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Terror en la ópera (1987)

Terror en la ópera
107 min.
6,2
1.286
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
A Betty (Cristina Marsillach), una joven cantante de ópera, le ofrecen la oportunidad de debutar como protagonista en el "Macbeth" de Verdi, al sufrir un accidente la cantante principal. La obra tiene fama de maldita y, de hecho, empiezan a producirse, en torno a Betty, una serie de extrañas muertes que vendrían a confirmar tal superstición. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Giallo Asesinos en serie Gore
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Opera
Duración
107 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
La mirada steadycamizada de Argento
En una entrevista a Dario Argento, el director italiano reconocía haber tenido un impulso vengativo a la hora de afrontar su nueva película, ‘Opera’. Y no es para menos. Al director de ‘Suspiria’ no le dejaron dirigir la ópera de Verdi ‘Rigoletto’ por razones conservadoras, hecho que le obligó a responder de manera contundente: un film que tiene lugar en un gran teatro, donde un famoso director de cine de terror dirige otra ópera de Verdi, en este caso ‘Macbeth’, y alrededor de la cual se producen una serie de macabros asesinatos. Argento estaba dispuesto a reciclar sus conocimientos y, de paso, hacer su film más ambicioso hasta la fecha. Pues “maldito sea el día en que decidí dirigir esta película”, pensaría el director después del estreno de su venganza, ya que la cinta no sólo fue un fracaso comercial y un muñeco vodoo para la distribuidora Orion, sino que también estuvo envuelta por una serie de infortunios, como toda adaptación de Macbeth que se precie (agresiones de cuervos, la caprichosísima Cristina Marsillach, la muerte del padre de Argento durante el rodaje, la muerte por SIDA del actor Ian Charleson poco después del estreno, etc).

Pero vayamos al grano; a por las ‘otras’ razones que hicieron de este un film de culto. Lo primero que nos atrae de ‘Opera’ es el virtuosismo tanto estético como de la puesta en escena de Argento. La steadycam se convierte desde el principio en una herramienta omnipresente que pone en marcha todo un juego de miradas subjetivas. El plano secuencia del principio, enigmático y extraño, donde la cantante sale inesperadamente del escenario y se adopta un punto de vista subjetivo contranatural (vemos lo que ve la espalda del personaje), es un buen ejemplo. Y así, un puñado de trávelings rebeldes que convertirán el metraje en un orgasmo visual como pocos (eyaculación incluida). Pero por si no fuera suficiente, el director romano va más allá regalándonos algunas secuencias imposibles, como el antológico momento en el que una bala atraviesa la mirilla de una puerta para perforar el ojo derecho de un personaje y acabar estrellándose contra un teléfono al fondo de la habitación. Y todo, en perfecta cámara lenta con vista macro de la bala.

No son pocos los que han criticado la película de Argento por lo plano de sus personajes y por un guión flojo, con un final que argumentalmente destroza todo lo que se había conseguido anteriormente. Hasta los ejecutivos de Orion llegaron a pedirle al director que eliminase la escena final rodada en los bellos exteriores suizos. Con todo, y dejando a un lado algunas incongruencias del guión, debemos valorar el final como la prolongación de un film que hasta el momento había sido hiperbólico en todos los sentidos, con un desarrollo que no atiende a los deseos de verosimilitud. Sino más bien todo lo contrario: un viaje alucinante en steadycam a través de los rites de passage de la joven Marsillach; que bien podrían tratarse de los del propio Argento como cineasta…

****4/5****
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34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Mirar el terror
En general no me gusta Dario Argento pero sí me gusta “Opera”: a decir verdad una única secuencia vale toda una película y aquí tenemos una que marcó el género. Indudablemente referencial y memorable.

Minuto 29:

Antes un diálogo descacharrante:

—“¡De acuerdo a la leyenda las cantantes de ópera sois extremadamente calientes! Dicen que hacen el amor antes de salir a escena. Que eso relaja su voz.”
—“Quizás yo sea una cantante muy mala, o una excepción…”

La conversación proviene del novio y Betty, la protagonista, en el apartamento de éste. La preparación de un té deja a la cantante de ópera sola en la habitación. De repente, aparece la terrible mano enguantada del asesino que le tapa la boca, le pone un esparadrapo y pese a resistirse y queda aturdida con un golpe. La puerta se cierra. El vil asesino pone en práctica el curso de nudos marineros que hizo en su terrible infancia y nos enseña lo que tenemos que hacer con nuestra pareja si queremos una noche de bondage. Betty intenta pedir auxilio y liberarse pero es imposible. Cae de la cama pero el terrible psicópata le agarra y le ata a una columna (el curso de nudos era el más caro). Cuando ha acabado le pone unos adhesivos con alfileres en los ojos homenajeando a “La naranja mecánica”. Le muestra su situación con un espejo. Frente a frente.
— “¡Mira! Si tratas de cerrar tus ojos… ¡te desgarrarás los párpados!”
El novio consigue entrar en la habitación y camina lentamente observando a Betty atada cual Juana de Arco mientras intenta advertirle con espasmos. Finalmente llega frente a ella y un nuevo homenaje al Kubrick de “Espartaco” con ese plano subjetivo y los alfileres. Un cuchillo aparece y atraviese el cuello del chico llegando al interior de su boca. Betty presencia el horror en planos cortos de sus ojos y cómo su novio cae al suelo y es apuñalado violentamente una y otra vez. Dario Argento se recrea en ese momento y una vez muerto el muchacho el asesino se acerca a Betty para acariciarla y decirla:
— “No es verdad que seas frígida. Eres una perra en celo.”
Inmediatamente… ¡la libera!

Después de la memorable secuencia aparece siempre el Argento y sus clichés del giallo que incitan al ridículo: un ataque con plancha super-cutre, el momento cuervo chivato o la ‘pedrada’ final como si Terrence Malick hubiese dirigido un anuncio simbólico de compresas. Eso sí, la secuencia del tiro en la puerta es bastante buena y el filme tiene su leyenda con al muerte de uno de los actores durante el rodaje.
Pese a que O.T. nos indicó que eso de cantar y el sexo rebajaba tonos Argento insiste con otro diálogo memorable.

— “La gente piensa que hacemos el amor antes de salir a escena. (…) Tú trabajas en el cine y los de esa profesión sois famosos en ese terreno.”
— “Es cierto, yo me la meneo antes de rodar.”

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23 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
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