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El albergue de los suicidas (1959)

El albergue de los suicidas
90 min.
5,6
58
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Sinopsis
Un hombre (Vidal) que fue herido en un accidente, recibe una visita en el hospital, que le sugiere una propuesta inesperada: a cambio de cierto monto de dinero, podrá ir a un hotel (Pensione Edelweiss) donde, cuando no lo espere, será asesinado con sutileza y sin dolor. Vidal acepta el trato. Cuando llega a Pensione Edelweiss, un solitario albergue en medio de las montañas, se encuentra con otras seis personas que están allí con el mismo propósito: dejar este mundo por uno mejor. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Pensione Edelweiss
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Italia-Francia;
5
Volver a empezar
Una misteriosa organización ofrece la posibilidad de acabar con las personas que deseen suicidarse a cambio de una abultada tarifa. Tal es la insensata premisa de Pensione Edelweiss, inspirada en un texto de André Maurois que desconozco. Naturalmente, una vez reunidos en el chalet rodeado de nieve y aislado del mundo exterior, los dos protagonistas se enamoran y descubren que la vida tiene su aquel. Pero la organización no traiciona el contrato firmado... El albergue de los suicidas, obra de un tal Victor Merenda, con sólo tres títulos en su haber, y un desconocidísimo Ottorino Franco Bertolini, es el típico ejemplo de serie B à la française de mediados de los 50 hasta mediados de los 60, la época dominada por las películas baratas, intrascendentes pero divertidas del gran Eddie Constatine, ya encarnara a Lemmy Caution o a Jeff Carter, siempre dispuesto a repartir tortazos cual Jason Statham cualquiera, pero sin la mala leche del siglo XXI. Armado con la sonrisa congelada en su cara marcada de viruela y sus enormes puños, aunque siempre con una mano libre para enlazar la cintura de la chica de turno, Constantine era uno de los actores emblemáticos del noir francés, junto con Roger Hanin, fallecido anteayer, o el inmenso Lino Ventura, intérprete de limitada expresividad pero capaz de llenar la pantalla en cuanto aparece. De hecho, él fue el motivo de que comprara este DVD por cuatro chavos. Le acompañan en el reparto Henri Vidal, que moriría víctima de un infarto poco después, y la bella Dawn Addams, también desaparecida prematuramente. Entre los secundarios, el entrañable Howard Vernon. La película se sostiene por el trabajo interpretativo y cierta musiquita angustiosa que suena cada vez que alguien la va a palmar, pero Merenda es incapaz de insuflar tensión a las imágenes. Se ve en un suspiro y se olvida así de fácil. Para tardes de sábado con añoranza del cine Capitol, Can Pistolas.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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