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La marcha nupcial (1928)

La marcha nupcial
113 min.
7,6
480
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Sinopsis
Un príncipe ama a una joven pobre, pero es forzado a casarse con una princesa lisiada. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Wedding March
Duración
113 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
9
UNA HISTORIA DE AMOR QUE NACE ABSOLUTAMENTE MUERTA
Personaje singular este Von Stroheim que, desde luego, no pasa desapercibido en la historia cinematográfica ni como director ni como actor. Como director ahí quedan Avaricia y esta Marcha Nupcial y como intérprete mencionar, además de esta última, “Como tu me deseas”, junto a Greta Garbo, “El crepúsculo de los dioses”, junto a Gloria Swanson o La gran ilusión, excelente película de Jean Renoir.

Puede calificarse de hombre de cine y para el cine con una “personalidad acusada” que le ocasionó más de un problema. Alejado de falsas hipocresías y con tendencias sexuales cuanto menos libertinas, bien podía decirse aquello de que “con él llegó el escándalo”. Sus enfrentamientos con los productores por los recortes a sus “eternas” películas son buena prueba de esta conflictividad. Sin conocer el conjunto de sus trabajos, me inclino a calificarlo con un notable en interpretación y un sobresaliente en cuanto a la faceta directora, y, por ello, cuando ambas actividades se complementan como en este caso, la figura del calvo divino, monóculo en ristre, resurge por encima de otras muchas consideraciones cinematográficas.

A destacar el sentido de la magnificencia, tal vez heredado de sus trabajos con Griffith. Esa ampulosidad que en La marcha nupcial se complementa con momentos de intimidad profunda. Recordemos la parada militar frente a la iglesia de San Esteban el día de Corpus Christi. La espera de la procesión es una de las más geniales de la historia del cine, no solo por su grandiosidad sino por el juego intimista del militar y la muchacha. No es el único momento. La ceremonia nupcial también recoge intimidades distintas y mucho más desesperanzadoras. La superstición reclama su lugar entre las fiestas. El hombre de hierro que rapta doncellas tiene vigencia en una Europa que avanza ligada a sus tradiciones más oscuras.

Y junto a lo grande, a lo íntimo y a lo tenebroso, encontramos una historia de amor tan triste como hermosa. Triste porque nace absolutamente muerta. Los espectadores lo sabemos. Y aunque el drama se venda en un hermoso paño hecho de momentos geniales, a veces cómicos y libertinos, a veces románticos como las flores del manzano y la vieja calesa, la película destila la tristeza de lo inevitable…

Un director que, en lo personal, huía de las hipocresías, realizó una obra maestra sobre la más execrable de todas las hipocresías, la del amor falso ligado al vil metal.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
“Así enseñamos a nuestros alumnos cómo debe hacerse cine”
Cuatro secuencias a analizar. Obvio el flirteo de la fiesta del Corpus Christi. (ATENCIÓN: SPOILER).

Primera. Montaje paralelo. El escenario primaveral y romántico de los manzanares en flor (“los pájaros cantan”) y la orgía corrupta en casa del empastador de callos (Schweisser). La fiesta de Schweisser es el altar de sacrificio del amor auténtico: el amor de la pareja y el ideal romántico de la Coja son sacrificados por las ambiciones de sus familias. El amor es un valor de cambio en caída en la bolsa.

Segunda. La secuencia de Mitzi en la iglesia (¡preciosa!). Mitzi ruega a la virgen por el triunfo de su amor por Nicki. Su mirada recorre (por medio de encadenados) a la virgen con el Niño Jesús en brazos, luego las velas, luego la cera que chorrea de éstas. Entra en escena una mujer con un niño en brazos. Se da lugar una confesión que en realidad es la reiteración del mismo ruego: el sacerdote no sanciona penitencias; sino que enfatiza un “vete en paz”. Stroheim nos hace saber que Mitzi ruega por que su amor se consume sacramentalmente en matrimonio.

Tercera secuencia. La carnicería. Schani, el villano chaplinesco, en vez de sacrificar un cerdo, le revela a Mitzi el casamiento de Nicki con la Coja por conveniencia económica. Luego, el intento frustrado de Schani de violar a Mitzi y su consiguiente juramento de asesinar a Nicki. La acción se plasma sin perder el raccord. Más que eso: el matrimonio acordado y la violación simulada encuentran aquí una justa relación y puesta en escena: en el matadero “la naturaleza llora y los pájaros ya no cantan” por el amor (en contraste a la secuencia de los manzanares citada arriba).

Cuarta. La secuencia final. “Hasta que la muerte os separe”. Se repite en Nicki la muerte en vida de sus padres (presentada al inicio del film). La música de la marcha nupcial se hace fúnebre por un truco de cámara (sin olvidar la estudiada banda sonora vienesa de Carl Davis para la restauración). El carnicero renuncia a su venganza: el destino la sustituye por la agonía del matrimonio. Plano final: el hombre de hierro (“vestigio de la Edad Media”) ríe triunfante frente a la catedral de San Esteban (“guía de alivio y consuelo”), símbolo del amor auténtico.

El film lleva ágilmente en imágenes la crisis de valores de la Viena de 1914: transición del viejo régimen al naciente capitalismo del s. XX, que sin embargo no supera la exigencia sacrificial del "hombre de hierro". Stroheim hace equivalentes los valores aristocráticos y burgueses: obsérvese el retrato vulgar de la burguesía y la decadencia de la aristocracia. Stroheim no es un conservador reaccionario. Más bien parece lo que Scorsese califica en su documental como “iconoclasta”. Talvez sea esa la razón por la que profesores de cine soviéticos, a mitad de los años 30, exigían conocerle en América (cuando Stroheim estaba forzosamente retirado por los estudios hollywoodenses): “así enseñamos a nuestros alumnos cómo debe hacerse cine”.
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10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
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