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España España · Carrera Blanca
Críticas de Daesu
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
8
16 de abril de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué Edward Yang no es más conocido por estos lares? Imagino que será en parte porque Taiwán nos pilla lejos, pero eso no ha impedido a otros directores asiáticos alcanzar mucha más reputación en Occidente. En mi caso, "A Brighter Summer Day" fue la primera película suya que ví y, en un principio, me gustó sin más. Pero al cabo del tiempo fue reforzándose en mi cabeza. Con Yi-Yi no ha hecho falta dejar pasar el tiempo, cuando ese final llega (1), se hace claro para mí que he asistido a una grandísima película.

Este niño, Yang-Yang, que en cierto momento comenta: "Si solo podemos ver lo que tenemos delante pero no lo que tenemos detrás, ¿significa eso que solo podemos conocer la mitad de la verdad?". Nosotros, como el padre, no sabemos que responder ante una cosa así, y nos deja reflexionando. ¿Cuanta verdad nos perdemos cada día?¿Cuantas historias? Millones de personas cuyas vidas nos son desconocidas, viviendo situaciones que jamarás conoceremos; quizás revivir los tiempos del primer amor, treinta años después, quizás un niño preguntándose como saber si alguien está llorando sin mirarle a la cara. Yang nos ofrece un marco por el que contemplar retazos de la verdad de otras personas, filmándolas en sus peores y en sus mejores momentos porque, como dice otro personaje, "la vida es una mezcla de cosas tristes y alegres" (2). Poco más puedo decir de una obra como Yi-Yi, salvo recomendarla a aquel que le interese una película que capte parte de la vida de una serie personas, con sus problemas, sus crisis y sus angustias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Daesu
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6
31 de marzo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Este texto puede contener algún detalle menor sobre la trama, nada concreto; excepto en la parte de spoiler)

Uno no sabe cómo abordar una crítica cuando se enfrenta a este tipo de obras. Me refiero a aquellas basadas en un material original que nos gusta. Pasó con Warcraft, que cuando se estrenó los fans disfrutaron de ver uno de sus universos favoritos en la gran pantalla y ser capaces de captar todos los guiños que contenía al videojuego de Blizzard. Sin embargo, los críticos, ajenos al material del que se basa, la vapulearon. Con Ready Player One pasa algo parecido; sus placeres, tal y como se ha vendido, consisten en ser un mar de referencias. Aquellos afines al material en el que se basa (y con esto no me refiero al libro de Ernest Cline, sino a los videojuegos y la cultura pop de los 80 a la que referencia) se verán jugando a una especie de “buscando a wally” con todos los personajes que aparecen de fondo en la cinta, y hay cierto placer en esto.

Pero hay un problema con las obras que se basan en la referencia: no aguantan muy bien sucesivos visionados. Esto último es por la naturaleza, inherentemente caduca, de la propia referencia. Disfruté en la sala del cine, como amante de los videojuegos y algunas de las películas mentadas, sabiéndome destinatario de muchas de las referencias que de manera cómplice me arrojaba la película a la cara. Disfruté, sin duda alguna. En cierto momento, un personaje comenta algo así como “Por eso juego a oasis, porque está lleno de todas las cosas que nos encantan”, haciendo, queriéndolo o sin querer, un metacomentario sobre Ready Player One. A pesar de todo, y por la naturaleza temporal que comentaba antes, mi percepción sobre la calidad de RPO se ha visto disminuida con el paso de las horas. La referencia se revela, al final, como de poco valor. Mencionar otra obra existente para lograr complicidad con el espectador es fácil, apela a nuestro fan interior y esto hace que nos olvidemos del resto. Pero todo esto solo sirve para, en cierta medida, aumentar un poco nuestro ego, a ver quién es el que pilla más referencias. Mirar al compañero de la silla de al lado y decir “¿Has visto eso? Es un Delorean” o quizás “Hostias, ha mencionado a GoldenEye de la Nintendo 64”.

Como he dicho antes,hacer esto es fácil, todo podríamos llenar una película de todas las cosas que nos gustan, y con esto tendríamos un cierto público asegurado; pero qué porcentaje de ese público está ahí por esa sensación de hermandad y cuánta porque realmente les parezca una buena película. Quitemos toda la parafernalia de metaficción paródica y autorreferencial. Fuera con eso. ¿Qué nos queda? Pues una historia, con suerte, tirando a normalita. Con la proliferación de los últimos años del subgénero de la distopía adolescente (“los juegos del hambre”, “divergente”, “el corredor del laberinto” …) otra narración sobre un protagonista adolescente, uniéndose a una especie de rebelión contra un gobierno autoritario formado principalmente por adultos, se antoja insuficiente. Todo esto con el obligatorio romance adolescente, por supuesto. Aderezando el conjunto con una estructura típica de videojuegos; conseguir tres objetos (llaves en este caso) para llegar hasta el objeto final custodiado por el “final boss” que al final es derrotado y para casa. Al final del día Ready Player One es otra distopía aguada más, típica en su premisa y en su desarrollo. Pero, si eres el target al que apela, merece la pena verse aunque sea una sola vez, ni que sea por que disfruté de alguna que otra escena (1) y, al final, que nos quiten lo bailao.
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Daesu
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