En los años sesenta, antes del color en televisión, llegaron estas marionetas para sorprender y hacer soñar a los niños de entonces. El protagonista estaba creado a imagen de James Garner. Cuando, ya de mayor, veía al actor en el cine, me resultaba familiar y no sabía por qué.

Era una serie deliciosa. El tema musical de Marina, que sonaba al final de cada capítulo, está aún muy vivo en mi memoria.

Recomendable para los peques.... -aunque ahora, con tanto estímulo visual, no se utilice mucho la imaginación- y para abuelos nostálgicos.

No entiendo por qué no se exhibe esta película en tv. La vi hace más de 30 años en ETB y, pese a sus muchos defectos, me pareció deliciosa aunque sea una obra menor.
Susan Sarandon está como siempre, estupenda, en su papel de periodista retirada y Raúl Juliá fue para mí un descubrimiento. El romance insinuado entre ellos está planteado con clase. El marido, Edward Hermann, resulta tierno en sus celos, con un aire despistado a lo Woody Allen. Hasta Joe Mantegna, como víctima (no es spoiler porque ocurre al principio) resulta divertido. Y Judith Ivey tiene un papel irreverente que borda.
Quien se anime a verla, sin prejuicios artísticos, lo pasará bien.