Un asunto privado (Serie de TV) (2022)

Si por algo se caracteriza la productora española Bambú es por producir como churros series de una calidad pésima, históricamente descontextualizadas, llenas de anacronismos y de presupuestos muy ajustados (lo que la lleva, por ejemplo, a rodar muchas secuencias de exteriores de noche, para que no se note la cutrez generalizada). Sus “productos” van dirigidos a un espectro del público muy concreto: audiencia joven –adolescente o postadolescente-, fundamentalmente femenina, con un bajo nivel de formación, escasa capacidad crítica y una absoluta incapacidad para buscar información fuera del universo “tik-tok”. Vamos, ese tipo de jóvenes y jóvenas para los que abrir un libro de Historia o leer un artículo de la Wikipedia les supone un riesgo cierto de sufrir un ictus o una hemorragia cerebral.

Claro, para las empresas de “streaming”, la basura que produce Bambú es un chollo, como lo son todos esos subproductos audiovisuales llegados de Turquía o de la India que dan vergüenza ajena pero que permiten llenar el “fondo de armario” audiovisual por cuatro perras, porque si todas las series con ambientación histórica tuvieran la calidad de producción de la británica “Endeavour” o de la austríaco-británica “Vienna Blood”, ese “fondo de armario” se quedaría un poco escaso.

Así pues, al igual que la absurda “Jaguar” (de la misma productora) no había por donde cogerla, la “comedia policiaca” “UN ASUNTO PRIVADO” no tiene gracia alguna, fuera de pasarte un rato divertido tomando nota de los desatinos, disparates y anacronismos que se suceden sin solución de continuidad en cada uno de sus episodios (yo solo he soportado los dos primeros y he echado un ojo al resto, pero con eso llega). Vamos a dejar de lado la desastrosa y acelerada dicción de Aura Garrido o a ese Jean Reno haciendo el ridículo como un más que improbable mayordomo francés al servicio de una familia de clase alta gallega con un castellano también poco comprensible, y vamos a centrarnos en los detalles “históricos”.

1) La serie está ambientada en plena posguerra española, en la Galicia de los años 40, en una ciudad no identificada (aunque se haya rodado en Vigo). Bien, no hay NI UNA SOLA REFERENCIA no ya a la dictadura franquista, sino a la situación de estrechez (por no decir de hambre) en la que vivía la mayor parte de la población en esos años. Todos se muestran guapos, alegres, bien alimentados, despreocupados...

2) Estamos en los años 40, pero en las escenas exteriores se mezclan sin reparo alguno vehículos de los años 30 y 40 con otros de los años 50 americanos, cosa que también ocurría en "Jaguar", en a que en una serie ambientada en los 60 aparecían coches de los 70. Incluso los cubos de basura son los típicamente americanos.

3) Estamos en los años 40, pero en una escena en un depósito de cadáveres aparecen unos hermosos tubos fluorescentes. ¿Cuál es el problema? Pues que esta novedad luminaria no apareció por primera vez hasta 1939 en una feria en Nueva York, y en España no se popularizaron hasta los años 60. Ah, del fantabuloso microscopio con doble ocular que aparece en el laboratorio de la policía, mejor ni hablamos. Si es que la España de los 40 era la puta hostia de la modernidad, oiga.

4) Estamos en los años 40, en lo más duro de la dictadura, con todos los medios de comunicación sometidos al control del régimen, pero ello no impide a nuestra indómita detective amenazar a un policía con llevar no sé qué cosa "a la prensa”. Es una pena que no nos indique si lo iba a hacer al diario ARRIBA o a EL ALCÁZAR.

5) Igual de absurda es una referencia a que si no habían estudiado tal o cual cosa en la "academia" de policía, cuando basta con mirar la Wikipedia para averiguar que, si bien en 1946 se creó en Madrid la "Escuela de la Policía Española", las tareas de investigación criminal y represión política estaban en manos del Cuerpo General de Policía, formado principalmente por veteranos de guerra, militantes del Movimiento o antiguos guardias de asalto adictos al régimen. El orden público era cosa del Cuerpo de la Policía Armada que, desde luego, no usaba los uniformes que se ven en la serie. Las modernas técnicas de investigación policial y de protección de la escena del crimen estaban a décadas de distancia.

6) Lo de la lámpara de luz ultravioleta para ver los rastros de sangre… En fin…

7) Ah, sí, se me olvidaba: los pasos de cebra. Estamos en los años 40 pero los cruces de las calles de esa ciudad española aparecen llenos de pasos de cebra. El detalle de que estas franjas se usaron por primera vez en 1949 en la ciudad británica de Slough y que hasta 1951 no adoptaron la forma que hoy todos conocemos es algo que a los asesores de la serie (si es que los han tenido) les ha traído al pairo.

8) Nuestra aguerrida detective habla de que hay suelto un "asesino en serie", concepto que no se hizo popular hasta los años 70 en EEUU fuera de algún caso muy concreto en años anteriores.

Podría seguir y seguir pero no merece la pena. No voy a decir nada sobre el absurdo “empoderamiento” de una chica bien de los años cuarenta en una ciudad de provincias de una región atrasada de la España franquista porque ¿para qué?

Seguro que los y las fans de Bambú o los comentaristas a sueldo de la productora en esta y otras webs lo justificarán todo diciendo que no es un documental o una serie histórica sino una “comedia policial”. Pues no, señores, una “comedia policial” es “Los misterios de Laura”, pero “UN ASUNTO PRIVADO” es, simple y llanamente, una basura.

Desde el minuto uno hay un error garrafal: y es que el término “asesino en serie” no se empleó hasta los años 70. A partir de ahí, la serie es un despropósito de clichés sin gracia, escenas de acción de las que dan vergüenza ajena y otras ñoñas que no cuadran. Lo único que la salva son los giros de guion, pero a qué precio...