Hands on a Hard Body: The Documentary (1997)

Pienso en qué caracteriza a una historia pequeña. ¿Su modesta ambición? ¿Su escasez, que no necesariamente simpleza, de recursos? ¿Su concisión argumental? Lo pienso con este documental porque recoge todas esas cualidades y, sin embargo, después de verla, no deja de parecerme una historia más grande.

Una localidad estadounidense, Longview, con un concurso por una camioneta Nissan que consiste en mantenerse de pie junto a la susodicha el máximo tiempo posible; no suena muy atrayente. Introducen a los concursantes y, como en todo concurso, cada uno viene con sus biografías, más o menos necesitadas, más o menos inspiradoras. Pero uno empieza a vislumbrar ya en todo este grupo de personajes, ninguno patetizado o catetizado, una enorme honestidad.

Algunos simplemente se lanzan a la aventura, desean participar porque ¿quién no quiere algo caro gratis? A otros, en cambio, les inspira la gran motivación de poder cambiar sus vidas con la simple camioneta, depositando grandes esperanzas en conseguirla e incluso arriesgando sus empleos. Estas distintas aspiraciones combustionan mejor cuanto más se acercan al segundo grupo. Porque quizás el concurso suena absurdo, pero, aun teniendo sus lógicas pausas, no hablamos de tres horas de pie, sino de más de diez, de más de veinticuatro, de más de cuarenta y ocho… de más y más y quién sabe cuánto.

En el concurso hay orgullo en no acabar siendo el primero en caer, hay estrategia en la forma de vestir y comer y descansar; hay aburrimiento al principio, se conocen poco a poco, hay una psicología propia de cada uno y otra fruto de cada relación; hay risas, muchas, sobre todo contagiosas y hay, a veces, cierta desesperación.

La película documenta la resistencia. Podría ese ser uno de los muchos resúmenes. Podría utilizarse la frase que encabeza el metraje, “the end is nothing; the road is all” (“el final no es nada; el camino lo es todo”). Añadiría, sin duda, que siendo un documental y careciendo de ficción, deja un poso más parecido a un cuento, a una fábula; retrata, con más precisión de la esperada, verdaderos valores humanos. Merece la pena.