Tribunal de menores (Serie de TV) (2022)

Llama la atención el alarmante número de cifras de casos de jóvenes que empiezan a cometer delitos a una temprana edad. A veces son casos menores como hurtos o estafas. Sin embargo, los casos más mediáticos y los más violentos contemplan el homicidio mediante crímenes realmente monstruosos (sobre todo, teniendo en cuenta la edad de los culpables), las agresiones sexuales y la tortura.


Todos nos preguntamos que puede llevar a un niño o a un adolescente a cometer semejantes actos y que factores han originado que estemos hablando de esto. La nueva apuesta por la ficción surcoreana de Netflix es un drama social que busca dar respuesta a todas estas preguntas. Jong Chan Hong dirige una historia en la que se nos presenta a un grupo de jueces que deben hacerse cargo de casos de delincuentes juveniles intentando ayudarlos a rehabilitarse y a reconducir su vida.


A lo largo de los diez capítulos que nos presenta la serie iremos descubriendo también lo que ha llevado a estos jueces a querer ocupar estos puestos, ya que todos y en especial los dos protagonistas tienen una trágica historia detrás que justifica sus decisiones. La jueza Eun-Seok pasa gran parte de la serie siendo una gran desconocida a la que apenas llegamos a conocer. Parece una mujer fría y dura, incapaz de conmoverse ante nadie. Y si algo se nos deja claro de su carácter es que odia a los delincuentes juveniles. El recorrido que sigue su personaje a lo largo de estos 10 episodios es brutal. Acabamos por empatizar con ella, comprendiendo todos los motivos que han moldeado su personalidad y los prejuicios que teníamos en un principio desaparecen, ya que ante todo Eun-Seok es alguien que se guía siempre por sus convicciones, intentando ser lo más justa posible en todas las ocasiones y dejando de lado sus sentimientos personales. El juez Cha Tae-Ju también tiene una historia que lo vincula a los delincuentes juveniles. A diferencia de su compañera, muestra empatía y compasión por los jóvenes, esforzándose por darles la segunda oportunidad que su propio entorno les negó desde que vinieron al mundo.


El mediático y sensacionalista caso que vemos en los primeros episodios es solo el telón de fondo de una historia que se cuece a fuego lento y que tiene muchos más matices de los que se ven a simple vista. Si en los primeros episodios se cuestiona que los delincuentes juveniles pueden cometer delitos amparados por la minoría de edad y la falta de leyes duras que los castiguen, la serie no tomara ese rumbo en el resto.


Jong Chan Hong parece decirnos que los casos de delincuencia juvenil son mucho más complejos de lo que podemos llegar a pensar. La mayoría de los jóvenes que los cometen vienen de familias disfuncionales donde el maltrato, las agresiones o el propio abandono de los progenitores unidos a factores sociales y económicos han propiciado la aparición de estos delitos. Muchos de los jóvenes que aparecen en la serie merecen una segunda oportunidad para reformarse por qué no lo han tenido nada fácil. Y en algunos casos la aprovechan para transformarse en mejores personas. No obstante, se dan otros casos donde los menores violaron la ley y no fueron debidamente castigados, creciendo con la certeza de que sus delitos carecían de gravedad. En estas ocasiones, los menores que reinciden vuelven a cometer delitos muchísimo peores por el simple hecho de que no aprendieron en su debido momento que la justicia es algo que deben respetar y temer. La minoría de edad ante la ley nunca debería determinar la gravedad del delito cometido. Algunas sentencias impulsan a los jóvenes a cometer delitos aún peores sirviéndose de su minoría de edad. Esta es una problemática social que comparten todos los países por igual y que debemos esforzarnos por cambiar como sociedad. La ley del menor debe establecer penas más duras que hagan a estos jóvenes comprender la gravedad de sus delitos y el daño irreparable que causan a las víctimas y a los familiares de estas. Un daño que la mayoría de veces las acompaña de por vida.


‘’Tribunal de menores’’ señala a la justicia y a la sociedad por igual como principales causas de la aparición y el desarrollo de delincuentes juveniles. Todos somos culpables de que un niño tome el camino equivocado y absolutamente todos podemos trabajar en conjunto para que esto no suceda. A los monstruos los crea la sociedad y los protege un sistema que no vela por los derechos de sus ciudadanos. No surgen de la nada ni tampoco aparecen de pronto. Su nacimiento y su desarrollo vienen propiciados por una serie de elementos que hacen posible su existencia.


Aunque los dos primeros episodios son horribles y resultan realmente difíciles de ver, estamos ante una serie que nos invita a reflexionar sobre un tema de actualidad muy interesante que ni siquiera debería existir en la sociedad actual. En todos los capítulos iremos conociendo diferentes casos de menores a los que compadeceremos o destestaremos. Pero algo está claro, una serie como esta no puede dejar indiferente a nadie.


Además de todo lo relatado, es una serie que nos habla sobre las segundas oportunidades y sobre como todos podemos seguir mejorando a lo largo de nuestra vida, ya que la vida es un aprendizaje continuo. Tanto los menores como los jueces llegan a experimentar esto en algún momento. En definitiva, me parece una serie muy interesante que nos invita a reflexionar, con varios giros en la trama que hacen entretenido su visionado y dejan al espectador intrigado sobre lo que está por venir.


Todo el elenco realiza grandes interpretaciones ( tanto los adultos, como los niños y los jóvenes), en especial Kim Hye-Soo y Kim Moo-Jul. Me ha sorprendido mucho descubrir que Lee Yeon quien interpreta a un niño tiene en realidad 27 años y que es una mujer. Que gran actriz, aunque solo salga en dos capítulos, su interpretación es brillante. Recomendaría la serie a todo el mundo. Me parece necesaria en los tiempos que vivimos.

*Una mirada realista (aunque ficticia) hacia los delincuentes juveniles

Hay centenares de series con tramas judiciales y policíacas hoy en día, de hecho, existen muchas de este género en la televisión surcoreana. Pero la mayoría de ellas tienden a dramatizar y exagerar su contenido, así como con escenas de acción sin venir a cuento y una comedia que le resta realismo a la trama.

En Tribunal de menores, sin embargo, nos adentran en historias cargadas de “desafortunado” realismo, diálogos potentes – aunque a ratos un tanto sensacionalistas –, y una interpretación extraordinaria encabezada por la veterana actriz Kim Hye-Soo, y seguida muy de cerca por los actores Kim Mu-Yeol, Lee Seung-Min y Na Geun-Hee.

Tribunal de menores trata casos donde los menores son el foco de atención - ya siendo criminales o víctimas - y aunque la mayoría son ficticios, están inspirados en crímenes juveniles que han ocurrido realmente en Corea del Sur. No es, definitivamente, una serie para todos los públicos; violencia, abuso, asesinato, drogas…

De hecho, el tribunal de menores es quizá el elemento más ficticio de la serie, ya que no existen en Corea del sur; solo existen secciones juveniles dentro de los tribunales familiares o de distrito. La guionista nos deja ver como sería la justicia hacia los criminales juveniles si hubiera tribunales dedicados exclusivamente para ellos, ya que, tratándose de menores y las leyes que los protegen, las víctimas muchas veces no llegan a ganar el juicio. Puede parecer una crítica a la ley, pero pronto te das cuenta de que los casos no son tan sencillos de juzgar como parecen.

*Personajes dimensionales

Tribunal de menores sigue a la jueza Shim, una mujer que odia a los delincuentes juveniles, enseguida conocemos al juez Cha, su nuevo compañero, más joven que ella y definitivamente más empático. Por último, tenemos al juez Kang, el más veterano de todos y al que no sabes si odiar o querer.

La química entre la jueza Shim y el juez Cha, es en mi opinión, la mejor entre los personajes. Dos personas totalmente opuestas, tanto en personalidad como en método de trabajo; la primera fría y dura como el mármol, y el segundo un bonachón que ve el mundo con una mirada más positiva. Pero es gracias a esas diferencias, que pueden complementarse y aprenden uno del otro. Ojo, no hay que dejarse engañar por esa química, que, aunque reconozco que me hizo dudar en algunos momentos, es tan solo profesional y de amistad. No hay espacio para romances en Tribunal de menores.

La mayoría son personajes dimensionales, construidos a base de capas que van desvelando según avanza la trama. Aquí vemos de nuevo ese realismo, especialmente humano, donde los protagonistas, lejos de ser perfectos, luchan por el bien. Cada uno de ellos tiene un pasado que le atormenta y que inevitablemente vuelve a resurgir cuando menos lo esperan.

Se enfrentan a su propia moral y a la realidad de la justicia, que aun siendo ellos quien la imparten, no siempre es justa. Como dicen en la serie: “Así es la ley, ya lo sabes”.

*Crímenes universales y la vida de sus menores

Que la historia ocurra en Corea del Sur, no debe apartar a nadie de sentirse identificado o empatizar. Obviamente existen las diferencias culturales y el idioma, pero en esta serie en particular, esas diferencias, apenas son notables.

Hay un sentimiento desolador en cada capítulo, al ver que la situación del crimen y especialmente la situación de los criminales juveniles, parece ser la misma en todas partes. No importa el idioma, la cultura o el país; el crimen no entiende de diferencias, y queda perfectamente plasmado en esta serie.

Tribunal de menores no solo cuestiona la ley de protección de menores a la hora de ser juzgados por un crimen, sino que también, muestra como muchas veces estos delincuentes son, además, víctimas. La vida de estos niños queda a manos de los jueces, quienes con tan solo una decisión pueden determinar su futuro.

¿Quién cuida de los jóvenes una vez son juzgados? ¿Quién se ocupa de su educación y reincorporación en la sociedad? ¿Y Quién es el verdadero culpable de que los niños se conviertan en monstruos?

*Conclusión

Tribunal de menores es una serie que, una vez la empiezas, te sorprende lo mucho que consigue cautivarte y hacer que sientas. No es solo ese impactante primer capítulo que empieza muy arriba, no es solo el carisma atrayente de la protagonista o los distintos casos que hacen que te hierva la sangre.

Es una sinergia de elementos que van llegando unos tras otro en capítulos de una hora y que inevitablemente debes seguir viendo. Me alegro de que la guionista, Kim Min-Seok, sintiera esa curiosidad por los jueces y, al ver que no estaban bien representados en la televisión coreana, decidiera escribir esta serie. Da mucho en que pensar.