El tribunal de la comedia (1962)

Un vendedor de semillas y criador de periquitos, asesina sin ninguna clase de dudas a su esposa y su inepto abogado intentará defender lo indefendible.
La película está rodada en blanco y negro y con cuatro actores mal contados, donde los protagonistas absolutos son Peter Sellers como el abogado defensor y Richard Attenborough en el papel del acusado, que acaparan todo el peso de un film que más parece una obra de teatro, ya que casi todo el metraje transcurre en la celda del acusado. Los diálogos son inteligentes y la interpretación es buena, pero la cinta es lenta, parsimoniosa, muy aburrida, sosa, y sin el más minino interés, ya que los bostezos están asegurados.
Conclusión: Es una comedia triste, interpretada con tristeza y penosa de ver, están avisados.

Un comienzo de humor fresco y chispeante va convirtiéndose en una narración de ritmo irregular a medida que la acción cobra carta de naturaleza.
La película se desarrolla mediante retrospectivas y exordios más o menos afortunados pero siempre en una atmósfera de cierta originalidad y dotada de un notable sentido cómico.
Es de austero formato pero muy pulcro, ofrece cuidado en sus detalles, por momentos resulta entrañable y deja la impronta de un gracejo sin estridencias pero eficaz y valioso.
El mano a mano entre P. Sellers y R. Attenborough es excelente y presenta momentos de inigualable altura.