La última mujer (1976)

El sexo, esa factura que para muchos hay que pagar.

Cine un tanto experimental en cuanto a qué nivel se han de situar los sentimientos humanos tales como la paternidad, el amor, el miedo, la decepción en lo referente al sexo, que combina la excelente química de Gerard Depardieu y Ornella Muti tanto en el cine clásico como en el de ahora.

El guión es un galimatías, tipo de "Alicia en el páis de las Maravillas", donde los protagonistas el uno para con el otro tan solo necesitan estar desnudos, toquetearse y poner al bebé a comer una inmunda papilla.

La historia es acerca del amor, lo tarde que se conoce y lo lejos. Ornella es la maestra del pequeño que le ofrecerá junto a su padre tardes muy felices. Al menos eso no cambiará.

“L'ultima donna” del provocador director italiano Marco Ferreri es un drama erótico y psicológico sobre problemas de pareja y feminismo.

La euforia erótica inicial de la pareja pronto se desvanece, dejando una sucesión de peleas, reconciliaciones, malentendidos, flashbacks; donde Ferreri nos muestra, con todas sus risas sarcásticas, el conflicto con un macho falocéntrico, que sólo es válido según su sexo, rudo, infantil, torpe y guapo, que utiliza a las mujeres como objetos sexuales y "La última mujer" impenetrable tanto mental como sexualmente, que reivindica su autonomía, su existencia, su placer.

Gérard Depardieu se pasea de forma muy natural en pelota picada durante casi toda la película, mostrándonos erecciones varias y hasta una masturbación, terminando al final su exhibición genital en un acto efectista. En medio asistimos a relaciones tirantes con la felina Ornella Muti, quien quiere sentirse mucho más que un depósito seminal, y con Zouzou, su ex que pretende quitarle la custodia del hijo. Pierino, el rubio bebé es la presencia más simpática de la película y el testigo “mudo” de las idas y venidas de los adultos en conflictos sexistas bastante rutinarios.