Bajo sospecha (Serie de TV) (2015)

No seré pretencioso, sé que no se trata de la serie de mayor calidad del mundo, pero debo admitirlo: me entretuve. Pese a estar lleno de problemas en el guion, pese a que hay muchas cosas realmente poco creíbles, francamente fantasiosas, pese a que de repente tiene problemas de continuidad, pese a que las actuaciones no son las mejores, pese a todo, me entretuve y mucho.

La historia atrapa, pese a todos sus ripios, en especial la primera temporada (la segunda decae bastante). Pese a lo anterior y lo adictiva que puede resultar la serie, sin duda no se trata de un producto de gran calidad, al mirarla objetivamente está lleno de problemas.

La música, la decoración, la fotografía, el ritmo y la tensión narrativa están bastante bien, y logran tapar varias falencias del guion. En resumen el entretenimiento y la tensión logran tapar las muchas deficiencias de esta serie-thriller.

En mi opinión en ambas temporadas el ritmo es el mismo, el de una montaña. Parte mal, primeros capítulos flojos, luego va ascendente, agarra cierto ritmo, se vuelve mucho más atractiva y por último vuelve a decaer, con dos finales (uno para cada temporada) que dejan mucho que desear. Sin duda, dentro de este contexto la primera temporada resulta mejor que la segunda, con un mucho mejor climax.

El guion es excesivamente recargado, demasiados trapos sucios de los presuntos implicados, demasiados. Si bien esto es para que el espectador sospeche de todos, llega a ser tan excesivo que pierde la credibilidad. Son demasiados personajes en cada temporada, demasiados sospechosos que desfilan por la cárcel como si fuese ir al supermercado, quizás, por el bien de la calidad, bastaba con reducir la lista y profundizar en estos (sus emociones, sus historias, en fin, profundizar sus personajes). La historia se acaba enredando demasiado en sí misma, ante el bombardeo de información. El guion hubiese necesitado más coherencia, menos tramas subyacentes y más desarrolladas. Menos pistas falsas y giros argumentales forzados y más desarrollados, etc. En fin, en todo, menos y mejor, menos cosas y más profundas, menos personajes y más profundos. Etc.

La temporada 2 es mucho peor que la 1, si bien la actuación de Blanca Romero no es la mejor (eso ya está más que remarcado en otros comentarios) al menos su pareja con el detective es bastante más creíble que la de los dos policías –el francés y el español- en la temporada 2. Si hay un personaje realmente insoportable, no es el de Blanca Romero, es la comisaria francesa de la segunda temporada, realmente absurdo el papel. Por último, la primera temporada la infiltración es creíble, cada uno desempeña su trabajo, en cambio en la dos resulta absurda, el medico no trabaja de médico y el enfermero no trabaja de enfermero, todo el día operan como detectives y resulta que nadie se da cuenta. En la primera temporada, al menos la infiltración tenía algo de credibilidad.

Pese a los peros, pese a los múltiples peros, véala, porque se va a entretener.

Terminada la primera temporada, resulta éste un buen momento para analizar los aspectos positivos y negativos de la propuesta de ficción de Antena 3, con igual peso a ambos lados de la balanza.

La audiencia ha respaldado a la serie a lo largo de estas semanas, algo lógico en vista de cómo su guión consigue no sólo mantener la intriga inicial, sino alimentarla en cada capítulo. Un pueblo tranquilo, una niña desaparece. Tensión, agobio: todos son sospechosos. Y cuando digo todos, es TODOS. Aquí no se libra ni su madre.

Desde un punto de vista técnico, tanto la fotografía como el montaje y el sonido sobresalen en comparación con otras producciones españolas, como bien acostumbra el grupo Bambú. No obstante, tengamos claro que si esta confrontación la realizásemos frente a otras series creadas más allá de nuestras fronteras, éste es un aspecto en el que aún es posible la mejoría.

Dentro de unas interpretaciones bastante planas, meritorias de un aprobado no muy holgado, son dos los casos que sobresalen. El primero, el de Alicia Borrachero, capaz de comerse ella solita a todo el resto del reparto. En el papel de madre de la niña desaparecida, la actriz consigue plasmar en la pantalla con una gran intensidad todas las sensaciones acordes a la situación.

El segundo de los casos, es el de Blanca Romero, la cruz de la moneda. La chica es guapa, no vamos a negarlo. Y ya. Con esa grandiosa expresividad que es capaz de mostrar con su cara, más valía que hubiese limitado su carrera a las pasarelas. Cara que no cambia de gesto sea cual sea la situación, esté feliz, triste o eufórica; esté viendo un cadáver o dando clase a unos niños de primaria. Tremenda trayectoria la que podría haber tenido jugando al póker.

De vuelta al guión, si bien en cuanto a la intriga creada no existen críticas, puede que ello se cimente en base a sacrificar otros aspectos de éste, como su evolución y la coherencia de las tramas subyacentes. Pistas falsas, giros argumentales forzados y otras muchas argucias son usados como armas habituales para lograr el objetivo de que todos los personajes hagan honor al título de la serie.

Y el final… para gustos, los colores.