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My Fair Lady (Mi bella dama)

Musical. Romance. Comedia Versión cinematográfica del mito de Pigmalión, inspirada en la obra teatral homónima del escritor irlandés G.B. Shaw (1856-1950). En una lluviosa noche de 1912, el excéntrico y snob lingüista Henry Higgins conoce a Eliza Doolittle, una harapienta y ordinaria vendedora de violetas. El vulgar lenguaje de la florista despierta tanto su interés que hace una arriesgada apuesta con su amigo el coronel Pickering: se compromete a enseñarle a ... [+]
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
3 de junio de 2006
62 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
...Y la magia de esta película suscitó en su época, y en épocas posteriores mucha controversia, adorándola y odiándola a partes iguales.

Cukor y el fotógrafo Cecil Beaton contruyeron una deliciosa cinta llena de magia visual y sonora, con unas actuaciones realmente destacables, sobre todo del trío protagonista, inspirándose en la comedia del autor George Bernard Shaw, "Pigmalión", iniciadora de una corriente denominada el socialismo fabiano (lento, light o gradualmente progresivo).

Magnífica restauración de decorados diseñados casi en su totalidad por Beaton, con algunas aportaciones de Cukor, representando con la magia exclusiva de aquellos años, escenarios souvenir de la maravillosa ciudad de Londres...

Y precisamente todo se inicia en uno de esos sitios legendarios de la ciudad inglesa, en concreto el mítico Covent Garden, donde nuestra protagonista, una deliciosa y siempre cautivadora Audrey Hepburn (¿quién dijo alguna vez que nuestra Pe era lo más parecido hoy en día a aquella inimitable e inigualable diva? Brrrrr!!!!), interpretando el papel de Eliza Doolittle, una vendedora de flores, de carácter rudo y maneras aún más toscas, se encuentra en una fría y lluviosa noche con nuestros otros dos protagonistas, saliendo de una ópera de los alrededores...

Así, un misógino y clasista profesor de fonética británico para quien el origen de la existencia de clases está en la pronunciación, prosodia y vocabulario de la lengua materna utilizada, el profesor Henry Higgins (magnífico Rex Harrison), y un misántropo coronel del ejército británico y estudioso de las lenguas exóticas, coronel Pickerling (Wilfrid Hyde-White) apalabran una curiosa apuesta que implicará de lleno a nuestra deliciosa protagonista llevando la cinta en todo momento a situaciones y escenarios mágicos que permanecerán imborrables en la retina del espectador una vez haya acabado su visionado.

Con inolvidables momentos como la asistencia y presentación en (la alta) sociedad de Eliza en Ascott , o el baile en la embajada en honor de la reina de Transilvania,... pasando también y sobre todo por la maravillosa aportación del padre de la protagonista Alfred Doolitlle (increíble Stanley Holloway) y su inolvidable "...with a little bit of luck...", o su discurso sobre los prejuicios y ataduras de la mediana y alta burguesía respecto a los de su clase original; los humildes.

Realmente inolvidable y deliciosa película, que si bien arrebató todos los honores a mi admirable Dr Strangelove de Kubrick, no guardo empero ningún resquemor contra ella, todo lo contrario. Le estaré eternamente agradecido...
burton
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2 de enero de 2007
46 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sería fácil empezar a cantar sin más las virtudes de "My fair lady", porque es una película que me encanta. Pero entiendo que lo más interesante de estas críticas es intentar dar razones para que los demás puedan disfrutar como nosotros con las películas que amamos. Y viendo que esta película tiene algunas críticas negativas, mayores motivos hay para defenderla.
El ingrediente fundamental de un musical son las canciones. Y, si en esto nos fijamos, "My fair lady" tiene, seguramente, el catálogo de melodías más inolvidable de todo el género. Citemos como ejemplos "Wouldn´t it be loverly?", "On the street where you live", "The rain in Spain" (candidata para la lista de las 100 mejores canciones del American Film Institute") o "I could have dance all night" (elegida como 17ª mejor canción por dicho Instituto).
Además, el número musical "The rain in Spain" es, para mí, una de las cumbres del musical, que entronca con otros números míticos como "That´s entertainment" (Melodías de Broadway 1955) o "La noche en que inventaron el champán" (Gigi), en cuanto supone el cambio de humor de algún personaje abatido, cansado o aburrido, que pasa, en breves momentos, a través de la música, a un estado de euforia y alegría contagiosa.
Por otro lado, una de las críticas más frecuentes de los detractores de "My fair lady" es que es un musical empalagoso. Yo, personalmente, no veo el empalago por ningún lado. Para mí empalagosa es una película con continuas escenas de los protagonistas haciéndose arrumacos y dándose besitos. Pero esa posibilidad se desvanece con un protagonista tan sobrio como Rex Harrison y con un personaje como el suyo, que no reconoce su amor sino a regañadientes.
Por tanto, "My fair lady" tiene, a mi entender, romanticismo del bueno, mostrado en pequeños detalles como el momento en que antes de salir para la fiesta, el profesor Higgins, que no había hecho caso a Eliza, la agarra finalmente del brazo, arrancando la felicidad de ésta.
Se podría hablar de muchas más cuestiones como la dirección magistral de George Cukor, el trabajo de Cecil Beaton, los estupendos secundarios encabezados por Stanley Holloway, pero simplemente pretendía defender una película como ésta, una película que, sin duda, está en la cima de aquel género maravilloso que fue el musical americano.
Triplets
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3 de agosto de 2007
34 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es casi una contradicción que la garganta y el cuerpecillo de esta gran estrella nos proporcionase tantas horas y títulos que recordar. Más que eso: consiguió que todos tengamos en la memoria, en el recuerdo, una frase, una tonadilla, la imagen de unos eternos ojos y la cadenciosa forma de deslizarse por la habitación.
Y no es solo que tan solo con un plano de su cara se llenase la pantalla es el cómo cambiaba los muebles y abría las cortinas cuando ella entraba; y todo se llenaba de luz y su dulce voz encandilaba al profesor más duro y enamoraba al príncipe.
Hasta el final su vida fue un "dar" sin esperar nada a cambio. Que todos los sombreros de Ascot rindan pleitesía a la más actriz, a la más cantante, a la más persona y pequeña flor Audrey
Paloma Perez
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4 de diciembre de 2006
38 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
My Fair Lady es un viejo barco que cruje peligrosamente. El paso del tiempo lastra su rumbo y es posible que un día se hunda en los bajíos de la crítica. El lastre está en su ñoñería, su machismo (según versiones), y sus números musicales, un poco pobres. Las velas que aún lo impulsan son su excelente producción, la interpretación (tanto de los protagonistas como de los secundarios) y, por supuesto, la historia de amor (que en los años 90 retomaría Pretty Woman) entre la chica pobre y el solterón rico. Los cuentos de hadas (casi) siempre funcionan.
Emilio Cappa Segis
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20 de febrero de 2008
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy de acuerdo en que es unos de los mejores musicales de todos los tiempos, una película memorable y sobresaliente en todos los aspectos. Ahora bien, observo que muchas críticas atribuyen el estilizado aspecto visual de la película a Cecil Beaton. Pues bien, según se asegura en el comentario técnico del DVD, Beaton solo diseñó el magnífico vestuario, pero todo el aspecto visual de la película, incluyendo los fastuosos decorados, debe ser atribuido a Gene Allen y a Jorge James Hopkins, directores artísticos, así como a Harry Stradling, el director de fotografía. Todos ellos obtuvieron un Oscar, por cierto.

También debo decir que me ha parecido apasionante comparar las esforzadas versiones cantadas por la propia Hepburn que se incluyen en los extras del DVD, y las magníficas versiones dobladas que finalmente aparecieron en la película, y por cuya interpretación ni siquiera aparece acreditada, de forma ignominiosa, la cantante profesional que las interpretó (Marni Nixon, que también había doblado a Natalie Wood en West Side Story).

En cuanto a la surrealista versión española, no es que esté mal, pero es que una película como esta hay que verla en versión original y preferiblemente sabiendo algo de inglés, para poder apreciar las implicaciones idiomáticas y fonéticas del asunto. Porque si no, en vez de "The rain in Spain" te quedas con "La lluvia en Sevilla", y a partir de ahí la dualidad entre inglés de clase alta y "cockney" queda desvirtuada con ese contraste surrealista entre un "habla cazurra" inventada por los dobladores y el castellano "de Valladolid" preceptivo.

Para acabar, solo diré que aunque Hepburn está estupenda, es una pena que no le dieran el papel a Julie Andrews (opción que se desestimó por ser casi una desconocida entonces), que con sus increíbles dotes como cantante y su mayor juventud (tenia la edad ideal), hubiera resultado idónea para el papel.
alex
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