yo que soy muy exquisito o algo, pero joder, es que cada frase del guión es o bien lamentable o bien lacrimógena de la manera más absurda y barata posible. Que esa es otra, ya que vas a hacer una película para que la gente llore y se hunda en la mierda en la butaca del cine, no expreses las emociones de los personajes con diálogos cursis y romanticones como el resto de películas. Haz algo diferente y juega con las emociones de manera visual, que muchas veces resulta un acierto pues demuestran más sin palabras que con frases tan vomitivas como las que aparecen aquí...

Pero es que ni eso. La dirección de la película no me ha gustado nada, con planos sin sentido o escenas de relleno. El guión tampoco aprueba; desde el minuto diez sabía lo que iba a pasar al final de la película, y creo que no hay que ser muy listo para ello. Además, sigo sin entender qué partido le saca el director con la visita al escritor de los protagonistas. Creo que podría haber hecho algo mucho mejor con el argumento y haber finalizado de una manera más noble la película. No obstante, no criticaré ese aspecto, pues la película supone la adaptación de un libro y como no he leído el libro, no tengo la libertad de opinar sobre ese aspecto sin equivocarme. Aun así, yo habría ido por otro camino.

Mis tres puntos son porque (aunque acabo de decir que no pega absolutamente nada) la mejor parte de la película es la visita a Amsterdam de los protagonistas por la fotografía que se recoge en las escenas; por la actuación de Woodley y porque la película, al final, cumple su función y me hizo sentirme en la mierda con la historia, y muy a mi pesar, pues consideré que sentir tristeza por Ansel Elgort fue todo un logro por parte de Josh Boone, aunque la película esté llena de tópicos y el guión roce lo lamentable por conseguir que la historia se convierta en la mayor fábrica de lágrimas de los Estados Unidos.

Que alguien me explique dónde están los cuatro puntos restantes.

Por favor, y gracias.
Francisco Javier
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7
31 de octubre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alfred Hitchcock sorprende. Para bien o para mal, cada película representa un pedazo de su capacidad técnica y visual a la hora de representar como nadie el lenguaje cinematográfico. Rear Window es, quizás, el pedazo más grande de esa cualidad visual y, a la vez, un pedazo incompleto en lo narrativo.

La película es única en su puesta en escena. Retratar de manera tan extraordinaria una historia a través de un único espacio y sobre los ojos de un único protagonista es todo un reto llevarlo a cabo y toda una proeza conseguirlo. Hitchcock lo consiguió, y seis puntos de mi nota van a parar a ese aspecto. Sorprende, innova y no deja indiferente. Así es Hitch, perfeccionista y psicópata con sus gustos y sus maneras. Según sus propias palabras, Rear Window es su obra más cinematográfica (algo en lo que estoy de acuerdo) y su realización más personal (que es en lo que discrepo).

Y mira que es difícil discrepar con una decisión de Hitchcock. Es extraño que me suceda con su obra más lograda. Diría que lo visual deja a lo narrativo en un segundo plano. Y todos conocemos la obsesión de Hitchcock por hacer de sus películas grandes historias -ya contadas- que sorprendan al espectador. Yo no encontré en Rear Window un atisbo de sorpresa. La película me pareció de lo más normal, como si el director hubiese hecho especial hincapié en la puesta en escena y hubiese dejado de lado el privilegio de tener a James Stewart (un portento de actor en la época) y a Grace Kelly (que siempre aportaba magia y sorpresa a la película) juntos para protagonizar la película de sus vidas. Hitchcock logró sorprenderme por su genio creativo y su mano magistral a la hora de poner la película a punto, a la hora de presentar cada plano y cada emoción, y logró decepcionarme por acabar Rear Window y sentir que a la película le faltaba todo aquello por lo que había empezado a verla.

A lo mejor la película es tan elogiada por su capacidad técnica y sus sorprendentes planos y por la manera de contar la historia, pero yo me esperaba más. Esperaba acabar la película y poder puntuarla con un 10. Y si realmente la película merece todos sus halagos por esa puesta en escena, entonces compartiré la opinión del resto y diré que es una obra maestra. Pero no lo es. Para mí ver una película significa analizar tanto la técnica como la narrativa. Equilibrar ambas partes y emocionarme por cada una de ellas. Discreparé entonces hasta la saciedad que Rear Window no me encandiló como al resto por la simpleza de su argumento, que dejó en desequilibrio el balance entre lo visual y lo que me contó Hitchcock.

Y mira que Hitchcock era como McGyver, que con un chicle te fabricaba un avión. Hitchcock hacía de un argumento sencillo una obra compleja, profunda y reflexiva. No lo vi así con Rear Window y era lo que me esperaba. Pobre de mí.

El otro punto de la crítica se lo lleva la actuación de Stewart. Meyer hizo bien en estudiar la psicología de los actores para plasmarla en los personajes, siguiendo las órdenes del director.

Incluso en sus errores, hay que alabar a Hitchcock.
Francisco Javier
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