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La diva (1981)

La diva
117 min.
6,5
441
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Tráiler (FRANCÉS)
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Sinopsis
Un joven mensajero motociclista parisino hace una copia de contrabando ilegal de su cantante de ópera favorita en un concierto en directo. Cuando la cinta es accidentalmente sustituida por una cinta de vigilancia que incrimina a unos famosos gángsteres, dos asesinos psicópatas son enviados a la caza del mensajero.
Género
Thriller Thriller psicológico Ópera
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Diva
Duración
117 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1982: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película en habla no inglesa
1982: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor fotografía
1981: Premios César: 4 Premios incluyendo Mejor ópera prima. 5 nomin.
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La diva
7
Interesante, fascinante e irregular
Como suele ocurrir con bastantes películas de culto, la recepción inicial por parte de la crítica francesa fue fría en su estreno. No convenció y fue tildada de brillante y vacía.
A raíz de la gran acogida por parte de la crítica americana y su éxito en festivales fue cuando la ópera prima de Jean-Jacques Beineix hizo que creciese el interés en Europa convirtiéndose gradualmente en una pieza de culto. No extraña para nada ver mencionado el nombre de “Diva” en las listas de mejores películas de los ochenta.

Y es que la visualmente, el filme de Beineix, es de una belleza magnifica y deslumbrante. Combina entre aciertos y defectos el thriller, el musical y la intriga con una aureola y aroma de cuento de hadas moderno.

Hay buenos y villanos. Pero no hay droga ni un testigo de homicidio como marca el paradigma. El eje central de "La diva" es una valiosa grabación pirata de una voz (Wilhelmenia Fernandez). También otra cinta que supone un testimonio de culpabilidad para alguien importante y sus negocios ocultos. Una predecible confusión dará lugar a una persecución sin tregua por parte de unos mafiosos, mientras una discográfica oriental desea conseguir la grabación de una diva que sólo da conciertos y no graba material de estudio.

El filme funciona en todos sus aspectos exceptuando el thriller. Hay alguna puñalada cutre, teatral y trapera a lo “Testigo de cargo” y ciertos descalabros, trampas y lagunas narrativas que no me convencen. Eso sí, la secuencia de la cabina telefónica es magnífica.

Película muy influyente en su momento al marcar el inicio del cine de neón francés, una corriente anti intelectual frente al cine de autor de la vieja escuela, dando mayor importancia al aspecto visual. Luc Besson junto con Beineix serían los estandartes de dicho movimiento.

Beineix también se apunta el tanto en dibujar al cine negro con luces de neón, un año antes que Ridley Scott reinventase el sci-fi con la magnífica “Blade runner”.
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25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
La misteriosa chica de Saint-Lazare
Trágica coincidencia, violentos encuentros en la estación Saint-Lazare, una ópera grabada en el teatro Chatelet, la moto que cruza a toda velocidad junto al Arco del Triunfo, Alba y "el comienzo de sus deliciosos pechos" bañado en potente neón azul...París desde un universo loco alternativo.
Una intriga absurda, áspera, vulgar y elegante. Con "Diva" los esquemas del "thriller" adquieren una nueva dimensión, tanto en su versión literaria como en la cinematográfica; dos hombres fueron los responsables de iniciar esta mutación: Daniel Odier y Jean-Jacques Beineix.

El primero, usando el pseudónimo "Delacorta", supo explotar de maravilla los códigos de la novela negra "pulp" en una serie de libros que empezó su publicación en 1.979 con "Nana". Sin academicismos ni pretenciosidad, Odier es crudo, también divertido, se regodea en las casualidades mágicas y se desvive por impactar al lector, empezando por su pareja protagonista Serge y Alba (él, un otrora músico y fotógrafo, romántico y con talento para manipular a la gente; ella, una chica experta en robar cualquier cosa y en explotar su atractivo sexual...que el autor se empeña en detallar tal vez demasiado enfermizamente para tener sólo 13 años).
En "Diva" recuperaba a estos personajes, fugados, en una nueva peripecia, pero no en provincias, sino en el centro de París. Parece encajar a la perfección con Beineix, cinéfilo obsesionado por el estilo y la pura pasión por el arte; no es extraño que un productor tan arriesgado (y algo chiflado) como Serge Silberman se interesara por ese joven que venía de ser asistente de dirección y acababa de hacer un cortometraje igual de extraño ("Le Chien de Monsieur Michel"), donde el gusto por la estética, el humor y la acumulación de personajes excéntricos fueron su sello de presentación.

Aquí se reafirma su facilidad para deslumbrar con la elaborada composición visual, desde la impresionante escena de apertura en una ópera (o un escenario que quiere hacernos creer que lo es, aunque resulta improbable) donde entra Jules para, sin que nadie se entere, grabar en casete la voz de la prestigiosa Cynthia Hawkins (auténtica soprano Wilhelmenia Fernandez, que dejó al director boquiabierto durante su debut en París en 1.979). Pero la fascinación de ese joven repartidor por su artista favorita sólo es el prólogo de una trama que vira en redondo cuando otra se mete de por medio, y de casualidad. Como le gusta a Odier.
Y otra mujer la desata al dejar en su moto otra casete que parece muy codiciada. Dos argumentos, dos mujeres, dos grabaciones que se entrecruzan y mezclan, de igual modo que la gran cantidad de individuos que tanto buscan una como otra. En esta versión a la francesa de la clásica intriga "hitchcockiana" donde un inocente es cazado por un montón de miserables que quieren algo que él tiene pero ignora que lo tiene, el director se apega a la suspensión de la credibilidad y sigue la curiosa estructura de la novela, con esas dos historias paralelas cuyo único nexo de unión es Jules.

El guión le convierte en el verdadero protagonista pero también da importancia a quienes lo eran en las páginas, esos Gorodish y Alba algo cambiados (su apasionada relación, aunque no sexual, es una leve insinuación, y la niña francesa rubia es sustituida por una huérfana vietnamita) que también se inmiscuirán en ambas intrigas. Bajo la intensidad de las luces de neón, la humedad de las calles, la inmersión en la vida urbana de París, los lofts de decoraciones "pop art" y la cruda violencia, Beineix pretende hacer malabares con demasiados elementos, y mientras algunos son totalmente innecesarios otros no parecen bien desarrollados.
La coherencia, por tanto, depende del grado de suspensión de credibilidad que esté dispuesto a asumir el espectador; a veces el hilo narrativo se quiebra con giros inverosímiles irritantes, y la extravagancia planea sobre el carácter y el comportamiento de todos los personajes, más incluso que en las páginas. Aunque si algo no encaja en este confuso e hiperestilizado ejercicio suspense "neonvelle vague" son los pasajes dedicados a la relación (absolutamente imposible) de Cynthia y Jules, quien habita una fantasía romántica y una pesadilla de novela negra, donde él es al mismo tiempo culpable y víctima; a este lado, la película también podría prescindir de la pareja de chantajistas asiáticos, sin afectarla en absoluto...

Porque lo importante aquí es la gran intriga que se dispara con el asesinato de la chica que deja la casete en la moto y destapa las conspiraciones de un comisario de policía corrupto que también es jefe de un par de asesinos psicópatas (unos memorables Gérard Darmon y Dominique Pinon) en constante persecución de Jules. Esto es a lo único que el guión debería prestar atención y dejar el tema de la ópera en algo más anecdótico. También, al tomar Frédéric Andréi el protagonismo, se intenta equilibrar tanto su importancia como la de la pareja de Richard Bohringer y An Luu, y no parece muy acertado.
Por todas sus incoherencias "Diva" fue un fracaso absoluto en Francia durante su estreno, y Beineix no se recuperó del golpe hasta que la distribución en EE.UU. hizo de ella un inesperado éxito de taquilla; luego, cosas de la vida, los críticos la revisaron y convirtieron en un pequeño tesoro de incomprendida influencia para el cine del momento. Una verdad absoluta es que posee una de las más excitantes y mejor filmadas persecuciones de la Historia del celuloide.
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