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Hooligan (1919)

Hooligan
78 min.
6,0
21
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Sinopsis
Al negarse a viajar a Europa con su adinerado abuelo, Alexander Guthrie (Ralph Lewis), la joven Amy Burke (Mary Pickford), se encuentra de regreso junto su padre a una calle de New York, donde las carencias y la malformación son cosa de cada día, pero, para la chica, éste será el reencuentro con una realidad que no había captado en toda su dimensión... y sus sentimientos, como su manera de pensar, quizás cambien para siempre. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Hoodlum
Duración
78 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
“Prefiero a un hombre menos limpio, pero más honesto”
Ferviente seguidora de Theodore Roosevelt y amiga del genial escritor Mark Twain, Julie Mathilde Lippmann (1864-1952), fue una ferviente activista política que luchó por el derecho al voto y otras importantes causas de las mujeres. Se hizo famosa cuando, en 1914, publicó su novela “Martha by the Day”, y a esto seguiría un alto reconocimiento en los EEUU, cuando ella misma la adaptó a la escena y fue presentada durante una larga temporada en New York. Entre las restantes novelas que publicó: “Dreamland”, “Martha and Cupid”, “Mannequin”, etc, se destacaría también “Burkeses’ Amy” (1915), la cual eligiera la, por entonces, actriz y productora, Mary Pickford, para llevarla al cine.

La adaptación la hizo, Bernard McConville, y se eligió como director a Sidney Franklin, una de las más calificadas promesas del Hollywood de la segunda década del siglo XX. Contada como una comedia dramática muy bien articulada en ambos asuntos, se trata aquí de una muchacha llamada Amy Burke, cuyo padre -un sociólogo escritor dedicado ahora a la que presiente será su obra maestra-, la ha dejado en manos de su prominente abuelo Alexander Guthrie, un hombre temperamental y dominante, dueño de un gran emporio industrial, cuyo lema moral lo define bastante bien: “Las grandes industrias, como las grandes naciones, son construidas sobre los cuerpos de víctimas inocentes”.

Pero, la jovencita, y no menos temperamental, Amy, es su debilidad y ahora que su tutor le ha dicho que va muy bien en los estudios, el abuelo promete a su nieta un viaje a Europa junto con él, pero, la llegada del padre de la chica, tirará la promesa por la borda… y de la 5ª Avenida de New York, Amy terminará de regreso a Craigen Street, un suburbio de clase baja donde abundan los chicos en la calle, el juego y la raponería… y todo aquello que hace bien compleja la formación adecuada de cualquier muchacho. Amy siente que no conseguirá adaptarse de nuevo a aquel ambiente, pero, cuando su padre -para que sea feliz- le sugiere “sé una como ellos”, la muchacha abandona sus estudios y se dedica a aprender en La Escuela de la Vida.

Lo que sigue, será lo que dé sentido y una valiosa fuerza emocional a esta historia que, entre otras cosas, se propone validar una frase que sale de los labios de la pícara adolescente: “Prefiero a un hombre menos limpio, pero más honesto”. Se contrasta el poder, la abundancia, la seguridad (¿?) … y los grandes vacíos emocionales que suelen adherirse a esto, con la alegría, la libertad-extrema y la solidaridad que puede expresarse al convivir con gente que carece de casi todo, pero, aún conserva palpitante su corazón.

Quizás suene, entonces, como debe sonar aquel lapidario lema del abuelo Guthrie… y una que otra sorpresa ha de avenirse para que las cosas queden en el más justo lugar.

Franklin, da cuenta ya de un notable talento, al mostrarse bastante recursivo, no solo en su manera de contar la historia sino en su forma de recrearla, y visualmente, el filme nos ofrece ingeniosos y bellos planos que, para 1919, son puro arte. Resaltable también la naturalidad de las actuaciones y, Mary Pickford, resulta tan fluida, encantadora y polifacética (tenía ¡27 años! al momento de rodar esta película) que, comienza uno a explicarse su gran éxito en aquellos tiempos.

“LA ESCUELA DE LA VIDA”, fue la segunda película de Pickford con su propia productora y ella quedó tan a gusto con la labor de Sidney Franklin, que le pediría, enseguida, que reemplazase al director que la estaba dirigiendo en “Heart o’ the Hills”.

Termino haciendo notar el interesante juego de palabras en el título de la novela: “Burkeses Amy” (similar al que hace la chica cuando escribe en el tablero en la primera escena de la película): “Burkeses” se deriva de Burke, el apellido de Amy, lo que se traduce como 'Amy de los Burke', pero Burkeses también rememora Burgueses y decir: 'Amy la de los burgueses', también tendría sentido.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
LA CHICA DE LOS RIZOS: UNA PEQUEÑA GRAN HISTORIA CINEMATOGRÁFICA DEL SIGLO XX
The Hoodlum es Mary Pickford. Básica y absolutamente. Todos los que desde nuestra ignorancia buscamos esa piedra Rosetta que nos explique los orígenes de este mundo mágico donde los sueños se materializan en imágenes seguimos una ruta "aventurera" con escala obligatoria en Griffith, Chaplin, Fairbanks y Pickford. "United Artists" frente al imperio del dólar y la fortaleza de los estudios cinematográficos. Una lucha desigual en la que David acabo imponiéndose a Goliath y donde los verdaderos protagonistas de aquel cinematógrafo cada vez más pujante se pusieron al frente de sus propios proyectos y revindicaron la autoría de sus trabajos.

Esta pequeña reseña histórica nos sirve para situar a Mary Pickford en su tiempo cinematográfico. La "chica de los rizos" y primera "novia de América" era una muchacha ambiciosa y decidida que desde sus inicios quiso lleva el control de su propia carrera: guiones, producción y lo que era mas importante, sus propios emolumentos. Consciente de su valía y del influjo que ejercía en las masas no dudaba en reclamar constantes aumentos de sueldo a los que no podían negarse unos estudios presionados por el enamoramiento colectivo y los benefícios en el "box office". Por otra parte Mary tenía una dotes innatas para la interpretación. A pesar de sus 22, 23 años, su pequeña estatura y su rostro dulce y aniñado la hacían idónea para personajes juveniles o infantiles, incluso masculinos muchas veces con los que acababa seduciendo a sus seguidores. Su popularidad se acrecentó con su participación, junto con otras celebridades medáticas de la época, en la campaña publicitaria para financiar la participación americana en la Primera Guerra Mundial mediante Bonos Estatales adquiridos por la ciudadanía. Otros hitos de su carrera fueron la creación de su propio estudio y la producción de sus películas, así como el legado que dejó para la posteridad con su participación, junto a otras personalidades, en la creación de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.

Cuando rueda, con su propio estudio, The hoodlum, Mary Pickford tiene 27 años, lo que no es obstáculo para que en el preámbulo del film interprete a una alumna de primaria frente a una pizarra, en la que, bajo el asesoramiento de un educador oculto entre bastidores, escribe con infantiles erratas, unos consejos publicitarios que se dice ahora, sobre los bonos para el soporte del país tras una guerra apenas finalizada. La edad tampoco es impedimento para que su personaje de la película sea una consentida niña, nieta de un gran magnate de la industria newyorkina que deja la mansión donde vive con su abuelo para hacerlo junto a su padre en un edificio de los suburbios. Relatarles los hechos seguro que no les aportará mucho, tan solo baste decir que hay un estilo de películas, entre las que se incluye The Hoodlum, donde además de los personajes que se nombran en los títulos de crédito, está uno fundamental que acapara el film y pretende avanzar sin nocturnidad ni alevosía, con mucha claridad aunque sigilosamente, entre la moralidad de los espectadores. Y este no es otro que la "escuela de la vida".

Valorar este trabajo de un pujante director para su tiempo como Sidney Franklin, de quien me gustó bastante "The Forbidden City", resulta complicado a la par que injusto, dada la diferencia de un siglo entre el entonces y el hoy. Criterios morales y costumbres diferentes. La especie humana igual y a la vez tan distinta. Por ello, me conformo con haber acercado un poco más la figura de la "pequeña Mary" a los cinéfilos curiosos del mundo de hoy.
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