Me da igual que haga como quince años que no la vea.
Me da igual lo mal que pueda haber envejecido.
Me da igual que revisándola ahora sea tonta e infantil.
Me da igual que la acción pueda ser escasa e inverosímil.
Me da igual que cada vez que quiera bajarla no la encuentre por la red.
Me da igual que si alguna vez la he encontrado tiene el doblaje de la versión sudamericana.
Incluso me da igual el peinado de He-Man.

Lo que significó esta serie en mi infancia y en la de tantos nacidos en los ochenta no tiene parangón.
Recuerdo mi cinta de VHS con capítulos grabados de la tele (no recuerdo ni su horario de emisión) en las que se mezclaban sin ningún tipo de continuidad. Recuerdo tener un batallón infinito de muñecos oficiales de la serie que acababan siendo usados para echar imposibles partidos de fútbol con una pelota de papel de plata.
Me empiezo a cansar del culto a los ochenta que tan de moda está, pero es que esta serie me pone demasiado "tonto".

P.D. No me da igual la inclasificable adaptación al cine fruto de alguna mente perversa que quiso acabar con la felicidad de muchos niños.

Una serie tan mágica como real. ¿Quién no ha hecho botellón en el piso de unas profesoras?

Una serie en la que un chico puede hacerse skin de la noche a la mañana y a las dos semanas dejarlo. Eso sí, nos mostrará las consecuencias de ello y observaremos como el líder de los skins irá tras él durante varias semanas con un cuchillo para matarlo. De nada importa que el jefe skin no vaya rapado y lleve ropa normal. Tampoco que la hermana sea cómplice captando a futuros skins mientras los seduce.

Una serie en la que una rubia espectacular tiene problemas de anorexia las semanas pares. Las semanas impares puede comer sin ningún problema palmeras de chocolate hasta que su ex-novio con risa de hiena y un tatuaje en el cuello que oscila según el capítulo, le dice que está echando culo. A renglón seguido se pondrá el suéter atado a la cintura.

Una serie en la que se quejan del tiempo que llevan sin mojar, a pesar de tener dieciséis años. Cuando tengan veinticinco, rompan con sus parejas y vean como pasan las semanas supongo que se suicidarán.

Una serie en la que nos mostrará a un personaje nunca antes visto pero que todos conocen y que lleva semanas sin pasarse por clase porque está viciado a la Play 3. Al día siguiente irá al instituto y a pesar de ser un martes se irá de botellón a un parque donde se liará por primera vez con un chico, descubriendo que es homosexual.

Una serie en la que una madrugada se dará una paliza a un alumno en una calle por la que casualmente pasará la profesora buenorra (y que antiguamente se había liado con un alumno) que le salvará la vida.

Una serie en la que el chico con risa de hiena y tatuaje fluctuante, tiene el don de la ubicuidad y siempre está con su móvil para grabar cualquier hecho pecaminoso producido por alumnos o profesores y después chantajearlos.

Una serie que es una obra maestra. Quien no esté enganchado es que no tiene corazón.

Me parece que la he entendido, ¿la polícia sabía que los de asuntos internos estaban metidos en el ajo?
Es que cuando me aburro yo me las invento, mi capacidad de atención es reducida.

Homer Simpson

Podría haber sido casi perfecta de no haberla alargado más de lo necesario.
Impagables las tres primeras temporadas que posiblemente sean lo mejor que se ha hecho en la televisión española junto a las dos primeras temporadas de Aquí no hay quien viva.
Sin duda lo mejor de la serie el personaje entrañable de Paco Gimeno, interpretado por un Javier Cámara en estado de gracia. El mejor personaje de la historia de la televisión nacional.
Tampoco le iban a la zaga Amparo Baró, Blanca Portillo o Gonzalo de Castro.
A partir de la marcha de Javier Cámara, con motivo del rodaje y posterior promoción de Hable con ella, la serie empezó a bajar en calidad. Se habían marchado Tony Cantó (nadie se quejó de su marcha pero hacia una gran interpretación), Paz Vega (más que correcta) o Pau Durá (infravalorado).
Las últimas dos o tres temporadas bajaron muchisimo de nivel con unos personajes de ida y vuelta sin gracia y sin saber actuar algunos de ellos (Eva Santolaria o Leandro Rivera). Las tramas perdían credibilidad y personajes como el de Anabel Alonso se desdibujaban.

Afortunadamente se le dió una digna salida con un capítulo especial rodado en directo. Para muchos quedará en la memoria con momentos como el capítulo del peluquín y tantos otros.