It's a Small World (1935)

Jane Dale es una joven caprichosa de alta sociedad que decide irse de la gran ciudad por unos días. Ya en la carrretera, un accidente con un abogado llamado Bill Shevlin hace que ambos tengan que pasar unos días en un entrañable pueblecito llamado Clummerhorn.
Deliciosa película. Nunca un adjetivo estuvo tan bien utilizado. Un bombón. La misma sensación tras habértelo comido, quieres más. ¡Rayos! a poco nos saben los apenas setenta minutos. El pequeño mundo que recrea Irving Cummings es un relajante para el alma. Descanso y sosiego, bondad y alegría. Momentos de excelso romanticismo. A todos nos gustaría estar dentro de ese coche mientras la lluvia repiquetea en los cristales. A todos nos gustaría declararnos bajo la luna, sentados en esa hamaca y comiendo cacahuetes. Y es que Cummings sabe que hay cosas que no se pueden dar en la gran ciudad, por eso la dibuja fría, superficial y hostil. Y por eso nosotros estamos de suerte, porque nos sentamos al lado de Bill y Jane (magníficas interpretaciones de Spencer Tracy y de Wendy Barrie). Cummings ha sabido hacernos protagonistas y también, como a la simpática pareja, nos ha ofrecido descanso, calma, alegría y paz. Eso tienen los buenos directores, bueno eso y... un puñado de ideas brillantes entre las que sobresale aquel vejete sordo al que recoge Bill por verlo airear el dedo apoyado en el buzón de su casa.

Tropezar con estas películas es hoy, tarea harto difícil para los buscadores de reliquias del pasado. Me la habían recomendado hace mucho tiempo y, tras búsqueda infructuosa, había empezado a recelar de su existencia, toda vez que esta página tampoco la tiene valorada, convencido que había sido producto de la imaginación de mi amigo que la había soñado.
Pero mi perseverancia se ha visto premiada y he podido localizarla comprobando que no es, efectivamente, sólo una ficha en esta página.
Una estupenda comedia romántica, afluente de ese manantial que brotó de las fuentes de ese genio Frank Capra, creador de " Sucedió una noche" y donde Irving Cummings recoge el testigo, proponiendo una historia muy similar en su base, a la que también sabe dotar de las justas dosis y mezclas de encanto, dulzura, humor e ironía.
Spencer Tracy y Wendy Barrie ( qué guapa por Dios), un abogado y una chica de la alta sociedad respectivamente, tienen un encontronazo en la carretera cuando sus vehículos chocan y quedan reducidos a chatarra.
En el pueblo más cercano, en medio de ninguna parte, tendrán que afrontar el litigio que dirima las responsabilidades y costes del accidente pero no contarán con que, aparte de la instantánea antipatía mutua surgida entre ellos, van a tropezar con un poblacho muy particular y, sobre todo, con un cacique ( Raymond Walburn), dueño y señor del lugar que, haciendo las veces de juez, policía, empresario, alcalde y otras tantas profesiones más, demuestre por qué ese pueblo es tan próspero a pesar de estar habitado por " momias" embalsamadas en el tiempo.
La película es corta y de poco presupuesto. Pero Cummings, sabe hacer filigranas con ello.
El juicio,( ahhh, ese juicio es de lo mejor que he visto en mucho tiempo) nos va a llevar por derroteros surrealistas, dignos de los hermanos Marx.
El juez, ( yo me pido ser el juez) es un personaje fantástico que, junto con los demás habitantes del pueblo, componen un peculiar mosaico que bañan la película de un magnífico sentido del humor.
Y la relación entre Tracy y Barrie pues, está muy bien llevada. Esta historia la hemos visto mucho, muchísimas veces, pero en actores de esta categoría ya podemos suponer que la van a sostener con gran empaque.
El conjunto es una cinta muy agradable y simpática .que proporciona un gran momento de disfrute y placer.
! Ostras y el perro!. No he mencionado el perro. Creo que es el mismo que el utilizado en las cintas de la saga " El hombre delgado". Por lo menos es de la misma raza no sé. Está muy bien también. Aunque no tiene los gags sublimes que protagonizaba en aquellas.