Érica es una mujer traumatizada por su pasado a la que se le concede la oportunidad de corregir sus errores. Sobre esta base tan simple, se desarrolla una divertida trama que rebosa optimismo (al fin y al cabo, hay que aceptar los errores del pasado como parte del proceso de maduración) y que tiene la ventaja de no poseer demasiada continuidad, lo que permite ver capítulos sueltos sin mayor problema (de hecho, lo peor de los últimos capítulos es que tienen más continuidad).

"La vida es dura", título con que la alemana Knallhart se estrenó en el festival de cine alemán de Madrid de 2006, es una película que analiza de una manera interesante la vida de los adolescentes en ambientes marginales.

El protagonista, un muchacho que ha disfrutado la vida fácil de hijo de la amante de una persona adinerada, ve repentinamente cambiada su vida al mudarse a un barrio humilde e ingresar en una escuela pública. Para protegerse del rechazo con que es recibido por sus nuevos compañeros, ingresa en una banda formada mayoritariamente por inmigrantes, y disfruta del nuevo estatus que la pertenencia al grupo le proporciona, a pesar de que ello implique la comisión de actos delictivos de gravedad creciente.

Una película dura con un ritmo vertiginoso que debería tener una segunda oportunidad en nuestras pantallas.

Que las cosas ya no duran como antes quizá no sea ningún un secreto. Pero quizá no seamos conscientes de que la política de fabricar objetos para que no duren y sean reemplazados por nuevas versiones es casi tan vieja como la sociedad de consumo.

Este documental nos ayuda a concienciarnos como consumidores de los peligros ambientales y sociales del fenómeno de la obsolescencia programada. Si después de verlo desea seguir haciéndole el juego a las grandes industrias, allá usted.

Amanda perdió a su padre como resultado de las conjuras de sus amigos, y ahora ellos van a pagar. Pero cuando el que tiene que pagar es parte de la crema de la sociedad, la venganza ha de ser exquisita...

Una serie de intriga sobre los ricos neoyorkinos en cuyo guión las piezas encajan perfectamente desde el primer episodio.

En esta serie, las escenas dramáticas no sobran (como en otras series, donde parecen metidas con calzador), las escasas escenas de sexo obedecen a necesidades del guión (y no del audímetro), todos los personajes tienen un pasado (y no sólo la protagonista) y los diálogos contienen, a menudo, frases memorables.

Solo con eso, ya bastaría para crear una buena serie. Pero si además añades que, a diferencia de Lost y otras series de culto, no hay ningún macguffin, ningún cabo suelto, y la trama avanza hacia un punto que el espectador conoce desde el principio, evitando el fallo habitual de caer en la "novela río"... Eso ya es para nota, señores.

La que quizá sea la mejor interpretación de Jim Carrey que he visto en mucho tiempo se ve frustrada por un argumento pretencioso que el realizador no sabe llevar a la pantalla sin marerar al espectador y un ritmo en ocasiones demasiado lento.