Si yo fuera diputado (1952)

Después de varias interpretaciones aunque memorables todavía faltaba como decimos “el peso para el centavo”, y este llego de la mano de la película “si yo fuera diputado”. Película que supuso un cambio muy notable con respecto a sus obras anteriores, tanto por el tema como por su interpretación. El lenguaje de Cantinflas, sin haberse alterado en la superficie, cambio por su fondo gracias a los diálogos adicionales de Carlos León. Sus frases ininteligibles se convirtieron en discursos de doble sentido social e incluso político. En medio de las cómicas peripecias de peluquero se eleva una enseñanza bastante seria para el pueblo mexicano. La película causo un gran impacto en el público que por nada del mundo se perder de ver.
Que viva el buen cine.

Tengo más plumas que un pollo. Es solamente una de las perlas que deja este nuevo film de Cantinflas, en delicioso blanco y negro, donde el genial humorista mexicano vuelve a ponerse a las órdenes de su amigo Miguel M. Delgado para encarnar al mítico peladito.

En esta ocasión, el protagonista evolucionará de un lenguaraz barbero de Sevilla a un aspirante a diputado, aunque eso le llevé a chocar con uno de los caciques del barrio. Si bien Cantinflas sigue siendo un busca-vidas de hábil retórica, aquí tiene un toque más moralizante, sumergiéndose en la carrera pública con fines altruistas para sus convecinos. Con todo, resulta mucho menos moralizante que, por ejemplo, "El padrecito", algo que es muy de agradecer.

Delgado explota uno de los éxitos que su protegido ya había llevado a la excelencia en "Ahí está el detalle"; en esta ocasión, será el humorista el encargado de defender a una viuda de muy buen ver con todo tipo de triquiñuelas y giros rocambolescos del lenguaje.

Para los fans del mito, una oportunidad de verlo en plena forma, gran objetivo de estas producciones a la hora de rodar este tipo de películas.