Baile de Brigitte Bardot
- Sinopsis
- En St. Tropez, Juliette Hardy es una chica huérfana de dieciocho años, sexualmente muy precoz y activa. Eric Carradine, un hombre rico y maduro, se siente muy atraído por ella. Pero está enamorada de Antoine Tardieu, un joven que trabaja en Toulon y es el hijo mayor de una familia humilde que posee un pequeño astillero. El problema es que Antoine sólo quiere tener una breve aventura con ella. Cuando los padres adoptivos de Juliette deciden, en vista de la mala reputación de la chica, que vuelva al orfanato, el hermano de Antoine, Michel Tardieu, le propone casarse, y ella acepta y comienza a amarlo. Pero cuando la familia Tardieu decide vender el astillero a Eric, Antoine vuelve a Saint-Tropez y renace la pasión de Juliette por él. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Romance Drama romántico Vida rural
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1956 /
Francia
- Título original:
- Et Dieu créa la femme
- Duración
- 87 min.
- Guion
- Música
- Fotografía
- Compañías
- Links
Vadim debuta en la dirección en una obra pensada para la proyección de su esposa a la categoría de sex-symbol europeo e internacional, en competencia con Marylin Monroe. Rodada en escenarios naturales de Saint Tropez se estrenó el 28-XI-1956.
La acción tiene lugar en Sant Tropez y alrededores en 1956. Narra la historia de Juliette Hardy (BB), de 18 años (menor de edad), huérfana, criada en un orfanato, tomada en adopción por los padres de 3 varones, de 20 a 25 años, trabaja en el quiosco/librería de la familia. Enamorada del hijo mayor, Antoine Tardieu (Christian Marquand), se casa por despecho con el hermano menor, Michel (J. L. Trintignant).
La película, destinada a la exaltación de la protagonista, crea un personaje muy alejado de los cánones europeos e internacionales que se imponen a partir de la revolución sexual y cultural de los 60. Su figura incorpora una personalidad exageramente infantil e ingenuamente sensual, dependiente de la madre, del capricho de los hermanos y de la iniciativa de los hombres. Sin aspiraciones laborales y desprovista de afanes de construirse un futuro autónomo e independiente, busca en el matrimonio, aunque no en la fidelidad, las soluciones de presente y de futuro. No aspira a la igualdad: se siente cómoda y satisfecha con su atractivo natural, por el que es admirada y cortejada como objeto de deseo. Por el impacto que tuvieron, son memorables el desnudo fugaz entre las sábanas tras la colada y el baile sobre una mesa. Christian Marquand, compañero de reparto, se inspiró en la figura de Juliette en su obra "Candy". Bardot obtuvo un éxito clamoroso, pero no alcanzó la elegancia, la sutileza, la distinción y el halo de magia de Marylin.
La música, de Paul Misraki, colaborador de Yves Allégret, Buñuel, Welles ("Míster Arkadin"), Chabrol y otros, aporta una bonita combinación de melodías de la primera mitad de los 50 y composiciones propias, festivas y brillantes. La fotografía, de Armand Thirard ("Las diabólicas"), muestra la belleza de los paisajes y realza con fuerza plástica la imagen de la protagonista, de la que ofrece los primeros desnudos, parciales y fugaces. El guión cuenta una historia de escasísimo interés. La interpretación de Jean Louis Trintignant es sobria y adecuada. La de Curd Jürgens es correcta. Bardot protagonizó casi 50 películas y trabajó ocasionalente en Hollywood ("Shalako", 1968, Edward Dmytryk) con éxito limitado a causa de las dificultades con el inglés. La dirección obtuvo un éxito superior al deseado, que implicó la ruptura de la relación matrimonial con la actriz, enamorada de Trintignant. Posteriormente repitió la experiencia con Jane Fonda y Catherine Deneuve.
Película de escaso valor cinematográfico, famosa por su éxito popular y por haber lanzado al estrellado internacional a BB, elevada a la categoría de mito sexual. La película con el paso de los años ha ganado un valor documental de interés.
La acción tiene lugar en Sant Tropez y alrededores en 1956. Narra la historia de Juliette Hardy (BB), de 18 años (menor de edad), huérfana, criada en un orfanato, tomada en adopción por los padres de 3 varones, de 20 a 25 años, trabaja en el quiosco/librería de la familia. Enamorada del hijo mayor, Antoine Tardieu (Christian Marquand), se casa por despecho con el hermano menor, Michel (J. L. Trintignant).
La película, destinada a la exaltación de la protagonista, crea un personaje muy alejado de los cánones europeos e internacionales que se imponen a partir de la revolución sexual y cultural de los 60. Su figura incorpora una personalidad exageramente infantil e ingenuamente sensual, dependiente de la madre, del capricho de los hermanos y de la iniciativa de los hombres. Sin aspiraciones laborales y desprovista de afanes de construirse un futuro autónomo e independiente, busca en el matrimonio, aunque no en la fidelidad, las soluciones de presente y de futuro. No aspira a la igualdad: se siente cómoda y satisfecha con su atractivo natural, por el que es admirada y cortejada como objeto de deseo. Por el impacto que tuvieron, son memorables el desnudo fugaz entre las sábanas tras la colada y el baile sobre una mesa. Christian Marquand, compañero de reparto, se inspiró en la figura de Juliette en su obra "Candy". Bardot obtuvo un éxito clamoroso, pero no alcanzó la elegancia, la sutileza, la distinción y el halo de magia de Marylin.
La música, de Paul Misraki, colaborador de Yves Allégret, Buñuel, Welles ("Míster Arkadin"), Chabrol y otros, aporta una bonita combinación de melodías de la primera mitad de los 50 y composiciones propias, festivas y brillantes. La fotografía, de Armand Thirard ("Las diabólicas"), muestra la belleza de los paisajes y realza con fuerza plástica la imagen de la protagonista, de la que ofrece los primeros desnudos, parciales y fugaces. El guión cuenta una historia de escasísimo interés. La interpretación de Jean Louis Trintignant es sobria y adecuada. La de Curd Jürgens es correcta. Bardot protagonizó casi 50 películas y trabajó ocasionalente en Hollywood ("Shalako", 1968, Edward Dmytryk) con éxito limitado a causa de las dificultades con el inglés. La dirección obtuvo un éxito superior al deseado, que implicó la ruptura de la relación matrimonial con la actriz, enamorada de Trintignant. Posteriormente repitió la experiencia con Jane Fonda y Catherine Deneuve.
Película de escaso valor cinematográfico, famosa por su éxito popular y por haber lanzado al estrellado internacional a BB, elevada a la categoría de mito sexual. La película con el paso de los años ha ganado un valor documental de interés.
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36 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha parecido mejor de lo que dice su leyenda, esa que afirma que es una película mediocre pero escandalosa en su momento y que lanzó a Bardot como mito erótico. No obstante, hay que reconocer que tiene detalles increíblemente torpes, como esos primeros planos de inserto de BB, que cantan más que una almeja, pues aunque son supuestamente de exteriores, se nota a la legua que están filmados en estudio y con una mala pintura detrás, como si al director se le hubiera olvidado rodarlos y luego hubiera tenido que arreglar el fallo con una chapuza.
Pero, por otra parte, vista hoy, la película tiene un carisma especial (la música es fabulosa, por ejemplo), y parece casi un milagro que el resultado final saliera tan logrado. Además posee un valor de documento histórico, con esos sugestivos y luminosos escenarios naturales de Saint Tropez, en una época retratada aun predominantemente en blanco y negro y con los ecos de la segunda guerra mundial aun no apagados del todo. Debo decir que ese microcosmos aldeano, tan francés pero cosmopolita a un tiempo, me ha resultado muy atractivo (antes de que el turismo de masas hubiera convertido Saint Tropez en una suerte de abarrotado circo).
Y el argumento de la película tampoco está mal; por lo menos tiene el atractivo del arquetipo, al que se le da, en este caso, un enfoque peculiar, pues en la protagonista encontramos una combinación explosiva e intrigante de mujer y niña, depredadora sexual e ingenua ex estudiante en un internado de monjas, lo que en inglés denominan "sex Kitten" (gatita sexual). Y es que, a diferencia de otras películas suyas, en donde BB aparece algo imperturbable y más bien poco expresiva, aquí, aparte de guapísima y jovencísima, está muy convincente en su papel de mujer-niña poseída por una subterránea pasión e inquietud, así como por una casi demente -y freudiana- lujuria reprimida.
Me gustaría, por último, señalar que en una época de "vampiresas" cinematográficas hollywoodienses con el pelo cuidadosamente peinado y lacado, las sex symbols europeas -ahí podríamos incluir también a Sofía Loren o Silvana Mangano- nos proponen una versión de la mujer fatal mucho más terrenal. Ese cabello maravillosamente tupido, larguísimo, y despeinado de la casi adolescente Bardot (tenía 21 años) debió ser una autentica revolución en su momento.
Pero, por otra parte, vista hoy, la película tiene un carisma especial (la música es fabulosa, por ejemplo), y parece casi un milagro que el resultado final saliera tan logrado. Además posee un valor de documento histórico, con esos sugestivos y luminosos escenarios naturales de Saint Tropez, en una época retratada aun predominantemente en blanco y negro y con los ecos de la segunda guerra mundial aun no apagados del todo. Debo decir que ese microcosmos aldeano, tan francés pero cosmopolita a un tiempo, me ha resultado muy atractivo (antes de que el turismo de masas hubiera convertido Saint Tropez en una suerte de abarrotado circo).
Y el argumento de la película tampoco está mal; por lo menos tiene el atractivo del arquetipo, al que se le da, en este caso, un enfoque peculiar, pues en la protagonista encontramos una combinación explosiva e intrigante de mujer y niña, depredadora sexual e ingenua ex estudiante en un internado de monjas, lo que en inglés denominan "sex Kitten" (gatita sexual). Y es que, a diferencia de otras películas suyas, en donde BB aparece algo imperturbable y más bien poco expresiva, aquí, aparte de guapísima y jovencísima, está muy convincente en su papel de mujer-niña poseída por una subterránea pasión e inquietud, así como por una casi demente -y freudiana- lujuria reprimida.
Me gustaría, por último, señalar que en una época de "vampiresas" cinematográficas hollywoodienses con el pelo cuidadosamente peinado y lacado, las sex symbols europeas -ahí podríamos incluir también a Sofía Loren o Silvana Mangano- nos proponen una versión de la mujer fatal mucho más terrenal. Ese cabello maravillosamente tupido, larguísimo, y despeinado de la casi adolescente Bardot (tenía 21 años) debió ser una autentica revolución en su momento.
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