Waterloo Road (1945)

El cine británico de los 40 y 50 resulta tan interesante y tan a descubrir que hasta modestas aportaciones como esta merecen ser reseñadas, una producción de la Gainsborough -una productora habitualmente especializada en melodramas de época- bajo la dirección de Sidney Giliat, uno de esos guionistas, directores y productores británicos todo terreno, cuya carrera suele asociarse a la del también guionista, productor y director Frank Launder.

Varias voces y una serie de flashbacks confluyen en esta historia coral -desarrollada en 1940-41, durante el “blackout” de la segunda guerra mundial, que trataba de hacer más difíciles los bombardeos alemanes-, suerte de patchwork argumental de tono realista con fondo de bombardeo, conseguidos escenarios y límpida fotografía, que sirve para exponer pequeños dramas entrelazados de variado interés, desde un joven Stewart Granger como atrevido petimetre o un también jovenzuelo John Mills como atolondrado y celoso soldado que escapa de permiso inseguro sobre la fidelidad de su mujer.

Una modesta pero digna y agradable película del portentoso pozo sin fondo del cine británico de los 40.

Sencilla película inglesa en la medida que la historia modesta en cuanto a planteamiento, desarrollo y resolución. Pero eso sí, está bien realizada y narrada, amén de que los intérpretes lo hacen estupendamente.
Se sigue bien en parte por su corta duración, menos de ochenta minutos y en parte por lo anteriormente referido, añadiendo que la ambientación es excelente y la dirección artística, encomiable, hace que el espectador se involucre en la historia, que no tiene nada de particular, excepto por la personalidad de la protagonista, un ama de casa confundida en tiempos de guerra.
Gusta también por el sentido del humor de las escenas en las que sale el personaje del soldado que lleva seis semanas sin permiso por la ciudad y se las sabe todas para escaparse de la policía militar.

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