Gracias a una más que destacable realización técnica consigue hacerte sentir la angustia, la impotencia y la pequeñez del ser humano frente a un desastre natural de tal envergadura. La escena del tsunami en sí misma te deja sin resuello, y los 10 minutos posteriores de madre e hijo a la deriva y arrastrados sin control te angustian sin remedio. Lo que para mi gusto lastra el conjunto es la imposición puramente comercial de plantar una actriz australiana y un actor escocés en la piel de unos padres de familia españoles, por muy logradas que estén sus interpretaciones (estupendo McGregor en la escena del teléfono y espléndida Watts intentando subir al árbol sin ayuda). El hijo mayor también logra un papel muy emotivo y desgarrador, pero junto a sus hermanos tienen un aspecto tan fotogénico que te parece estar viendo las desgracias de los hijos de Barbie & Ken de vacaciones. Gracias a las buenas interpretaciones, al final, acabas “casi-perdonando” el detalle de que no sean ni parecidos a los personajes reales, aunque te deja un cierto sabor a marketing que no termina de convencer. Además, también hubiera dosificado ciertos recursos demasiado manidos, como la acentuación de música melosa, para lograr la lágrima fácil.

Bajo mi punto de vista, los apartados técnico y artístico son el 80% en esta película. La historia está originalmente contada, aunque tiene típicos tópicos algo chirriantes. Todo tiene un marcado tono taurino de tragedia. Intenta dirigirse hacia la comedia sin conseguirlo, ya que casi nada hace gracia. Resulta sorprendente que a una misma persona la vida la trate tan mal sistemáticamente. Las interpretaciones no están mal, aunque como se precia en el cine mudo, resulta demasiado gestual, desembocando en histrionismo. Maribel Verdú está bien, pero tampoco es para tanto. Como ella misma ha reconocido, “hacer de mala es muy agradecido”, pero yo tampoco le daría el Goya (y menos, estando enfrentada a la gran interpretación de Naomi Watts). Casi diría que cumplen mejor Sofía Oria y Macarena García en sus papeles de niña y joven Carmencita respectivamente, y Daniel Giménez Cacho, como padre. Por otro lado, un extraño detalle el que los enanitos no sean siete, y no exista un príncipe azul, pero muy ocurrente el cambio del espejo mágico por la revista Hola. Mención aparte para un muy buen apartado musical, reseñando el intensificado palmeo folclórico.

Casi me salen ronchas en los ojos de ver tanta cutrez. El "Cantinflas-BigoteArrocético" protagonista es de lo más hostiable. El apartado técnico es increíble, ¡¡¡de puro malo, Chiguagua!!! La vaca Lollobrigida convertida en esqueleto sujeto con hierros podría pasar a los anales cinematográficos como el más tremendo y descarado efecto especial de andar por casa. El olvido del "monstruo-esqueleto" es imperdonable, porque lo dejan a sus anchas devorando humanos por nuestro planeta. Las gachís de Venus están muy entraditas en carnes y son actrices pésimas. La inexplicable mutación de venusiana en vampira, únicamente se explica por que ambos adjetivos comienzan por 'V'. El robot y los monstruos superarían en estrafalario a Chiquito de la Calzada disfrazado de Barragán... Creo que sólo había visto este nivel de cutrez en "Horror Story" de los Hermanos Calatrava... Pero me he echado unas risas 'padentro' yo solo. Le doy un 3 raspado por esas risas, que si no...