El niño y la paloma (C) (1961)

“EL NIÑO Y LA PALOMA” podría verse, sin objeción alguna, como la recreación de un sueño en el que se realiza un ferviente deseo. En primer lugar, el ansia de un pequeño, amante de los animales, de tener una mascota. Este deseo se hace entonces realidad y el chico consigue una paloma a la que, en su imaginación, lleva hasta lo alto de un edificio, donde la anima a volar… El ave se encumbra entonces hacia el cielo y el chico aparece en las calles corriendo afanoso en su busca. Al reencontrarla, hace lo que cree necesario para impedir que vuelva a escaparse… pero pronto comprenderá que, sin la libertad, la paloma pierde su sentido.

Desde otra óptica y sabiendo lo que ocurría en la llamada Unión Soviética de los años 60, donde el gobierno de Nikita Kruschev seguía restringiendo severamente la libertad social y artística, este sugerente corto de Andrei Konchalovsky podría ser una metáfora de la libertad, de la imposiblidad de volar con las piernas (o las manos) atadas, y podría ser el reclamo de todos los hombres fuertes, porque sin libertad pareciera que no hay aire, y si no podemos expandir con propiedad nuestro pecho, la creatividad se asfixia y cualquier sociedad sentirá el retraso del verdadero progreso, pues nuestra gran meta que es Unirnos, sólo podrá darse cuando estemos libres de todo yugo, incluída cualquier sujeción ideológica.

En ese entusiasta niño que camina por las calles impecablemente vestido y viendo palomas por doquier volando en libertad, se ve reflejada una nueva generación que aspira en grande, que anhela alcanzar las cumbres, que quiere transformar o destruir cualquier cosa que obstaculice la felicidad del hombre, pero que necesita libertad para ser, para hacer, y para tener, pues, de otra forma, les cubrirán las sombras que caracterizan siempre a las aves de corto vuelo.

Filme de tesis con el que, Andrei Mijalkov-Konchalovsky (su nombre completo), se graduaría como Director en la escuela de cine Gerasimov (VGIK), en la cual tendría como compañero a su notable compatriota Andrei Tarkovsky. Llevado luego al festival de Venecia, “EL NIÑO Y LA PALOMA” sería galardonado con el premio al mejor cortometraje, pues ya se vislumbraba en él, el sólido oficio del hombre que pronto nos daría "El primer maestro", “Tío Vania”, “Siberiada”, “El tren del escape” y otras valiosísimas realizaciones.