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El hijo (2022)

El hijo
123 min.
6,2
2.303
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Sinopsis
La ajetreada vida de Peter junto a su nueva pareja Emma y su bebé se convierte en un caos cuando su ex esposa Kate reaparece con su hijo adolescente, Nicholas, un chico problemático con el que es difícil comunicarse, por agresivo y distante, y que acaba de abandonar la escuela. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Son
Duración
123 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Reino Unido-Francia;
Grupos
Adaptaciones de Florian Zeller
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Premios
2022: Globos de Oro: Nominada a Mejor actor drama (Jackman)
2022: Festival de Venecia: Sección oficial a concurso
2022: Satellite Awards: Nominada a Mejor actor drama (Hugh Jackman)
7
Buena película. Difícil explicación
Muestra interacciones que se dan en el vínculo paterno filial en los casos de hijos con trastornos psicológicos, las dificultades de la dinámica de relación entre miembros de familias ensambladas, y la incomprensión de las partes involucradas sobre los verdaderos motivos del conflicto.

Muy buenas actuaciones del notable elenco que expresan la incertidumbre que tienen padres e hijos ante tales situaciones destacándose J. Jackman, L. Dern, y la breve pero genial interpretación de A. Hopkins, el joven correctísimo en su papel donde logra transmitir el sufrimiento y aislamiento de su personaje.

El ritmo es correcto entrando rápidamente en la trama.

La cinta expresa el punto que se quiere marcar, evidenciando las señales de alerta de un estado psíquico de presión interna extrema causada por una pulsión de sufrimiento del joven.

Así es como suele percibir el entrono familiar el accionar del hijo, procurando la solución del problema, incluyendo sentimientos de culpa e incomprensión del modo de abordar la situación de las partes en conflicto, se lo describe muy bien, aunque obviamente esto produzca el rechazo y congoja de los espectadores.
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48 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Y el Espíritu Santo.
Florian Zeller es un dramaturgo y novelista francés que, en 2020, dio el salto al medio cinematográfico adaptando El padre, una de sus propias obras, con la ayuda del veterano y multipremiado Christopher Hampton. El padre es un debut prácticamente redondo, puede que uno de los mejores de los últimos cinco años, por eso me sorprende tanto que estemos en esta situación. Que después de un estreno potente llegue un segundo trabajo decepcionante no es raro. Pero es que El hijo no es decepcionante, sino un descenso de calidad tremendo. El hijo es mala. Considerablemente mala.

La premisa de la película no es demasiado rompedora, pero bueno, es la típica que te da lo necesario para hacer como mínimo una cosa resultona, de estas que rascan dos o tres nominaciones al Oscar y poca gente recuerda un año después. El hijo nos cuenta la historia de Nicholas, un adolescente con depresión que decide irse a vivir con su padre, que acaba de tener un bebé con su nueva esposa. Como El padre, es también una adaptación de una obra previa de Zeller, pero ahí es donde acaban las similitudes, porque cada virtud de El padre se convierte en defecto aquí. Si El padre se beneficiaba de tener foco argumental, El hijo es dispersa como ella sola, intentando establecer múltiples relaciones entre varios personajes y estirando la narrativa hasta que se diluye. Si los diálogos en el padre eran sutiles y verosímiles, aquí son tan zafios, tan risiblemente melodramáticos y están tan programados para subrayar el conflicto que son muy difíciles de comprar. Y si El padre utilizaba la enfermedad de su protagonista como recurso narrativo para crear un relato fresco y original, El hijo recurre a todos los tópicos posibles del drama de sobremesa.

Lo más decepcionante de todo es la imperdonable superficialidad del guion. Cuando acaba la película, la mayor impresión que me llevo es que Zeller no entiende la depresión, y desde luego no tiene absolutamente nada significativo que decir sobre ella. O sea, vale, tal vez la entienda, pero como yo entiendo el fútbol. Yo sé lo que es un fuera de juego, y un centrocampista, y una tarjeta roja, pero jamás podría ejercer de árbitro. De la misma forma, Zeller tiene una vaga idea de cómo suena una persona deprimida, pero no consigue rascar el exterior y encontrar la verdad de su propio personaje, y es igualmente incapaz de establecer un mapa emocional definido de Nicholas en relación a su entorno y a los personajes que le rodean. La relación entre él y Peter, columna vertebral emocional de todo el proyecto, queda desangelada y flácida, y ni las patéticas escenas a cámara lenta ni los edulcorados flashbacks logran compensar esta falta de sangre.

Y luego están los actores. Normalmente en una película así y después de poner a parir al guion me tocaría decir “pero por suerte el reparto está estupendo”. Este no es el caso, y la verdad, no sé por quién empezar. Vanessa Kirby no tiene mucho con lo que trabajar porque la construcción de su personaje es básicamente una servilleta en la que pone “madre primeriza muy cansada todo el rato”, pero Kirby la interpreta como si se hubiera fumado tres canutos. Más que cansada, a mí me parece que está a gustísimo. Laura Dern resulta más convincente (o al menos parece tener más ganas de trabajar), pero abusa de ese recurso tan suyo del rictus entreabierto y me da un pelín de pereza. Hugh Jackman salva la papeleta en algunas ocasiones, pero por lo general está bastante desafortunado (el baile ridículo no le beneficia, y el momento WHY ARE YOU SAYING THIS? WHYYYY? TELL ME WHYYYY me hizo descojonarme de la risa, de verdad, es que me meo con la intensidad barata). Anthony Hopkins aparece en una escena y se come a todo el reparto con patatas, y de hecho meter a este Jackman en un duelo interpretativo con este Hopkins me parece un ejercicio de sadismo importante, más o menos como meterme a mí en un ring de boxeo con Mike Tyson.

Por desgracia, el clavo final en el ataúd lo pone Zen McGrath, el actor que interpreta a Nicholas. Os juro que me sabe mal darle cera al trabajo de un chaval tan joven, pero bueno, como tampoco me va a leer, supongo que me puedo explayar sin problema. La de McGrath es posiblemente una de las peores interpretaciones que he visto en todo el año, y cuando estamos hablando del personaje principal, del que tiene que ser el ancla emocional de toda la película, esto es bastante problemático. McGrath no tiene presencia escénica. No tiene carisma ninguno, y le cuesta Dios y ayuda vender sus diálogos de manera convincente. No es capaz de despertarme ni un gramo de empatía, más bien todo lo contrario. Escucharlo recitar sus líneas de forma tan llorona y tan artificial, tan pretendidamente dramático e insípido todo él, me pone de los nervios. Lo siento mucho, pero me parece una actuación horrorosa y termina de hundir algo que ya de por sí era difícil de salvar.

En resumen: El hijo me ha parecido muy, pero que muy mejorable. No sé qué me esperaba de Zeller, pero desde luego no me esperaba esto. Por sacar algo positivo, diré que me gusta la elección cromática de la puesta en escena, con esa sobredosis de azules y esos marrones usados como contraste, que sirven para crear atmósfera y para reflejar el ánimo general de la historia, pero vamos, que tampoco es algo tan increíblemente bueno como para construir toda tu propuesta estética alrededor de eso, que es lo que parece hacer Zeller. Ni su historia, ni sus personajes, ni la exploración de sus ideas, ni mucho menos sus actores consiguen convencerme, así que por mi parte me resulta imposible recomendarla. No pasa nada, Zeller. La próxima te saldrá mejor.

Calificación: Mala
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77 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
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