Matar a Santa (2020)

Vale, la premisa de "Matar a Santa" es tan imposible como ridícula. Vale, que una película de acción apenas tenga una única escena de acción al final de la película creando un anticlimax decepcionante es un suicidio narrativo. Vale, Walton Goggins está estereotipado y Mel Gibson se dedica a hacer las muecas de siempre. Vale, la película tiene más fallos que aciertos.

Pero es que resulta que me ha encantado. Y aún no sé por qué. "Matar a Santa" es una película menor que funciona tan solo porque se toma en serio todos y cada uno de los despropósitos que contiene. O por decirlo de otra forma: es honesta en su locura. Por poner un ejemplo: tardan más de media hora en construir el personaje de Mel Gibson y cuando nos han convencido de quien es realmente (una premisa imposible) entonces dinamitan todo cuanto han conseguido con esa fábrica llena de Elfos. ¿Puede una película llena de Elfos, renos, militares, asesinos, y un Papa Noel en quiebra ser coherente? Pues lo es. MUY coherente. Y quizás por eso me ha encantado, porque solo comenzar todo parecía que iba a ser un desastre y, aunque en cierta manera dista mucho de ser perfecta, tiene personalidad. Está rodada con mimo, se toma en serio a sí misma y lo que es más sorprendente: acaba siendo entretenida.

A veces el cine es un misterio, como con esta película. Tampoco es que os la recomiende porque puede que os parezca una locura aburrida. Pero, maldita sea, tengo que volver a verla. Me ha encantado.

Cuando escuché la existencia de este proyecto con un actor como Mel Gibson fue música para mis oídos. La idea de un Santa Claus políticamente incorrecto y con dominio de las armas era un "cállese y coja mi dinero" clarísimo.

Pues al final resulta que la película no es un regalo, sino más bien carbón.

El prometedor tráiler que se presentó hace tiempo termina siendo una cinta donde este San Claus no es como lo pintaban. Es cierto que es un Santa Claus venido a menos, pero no llega a ser lo suficientemente canalla. Ya vamos mal.

La historia tampoco es una maravilla, empieza bien con el repelente niño protagonista y luego la narración avanza a pasos demasiado lentos para que la esperada confrontación llegue tarde con la cinta dando sus últimos coletazos.

Gibson y Walton Goggins se desenvuelven bastante bien, la clave es que el guion necesitaba más dosis de incorreción y sangre. Más que un Papá Noel chabacano y deslenguado este es un Noel con una crisis como la puede tener cualquiera. En definitiva, un desperdicio de historia que tiene sus puntos y no dura demasiado, pero que está muy por debajo de lo que debería haber sido.