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España España · Calafell
Críticas de kakihara
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
6
15 de agosto de 2009
123 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los asiduos a Sitges, Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya, hemos visto cosas que vosotros no creeríais. Coprofagia y toda clase de aberraciones en el Saló de Pasolini. Hemos visto violaciones de 9 minutos ininterrumpidos en la Irreversible de Gaspar Noé. Hemos visto gente corriente cometer crímenes atroces en los films de Haneke. Autofelaciones con cabezas decapitadas en la Alta Tensión de Alexandre Aja... Todas estas escenas se perderán en el tiempo como lágrimas bajo la lluvia después de ver la fechoría de Pascal Laugier, segunda película del director galo que parece eliminar las barreras de la transgresión.

Una sociedad secreta que se dedica a torturar sin límites a sus víctimas (todas niñas y jovencitas). Una niña que consigue escapar del martirio y 15 años más tarde vuelve decidida a consumar su venganza con una escopeta bajo el brazo. Una experiencia tan infernal (la de la niña) que la asfixia y le quita las ganas de vivir. Una buena amiga que cae en poder de la misma organización. Palizas sin guión. Centenares de cortes alrededor del cuerpo. Bandas metálicas clavadas en la cabeza con clavos de 10 cm. Aislamiento. Oscuridad. Silencio. Aturdimiento.

El repertorio de elementos tortuosos que utilitza Laugier es cuanto menos variado. Su dominio de las escenas más dramáticas, a pesar de caer a veces en los excesos, es contundente. La estética visual coge lo mejor del nuevo cine de terror francés, con una fotografia de la que se desprende el espíritu del slasher de los 70, aunque mucho más limpio y estilizado.

Pero después de visionar el film, la sensación que le queda al espectador es la de que alguna cosa no acaba de funcionar. ¿El principal problema de Laugier? La ambigüedad a la hora de imprimir un tratamiento y tono determinados. ¿Se trata de pura diversión, de llamar la atención, o de brindar a la reflexión entorno al tema de la violencia? Por momentos, el espectador no sabe dónde situar la cinta, si en un territorio slasher de diversión y provocación (Alexandre Aja o Gaspar Noé) o, por el contrario, en un discurso serio sobre los fundamentos de la violencia no exento de polémica (Michael Haneke). Esta ambigüedad hace de Martyrs un arma de doble filo.

En la rueda de prensa posterior a la proyección del film en Sitges, un aficionado (o freak, mejor dicho) le preguntó al director francés por qué no había incluído ninguna escena de sexo, cuestión que Pascal respondió con un claro y contundente: ‘Mi película no trata el tema del sexo’. Este comentario nos hizo creer a muchos que el director tenía las ideas muy claras y había creado un producto muy coherente. Pero cuando uno se mueve por encima de la línea imaginaria que separa los dos mencionados tonos (diversión gore y discurso serio sobre la violencia), debe hacerlo sin que uno ensucie el otro. Y si hay algo que le podemos reprochar al director galo es, desgraciadamente, el hecho de ensuciar demasiado su discurso trascendental.

****3/5****
kakihara
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8
28 de octubre de 2013
102 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraña e hipnótica película que nos regala Jarmusch, que recupera el clásico subgénero de vampiros para desarrollar dos horas de reflexiones filosóficas nada pomposas, teñidas de un humor ligero y envueltas de un manto romanticista que poco a poco se va calando en nuestro subconsciente.

Contrariamente a lo que ha denunciado buena parte de la crítica que la vió en Cannes y Sitges, la película no me parece en absoluto pedante; el desarrollo podría extrapolarse, en esencia, a lo que sería una conversación de corte existencialista de algo más de 2 horas en un "Tren Misterioso" que tendría por ruta imaginaria Detroit-Tánger. La pareja protagonista (junto al magnífico pero desaprovechado John Hurt) hablan con una mezcla de ligereza, añoranza y nostalgia por la verdadera Historia de la humanidad, la que ellos han vivido. Aquella Historia reescrita en la que Adam (brillante y carismático Tom Hiddleston) pasaba largas veladas con Mary Shelley y el "estúpido y arrogante" Lord Byron. O aquella en la que el protector vampiro interpretado por John Hurt le escribía en secreto las obras a Shakespeare. Deslices cómicos y agradables que no impiden ver de lo que realmente va esta historia: de dos vampiros eternamente enamorados que ya no comprenden el rumbo que está tomando la humanidad. Que estan cansados de tener que buscar sangre en el mercado negro, y lo que es más grave, tener que rebuscar sangre que no esté contaminada; porque ese es el verdadero quid de la cuestión: La humanidad está podrida. Tan podrida que ni la Eva interpretada por Tilda Swinton ni Adam se ven con ganas de salir de sus madrigueras (un pequeño piso en el casco viejo de Tánger, en el caso de Eva, y una mansión situada en una urbanización abandonada de Detroit, en el caso de Adam). Ambas madrigueras, situadas en espacios nocturnos evocadores y extraños, donde se respira un aire de ensoñación en Tánger, y una profunda desolación y abandono en Detroit.

Cuando el grado de hastío por este depravado y deprimente mundo toca techo, Adam decide llamar a su amada; necesita verla, sentirla a su lado para seguir con las ganas de vivir y no tener que meterse una bala de madera maciza en el pecho. Y es aquí cuando la película vuela, cuando los dos amados se reencuentran (como hacen cada varios decenios) y cuando el film verdaderamente arranca. Eva demuestra su fijación por esos pequeños detalles de la vida, parándose cada vez que descubre una antigua especie de planta en el jardín de Adam ("¡Ohh, qué maravillosa Rosmarinus Officinalis!"), algo que tanto Adam como nosotros mismos necesitamos para continuar viviendo en este mundo en decadencia. Casi como si tuviéramos Síndrome de Asperger: reparar en esos pequeños detalles de la vida en los que nadie se fija...

Muy recomendable si eres seguidor de Jarmusch y deseas evocar sensaciones similares a las evocadas en la Memphis de "Mystery Train"/// Recomendable si eres de mentalidad abierta y no esperas nada de los demás /// No recomendable si esperas una lección magistral sobre filosofía y existencialismo; Jarmusch no es filósofo, es un mero poeta de otro tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kakihara
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7
8 de agosto de 2013
55 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mágica película del ya director a tener en cuenta, Jeff Nichols, que va forjando poco a poco una absorvente aventura sobre la maduración de dos chavales que se ven enfrascados ayudando a un fugitivo, Mud (brillante McConaughey) a escapar tanto de la policía como de aquellos asesinos que lo persiguen, para reencontrarse con su novia (una irreconocible Reese Witherspoon). La película no debería considerarse estrictamente de aventuras a la vieja usanza; se trata más bien de un drama que se detiene en la relación de uno de los dos niños (Tye Sheridan, descubierto en "El Árbol de la Vida" y aqui colosal, y una suerte de precoz James Dean) y el prófugo Mud. Nichols se toma su tiempo (algo más de 2 horas) para narrar el proceso de madurez al que se ve sometido el niño en unos pocos días, descubriendo el amor, la amistad incondicional, y los ideales que parecen estar convirtiéndolo en un hombre antes de tiempo.

La película logra algo que al parecer Nichols viene logrando desde su interesantísima ópera prima ("Shotgun Stories"): absorver al espectador a pesar del ritmo lento y el sobrio y elegante empaque visual. Tan sólo hay que dejarse llevar durante los primeros 30 minutos de metraje para luego verse presa de la lograda narrativa de Nichols y no despegar la mirada de la pantalla.

Se detectan, también, elementos de sus dos anteriores películas, como podrían ser ese gusto por situar sus historias en ecosistemas anómalos o de otras épocas aun vivos en la América actual. Mientras que en "Shotgun Stories" la acción tenía lugar en el extrarradio de un pueblo de Arkansas desprovisto de gente y “Take Shelter” se trasladaba directamente a una región rural de Ohio, en Mud la acción vuelve a transcurrir en Arkansas, en este caso en una pequeña colonia de casas flotantes a orillas del río Mississipi, un entorno a punto de desaparecer y quedarse sin su particular idiosincrasia y antigua tradición pesquera. Y los elementos del particular universo de Nichols no se quedan sólo ahí; el gran Michael Shannon (para mi, uno de los mejores actores estadounidenses ahora mismo), que en “Shotgun Stories” trabajaba en la pesca tradicional de la región de Arkansas, aquí se cuela en el personaje del tío de uno de los niños, que se dedica a recoger chatarra del fondo del río con su escandaloso casco de buzo. Asimismo, la temática de la lucha fratricida por vengar la muerte de un hermano, en la cual giraba toda “Shotgun Stories”, está también presente aquí, con remate final incluído.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
kakihara
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8
26 de agosto de 2009
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una entrevista a Dario Argento, el director italiano reconocía haber tenido un impulso vengativo a la hora de afrontar su nueva película, ‘Opera’. Y no es para menos. Al director de ‘Suspiria’ no le dejaron dirigir la ópera de Verdi ‘Rigoletto’ por razones conservadoras, hecho que le obligó a responder de manera contundente: un film que tiene lugar en un gran teatro, donde un famoso director de cine de terror dirige otra ópera de Verdi, en este caso ‘Macbeth’, y alrededor de la cual se producen una serie de macabros asesinatos. Argento estaba dispuesto a reciclar sus conocimientos y, de paso, hacer su film más ambicioso hasta la fecha. Pues “maldito sea el día en que decidí dirigir esta película”, pensaría el director después del estreno de su venganza, ya que la cinta no sólo fue un fracaso comercial y un muñeco vodoo para la distribuidora Orion, sino que también estuvo envuelta por una serie de infortunios, como toda adaptación de Macbeth que se precie (agresiones de cuervos, la caprichosísima Cristina Marsillach, la muerte del padre de Argento durante el rodaje, la muerte por SIDA del actor Ian Charleson poco después del estreno, etc).

Pero vayamos al grano; a por las ‘otras’ razones que hicieron de este un film de culto. Lo primero que nos atrae de ‘Opera’ es el virtuosismo tanto estético como de la puesta en escena de Argento. La steadycam se convierte desde el principio en una herramienta omnipresente que pone en marcha todo un juego de miradas subjetivas. El plano secuencia del principio, enigmático y extraño, donde la cantante sale inesperadamente del escenario y se adopta un punto de vista subjetivo contranatural (vemos lo que ve la espalda del personaje), es un buen ejemplo. Y así, un puñado de trávelings rebeldes que convertirán el metraje en un orgasmo visual como pocos (eyaculación incluida). Pero por si no fuera suficiente, el director romano va más allá regalándonos algunas secuencias imposibles, como el antológico momento en el que una bala atraviesa la mirilla de una puerta para perforar el ojo derecho de un personaje y acabar estrellándose contra un teléfono al fondo de la habitación. Y todo, en perfecta cámara lenta con vista macro de la bala.

No son pocos los que han criticado la película de Argento por lo plano de sus personajes y por un guión flojo, con un final que argumentalmente destroza todo lo que se había conseguido anteriormente. Hasta los ejecutivos de Orion llegaron a pedirle al director que eliminase la escena final rodada en los bellos exteriores suizos. Con todo, y dejando a un lado algunas incongruencias del guión, debemos valorar el final como la prolongación de un film que hasta el momento había sido hiperbólico en todos los sentidos, con un desarrollo que no atiende a los deseos de verosimilitud. Sino más bien todo lo contrario: un viaje alucinante en steadycam a través de los rites de passage de la joven Marsillach; que bien podrían tratarse de los del propio Argento como cineasta…

****4/5****
kakihara
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8
7 de enero de 2010
28 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Espectacular muestra de incipiente cine clásico que en apenas 1 hora de duración asienta las bases de lo que se venía gestando progresivamente en los cortos de Griffith previos a 1913 (filmados con la Biograph) y la multitud de propuestas que habían tomado la dirección de una linealización del relato en el recién nacido tragaluz móvil.

Lo que hace DeMille en su primer film importante es recoger todos aquellos progresos en iluminación, dirección de actores, raccords de todo tipo (perfectos los raccords de mirada durante todo el juicio), uso de planos de todas las escalas, reunirlos todos y darles la forma del relato moderno tal y como lo conocemos a día de hoy, a través de una historia de engaños, centrada en tan sólo 3 personajes, y con momentos dramáticos propios del Griffith de “Lirios Rotos” (atención a la escena –para la posteridad- entre el villano Hayakawa y la zorra de Fannie Ward forcejeando en la estancia del primero).

Hay mucho de moderno en este film (la iluminación “a lo Rembrandt” que dicen algunos y que sentaría las bases de parte del posterior cine de Hollywood), la temática compleja llena de ironía dramática (información que conoce el espectador pero no los personajes), los mencionados raccords, etc, pero todavía se pueden observar algunos resquicios del cine más primitivo especialmente en la la puesta de los actores en escena: todavía vemos a los actores actuar a menudo de cara a la cámara, sin darle la espalda, y el dispositivo resulta, salvo excepciones, muy estático. Por lo tanto, no hay mucho lugar para los fuera de campo, aunque no deberíamos olvidarlo: hablamos de un film de 1915…

Por último, otro de tantos impulsos que dará DeMille (que figura como productor) en pro de la formación del cine institucional será el de la exaltación de la figura de la estrella, algo que hacía muy poquito la productora de Zukor (Famous Players) había impulsado con tal de conseguir una industria rentable y delimitar las líneas básicas del Nuevo Hollywood. La figura de Fannie Ward queda así resaltada desde los títulos de crédito (“Fannie Ward in… The Cheat”), siendo su nombre más grande que el del título de la película.

Película imprescindible para entender la gestación del Cine Clásico y, encima, un divertimento de cuidado.

****/*****
kakihara
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