Lo primero, tengo que decir que desde hace años soy un practicante de BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, sumisión, Sadismo y masoquismo), pero aún así intentaré dar una visión de la película en sí, como producto, además de desde el punto de vista de mis tendencias.

Recordar también que, en España, el BDSM no es ilegal, y que además, desde hace ya bastantes años, está borrado de la lista de transtornos mentales de la Organización Internacional de Psiquiatría.

Después de ver todo tipo de películas BDSM de calidad muy variada (aunque la mayoría de nivel bajo a bajísimo), me ha sorprendido muy gratamente encontrarme con una película que trata el tema de una manera absolutamente seria y realista.

Quien espere encontrarse con una película erótica, no la hallará aquí (aunque existen numerosas escenas BDSM), ya que esta película es, ante todo, un drama, y de los gordos.

Además, está basada en un caso real que ocurrió hace unos años en Bélgica.

En cada escena se pueden sentir reflejados muchos practicantes de BDSM: desde la insatisfacción que tiene la protagonista con su vida sexual vainilla, hasta las dudas y titubeos de ambas partes cuando deciden iniciarse en el BDSM, así como el temor que todos tenemos alguna vez: que alguien pueda entender nuestra forma de vida como maltrato.

Y este último tema es, precisamente, sobre el que gira la película: los aspectos legales del BDSM, y qué ocurre cuando la policía y la justicia deciden intervenir en una relación BDSM totalmente consensuada entre ambas partes.

Cualquiera de nosotros sufrirá viendo las peripecias de los protagonistas, porque es muy, muy fácil ponernos en su lugar. Hallarse en un laberinto legal, en medio de grupos ultraconservadores que se encuentran con el poder de hacer daño a quienes simplemente disfrutan de manera libre, tener que rendir cuentas y explicar lo que se hace en la intimidad, todo ello hace que sea muy difícil ver este magnífico drama sin angustiarse y cabrearse.

Angustiarse por empatía con los protagonistas, y cabrearse por pensar que sí, que efectivamente esas cosas pueden pasar hoy en día en pleno corazón de la Unión Europea.

A cada momento, dan ganas de gritar ¡pero si los dos quieren! ¡pero si no es maltrato!

En cuanto a la película en sí, al margen de su temática, tiene un ritmo narrativo muy ágil y no sobra ninguna escena (dura apenas 90 minutos), exponiendo la historia con austeridad, sin adornos ni concesiones al espectador. La calidad cinematográfica es la de una "película de verdad" (por poner un ejemplo, en filmaffinity le ponen un 6,5, cuando a "Historia de O" le ponen un cuatro y pico).

A mi entender, una de las mejores películas BDSM que se han hecho jamás, y seguramente la más seria.