The Last of Mrs. Cheyney (1929)

Aunque, los primeros éxitos de su carrera los obtuvo escribiendo libretos musicales para los escenarios londinenses (King of Cadonia, The Balkan Princess, The Maid of the Mountains…), Frederick Lonsdale (1881-1954), alcanzó el reconocimiento internacional cuando, dedicado a la dramaturgia, comenzó a escribir comedias muy críticas frente a la sociedad de su tiempo. En títulos como: Spring Cleaning (1925), On Approval (1927), Once is Enough (1938) y otros, a Lonsdale se le reconocía la alta eficacia en la estructura de sus obras y un conocimiento muy preciso de la sociedad británica, muy a la manera del gran W. Somerset Maugham.

En 1925, el estreno en el St. James Theatre de Londres de “The Last of Mrs. Cheyney”, una picante y muy ácida obra en la que contrasta la in-dignidad de los menos favorecidos con la de la aristocracia, pondría el nombre de Frederick Lonsdale a ocupar muchas páginas de periódicos y revistas, pues, la obra alcanzó la muy apreciable suma de 514 representaciones, más 385 cuando fue montada y estrenada en Broadway a finales de ese mismo año.

Nada raro, pues, que no tardara el cine en interesarse por la obra, y en 1929, trasladada a guion por Hanns Kräly (quien sería nominado al Oscar, pero, compitiendo con él mismo lo ganaría por “The Patriot”), éste se lo dió a su asiduo camarada, el director Sidney Franklin, y la película sería un éxito siendo, además, la primera de la Metro Goldwyn Mayer que contaba con un track de sonido óptico.

¿Y de qué se trata? De una preciosa viuda que “no bebe, no fuma ni dice palabrotas” y que, por más que la gente insista en preguntarle si es honesta… ella responderá que Sí. Pero, ¿lo es?

La respuesta precisa, solo podrá obtenerse viendo completa esta regocijante historia, con esa particular familia de alta alcurnia que tiene ante su presencia a esta atractiva mujer que pondrá de cabeza al madurito, Lord Elton, con quien entrará a competir Lord Arthur Dilling, mucho más joven que él y más apuesto, pero, con menos dinero.

La norma que aplicará aquí para ciertos comportamientos, es bastante justa y reclama la más alta madurez: “¡Que nunca te descubran... pero, si te descubren, disponte a pagar el precio!”. ¿Cómo actuarán los protagonistas? ¡Ver para creer!, y “THE LAST OF MRS. CHEYNEY”, se convertirá en una ejemplar y aleccionadora película, que asume, con el mejor y más sano humor, las liviandades humanas.

Norma Shearer (como Fay Cheyney), nos regala de nuevo su encantadora y envolvente presencia… y también a nosotros nos pone a pensarlo diez veces, cuando estamos en la “misma” situación del singular Lord Elton. Basil Rathbone (el malote de tantas películas a futuro), es aquí, Lord Dilling, un suave y sensato tórtolo que, quizás sepa ver lo que realmente vale la pena ver.

La película maneja un delicioso entramado; tiene un astuto mayordomo a bordo; unas parientes frívolas que darán mucho de qué hablar y nos motivarán unas buenas carcajadas… y todo se va desenvolviendo con picarescos y frescos diálogos (¡vivan los tiempos del pre-code!), quedando bordada una grata comedia a la que apenas le reclamaría un poco de más ritmo en algunas situaciones.

Título para Latinoamérica: LA ADORABLE AVENTURERA