Kimi (2022)

Steven Soderbergh no suele repetirse, y también alterna proyectos comerciales de gran presupuesto, con trabajos mucho más discretos, como esta “Kimi”.
Es una película hija de la pandemia y los confinamientos, con el teletrabajo y las mascarillas muy presentes, a diferencia de la mayoría de estrenos de esta época aciaga, que prefieren no mostrar lo que está pasando.
Se trata de un thriller tecnológico de planteamiento sencillo, acerca de un altavoz inteligente detrás del cual hay operadores que lo pueden escuchar todo. Es simple y mínima (poquísimos personajes y escenarios), con ciertos toques de Alfred Hitchcock.
Me gusta que sea tan corta, porque no es necesario que dure más para lo que tiene que contar.
Zöe Kravitz no está mal. Con su pelo azul, su personaje refleja el mundo en que vivimos, con mucha conexión virtual, pero en el que muchas de esas personas viven solitariamente fuera de la pantalla, algo mucho más acentuado con la pandemia.
Aunque el film no tenga grandes medios ni efectismos, con sus pocos elementos consigue ser entretenido y enganchar, sobre todo cuando pasan los primeros 20 minutos y la cosa empieza a ponerse interesante.
Sin duda sabe sacar partido de la informática, en la forma que tiene la protagonista de lidiar con la situación.
Desde luego, para ser una película de “streaming” que ha llegado haciendo poquísimo ruido incluso viniendo de Soderbergh, no está nada mal.

¿Se imaginan una peli así dirigida por otra persona? Kimi arranca que promete y luego arma festichola en su tramo final. Estamos ante un Soderbergh que quizás pasó para cumplir, pero tampoco nos engañemos. Otros directores de igual renombre no solo hubieran descuidado la trama, sino también la filmación.

Y esta peli no plantará semilla, pero tampoco se olvida del espectador. Sigue siendo la marca de fábrica de un director que siempre quiere dejar un buen recuerdo.

Su primera etapa es netamente intimista/psicológica. La cámara y la prota se encargan de todo. La puesta en escena y en contexto buscan transmitir una sensación de cómodo encierro. Un ir y venir por su casa; un interactuar virtual con conocidos...vale destacar el aumento del sonido ambiente: pasos secos, chirriar de llaves, un vaso apoyado sobre la mesa, ruidos sordos y constantes de otros pisos. No es solo la prota, toda la casa parece estar viva.

Hasta que estalla el conflicto. El rodaje de los exteriores es mucho más claustrofóbico que la casa de la prota. Dentro de ella, se movía a su gusto por todo el espacio, pero cuando sale nunca se aparta de las paredes, se arrincona contra los vértices. Nunca deja de mirar al piso.

En su tramo final la peli cambia a un tono mucho más palomitero, casi cómico, pero filmado con una serena elegancia. El cambio de tono no es acusado: hubo chispazos similares de comedia durante sus interacciones virtuales. Lo que no se puede dejar de notar es su espíritu decididamente conspiranoico, mucho más volcado al cringe "paranoid android". Si no se pierde la suspensión de credibilidad es porque está muy bien llevada, so pena de un devenir argumental que se decanta por la exageración.

Kimi no será la creme de la creme de su director, pero quedará plasmada como un producto respetable en su carrera.