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The White Storm (2013)

The White Storm
140 min.
6,3
176
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Trailer V.O. (subtitulado en INGLÉS)
Sinopsis
Tres policías son los mejores amigos: Tim, ambicioso inspector jefe de la sección de narcóticos; Chao, agente encubierto y Wai, fiel subordinado de Tim. Una nueva misión, atrapar al "señor de la droga" Eight-Faced Buddha, pondrá en peligro su vínculo fraternal. Mientras Tim está convencido de que puede dar un giro a su carrera, para Chao es su última misión decidido a abandonar Hong Kong, y para Wai su ocasión para recuperar la confianza en si mismo tras un amor fallido. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Thriller Drogas Amistad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Hong Kong Hong Kong
Título original:
Sau duk / Sao du (The White Storm)
Duración
140 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Hong Kong-China;
Links
7
Nunca subestimes una buena fórmula
¿Y si el guión de The White Storm hubiese estado 30 años olvidado en un cajón? ¿hoy sería considerado clásico o anacrónico? Quienes entienden de heroic bloodshield (dícese del cine oriental de gánsteres, caracterizado por combinar drama y acción) contestan que es su mejor exponente de 2013. Justo a tiempo para un servidor, que tampoco está para muchos experimentos y necesitaba la dosis justa de sangre pulverizada. Hoy suscribo: la nueva de Benny Chan es acción hongkonesa de la buena, de la de toda la vida, orgullosa de serlo y con un plus de calidad inesperado.
Cuidado con cualquier otra cosa que leáis por ahí, The White Storm es carne de spoiler y sólo necesitáis saber que la trama sigue una progresión férrea, repleta de giros interesantes, y por supuesto de acción generosa aunque inteligentemente dosificada. Si sois el público, es vuestra película. Y si no lo sois, ¡caray! nunca, nunca subestiméis una buena fórmula.

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10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
La sangre de las tres espadas
Tres hombres que soportan con estoicismo el dolor y la pérdida, de pie y sin derrumbarse, como las tres espadas forjadas por el dios de la guerra Chi Yóu, tres espadas por cuyas hojas corre la misma sangre derramada.
Y es en esta ocasión donde se enfrentarán a su más épica gesta.

En una secuencia muy temprana estos tres hombres, Kin-Chow, Ho-Tin y Tsz-Wai, se reúnen y comparten una austera comida mientras recuerdos de su infancia les asaltan de repente; la mítica "Shì yào rù Dao Shan" irrumpe en su silencio cual cántico heroico y subraya una sensación: parece que se preparan para una especie de guerra que marcará por siempre sus vidas...y así es, pero aún no lo saben. Es uno de esos instantes que definen una película, un estilo y la esencia de un tipo de cine caduco y deshinchado con el paso de los años; en esos minutos de conversaciones íntimas se evoca la nostalgia presagiando un desastre de violencia inimaginable.
No hay nada más romántico, ni siquiera el género del romance propiamente dicho, que el llamado "heroic bloodshed" y sus emociones masculinas desprendidas de una inquebrantable amistad, una hermandad de sangre más allá de la vida y la muerte, que es lo que vuelve tan especial a su universo. El fallecido Benny Chan, después de las cifras obtenidas con su monumental aventura histórica "Shaolin", desea rendir un tributo a ese cine de acción que antaño se realizaba en Hong Kong; no sería otra película de género más, porque ya había hecho muchas así, entonces la conjunción de sucesos le llevó a "The White Storm".

Él, que estaba harto de la acción y quería hacer un drama pero no hubo productores que le apoyasen, vio un documental sobre la vida de Pablo Escobar y poco a poco pensó en cruzar ambos géneros a partir del tan recurrente tema del tráfico de droga internacional, pero olvidando la figura de quien comercia y centrándose en la de sus captores. Es difícil aun así creer que renegaba de su encasillamiento al asistir a los primeros minutos del film, donde en plenas calles de Kowloon se organiza una enorme operación para cazar a Hak-Tsai, un traficante menor de heroína.
Todo este prólogo exhibe el genuino sello de Chan: su gusto por los grandes planos generales, el bullicio urbano como parte de la historia, un enorme despliegue de masas de gente y las intrincadas escenas de tiroteos a mansalva y coreografías que desafían las leyes de la gravedad; por otra parte el drama de Kin-Chow y su papel en dicha operación no difieren de los del Wing-Yan de "Infernal Affairs" (de hecho ambas películas empiezan igual). Como era de esperar, la cosa sale mal y la vida del infiltrado corre peligro de muerte; poniendo a prueba su fuerza y coraje al encontrarse en el bando contrario es "marca de la casa" del género.

Chan, y otros miles de colaboradores al guión, se esmera en moldear la personalidad de los dos protagonistas, el anterior Kin-Chow y el ambicioso Ho-Tin, enfrentados por la cantidad de riesgos a los que el segundo ha llevado sometiendo al primero desde que lo convirtió en un agente encubierto; Tsz-Wai es el pegamento para unirles, un tercero en discordia y, los tres, amigos de la infancia. Para asegurar esta credibilidad el director dejó a Louis Koo, Ching-Wan Lau y Nick Cheung, ya con experiencia trabajando juntos, improvisar muchos de sus diálogos e incluso cambiar partes de la trama acorde a como ellos creyeron que sus personajes actuarían respecto a una u otra situación.
El trío se esmera en llevar lo que en principio podría ser un "thriller" policíaco al uso a terrenos de puro melodrama, y Chan, que en su preparación y durante la producción no dejaba de revisar "City on Fire" y "A Better Tomorrow", transmite finalmente esa esencia tan pura que el cine hongkonés de acción poseía, no siendo su motor argumental central esa operación a gran escala para capturar a un importante capo tailandés de la droga, sino la amistad de los personajes, la manera en que su oficio la debilita cada vez más y el pánico que embarga a Kin-Chow de que ello produzca un daño colateral en su frágil matrimonio.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Lo que sí hace Chan es seguir su escalada de acción sin límites con poca cabeza pero mucho entusiasmo e intensidad. Una brecha se abre en el año de realización de la película, 2.013, y parezca que viajamos a los '80 y '90 más viscerales; el término "bloodshed" se ajusta perfectamente al festival de sangre y disparos que inunda el lujoso escenario de un casino de Macao y del que Woo, To, Tsui Hark y Derek Yee disfrutarían como niños.
Tan intenso es este clímax que los tres protagonistas, cuyos personajes están hechos de acero y piedra, sufrieron lesiones varias durante el rodaje, pues se empeñaron en hacer ellos mismos las secuencias de acción, incluyendo algunas con explosiones, saltos y peleas cuerpo a cuerpo. Así que el peligro que vemos es sentido y sufrido realmente por Koo, Keung y Lau; el veterano Hoi-Pang Lo, por su parte, queda como un villano cobarde, estúpidamente malvado y ridículo (las burlas hacia su estilo de pelo fueron también improvisadas por los actores).

Y el director consigue así su homenaje, con todo lo malo y lo bueno que hay en ello, a ese cine hongkonés de emociones fuertes, pasión a flor de piel, romances trágicos y violencia y muerte como elementos unificadores de la amistad.
Sin embargo sus mejores y más coherentes momentos se encuentran en la primera hora de metraje...
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