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Cuando las brujas arden (1968)

Cuando las brujas arden
82 min.
5,8
670
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Sinopsis
Matthew Hopkins es el cazador de brujas más importante de Inglaterra. Viaja junto a su brutal ayudante, por la campiña, prestando sus servicios donde lo llaman y aprovechándose de aquellas jovencitas acusadas de brujería que querían vivir un poco más. En uno de estos pueblos, Hopkins tortura a un párroco acusado de brujería y obtiene de su sobrina favores sexuales a cambio del perdón. Pero el novio de la chica, un soldado de Cromwell, jura venganza. (FILMAFFINITY)
Género
Terror Aventuras Brujería Siglo XVII
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Witchfinder General (The Conqueror Worm)
Duración
82 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
Brujas todas
El estar orientada hacia la exploitation y la serie B puede hacerle perder cierta credibilidad, pero sería un error pasar por alto una de las miradas más personales, duras y bestias a ese período oscuro de la historia que ha acometido el cine. Me sorprendió mucho su valentía, cercana a las moralmente agresivas películas de "sex and revenge", y su falta de prejuicios a la hora de hilvanar hechos atroces sin fijarse demasiado en los gustos del espectador.

Violaciones, torturas, sacrificios en nombre de dios, venganzas despiadadas... La ética se incendia en una cruz de bajas pasiones surgida del odio inmenso que inspira un Vincent Price grandioso, memorable en su encarnación del cruel Mathew Hopkins. El estilo, más bien clásico, se cortocircuita con arrebatos de violencia que rayan la abstracción y la psicotronía, con chorretones de sangre artificial como los que metía el Corman de su etapa más experimental.

Buena mano y bastante personalidad en la batuta de director del malogrado Michael Reeves, un tipo peculiar y talentoso que pasó al otro barrio por una ¿accidental? sobredosis de barbitúricos tras terminar este film. Tenía 26 años y unas pocas -e igualmente intensas- películas de terror a sus espaldas.

Lo mejor: su incómoda dureza.
Lo peor: un ritmo pelín trastabillante.
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21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El gusano conquistador
Witchfinder General no es una película de terror al uso. Trata el tema de la brujería, sí, pero ni las brujas ejecutadas por el infame Matthew Hopkins son tales, ni el eje principal de la historia gira en torno a sus artes. Witchfinder General trata la ambición humana, del oscuro deseo por el que el hombre, en nombre de su creador, viola, tortura y mata a sus semejantes. Sin pretensiones históricas Reeves narra una historia de violencia y de la venganza que esta engendra; parece pretender que el mal quede pagado con la sangre (de un intenso rojo acrílico) de los que lo engendraron.
La película tiene ese tono clásico y crudo de los films que la productora Hammer realizó entre 1935 y 1953. Las actuaciones, en especial la del siempre grande Vicent Price, se encuentran muy a la altura de las circunstancias y ayudan a redondear un guión que no está nada mal planteado, a pesar de lo obvio que pueda resultar en algunos pasajes.
El subtítulo, The conqueror worm, está extraído directamente de un precioso poema del genial Poe que paso a trasladar:

El Gusano Conquistador

¡Vedla! ¡Es noche de gala
en los últimos años solitarios!
La multitud de ángeles alados,
con sus velos, en lágrimas bañados,
son público de un teatro que contempla
un drama de esperanzas y temores,
mientras toca la orquesta, indefinida,
la música sin fin de las esferas.

Imágenes del Dios que está en lo alto,
allí los mimos gruñen y mascullan,
corren aquí y allá; y los apremian
vastas cosas informes
que el escenario alteran de continuo,
vertiendo de sus alas desplegadas,
un invisible, largo Sufrimiento.

¡Este múltiple drama ya jamás,
jamás será olvidado!
Con su Fantasma siempre perseguido
por una multitud que no lo alcanza,
en un círculo siempre de retorno
al lugar primitivo,
y mucho de Locura, y más Pecado,
y más Horror —el alma de la intriga.

¡Ah, ved: entre los mimos en tumulto
una forma reptante se insinúa!
¡Roja como la sangre se retuerce
en la escena desnuda!
¡Se retuerce y retuerce! Y en tormentos
los mimos son su presa,
y sus fauces destilan sangre humana,
y los ángeles lloran.
¡Apáganse las luces, todas, todas!
Y sobre cada forma estremecida
cae el telón, cortina funeraria,
con fragor de tormenta.
Y los ángeles pálidos y exangües,
ya de pie, ya sin velos, manifiestan
que el drama es el del Hombre, y que es su héroe
el Vencedor Gusano.

Edgar Allan Poe
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17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
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