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Otelo (1956)

Otelo
107 min.
6,1
27
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Sinopsis
Adaptación de la obra de Shakespeare, la primera rodada en color en la historia del cine. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Celos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Unión Soviética (URSS) Unión Soviética (URSS)
Título original:
Othello
Duración
107 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Shakespeare: Otelo
Premios
1956: Festival de Cannes: Mejor director. Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
7
Tragedia en Chipre.
187/23(28/08/17) Poco conocida adaptación soviética de la famosa homónima obra del Bardo de Avon de 1603, un recomendable melodrama (aunque con deficiencias) dirigido y escrito por el ruso Sergei Yutkevich, estrenada en el Festival de Cannes en 1956, ganando el premio al mejor director. Producción con una grácil puesta en escena, unas estupendas actuaciones, Irina Skobtseva (Desdémona), Andrei Popov (Iago), Vladimir Soshalsky (Cassio), a excepción de su oveja negra que es precisamente el protagonista, Sergey Bondarchuk como Othello, actor de valía y director de grandes films, pero aquí encarna de modo híper-histriónico al moro Othello, pasado de vueltas, parece este en el cine mudo, con unos aspavientos grimantes.

El argumento trata los temas ya consabidos sobre las obsesiones, los celos, la sed de venganza, el machismo, el amor como patología, esto potenciado por la hábil realización sabiendo conjugar los diferentes elementos para dar un sentido dramático al relato, impregnando de lirismo punzante los fotogramas, haciendo de la cámara un recurso lirico que maximiza las emociones, con picados y contrapicados, con primeros planos expresivos, gracias a la fotografía de Yevgeni Andrikanis (“Mashaka”), que sabe realzar la tormenta de sentimientos que fluye por el metraje, otorgando intensidad en los silencios.

La historia sabe picar en el modo superficial en que viven las élites, su despotismo, sus debilidades humanas, grietas que aprovecha el pérfidos Iago para dinamitar al poder establecido cual Joker, ello mediante intrigas excelentemente hilvanadas, con mordacidad Iago se convierte en la estrella. Un villano carismático encarnado maravillosamente por Andrei Popov, emitiendo astucia, malicia, ingenio, ello con un lenguaje físico notable, proyectando autenticidad en su insidia operadora. Lástima de una interpretación sobreactuada de Sergei Bondarchuk (dejando apártela chapuza de estar tiznado de betún, como lo estuvo en el mismo rol Orson Welles o Laurence Olivier), con unos aspavientos que resultan chirriantes y nos alejan de su personaje. Actor que más tarde se convertiría en director de prestigio con obras tan buenas como “El destino de un hombre”, “Guerra y Paz” o “Waterloo”; Por contra Irina Skobtseva (se convirtió en la esposa de Bondarchuk en 1959), como la desdichada Desdémona realiza una interpretación muy sentida y emocional, te toca la fibra sensible, conjugando belleza y ternura; Vladimir Soshalsky como Cassio deja una grana actuación de pusilánime; Yevgeni Vesnik como Roderigo hace un disfrutable rol de alimaña despreciable; Antonina Maksimova como Emilia cumple con su papel notablemente.

Cabe achacarle cierta precipitación en la travesía a la locura de celos de Othello, falta desarrollo gradual para no aparente precipitación y nos quiera llegar a empujones.


La puesta en escena resulta adecuada, con escenarios ampulosos que nos sumergen en el tiempo y espacio, con un valioso diseño de producción de V. Dorner, Mikhail Karyakin (“Los trece”), Arnold Vaisfeld (“Admiral Nakhimov”), desde la Venecia de los canales, sus callejuelas, la gran sala del Ducado, la Fortaleza en Chipre, o el gótico dormitorio de Othello y Desdémona.Lástima que no pueda juzgar el coloriso, pues la copia que he visto no era la mejor. La música es del georgiano de Aram Khachaturian (“Uno, dos, tres” o “2001: Una Odisea del espacio”), aportqando dramatismo punzante.
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