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Lonelyheart (1985)

Lonelyheart
112 min.
7,0
35
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
El estudiante de secundaria Hiroki, solitario y enamorado, persigue a una chica, pero otra aparece misteriosamente en su vida. ¿Es ella un producto de su psique solitaria o es real? Se desarrolla un triángulo intrincado, y el espectador no puede estar seguro de lo que está sucediendo hasta que toda la historia se resuelve claramente al final.
Género
Comedia Fantástico Romance
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Sabishinbô
Duración
112 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Premios
1986: Japan Academy Awards: Nominada a Mejor actriz de reparto.
7
La chica que soñé amar
El término "sabishinbo" se refiere a alguien que siente un amor muy poderoso e inevitable por otro al que, asimismo, también embarga un anhelo melancólico...

Un sentimiento que permite soñar, vivir una fantasía idílica aunque nunca posible en la realidad. "Sabishinbo" es eso: el amor o el deseo imposible, inalcanzable, producto de la debilidad del corazón, y es el sentimiento que atraviesa la película bautizada con este curioso término; su escenario es, cómo no, Onomichi, la idealizada y mitificada Onomichi que bajo la mirada de Nobuhiko Obayashi se convierte en un lugar atemporal, alejado de todo concepto real del tiempo y el espacio (y así fue literalmente, ya que allí filmó "The Girl who Leapt through Time").
La Trilogía de Onomichi iba a cerrarse con un proyecto que tenía en mente desde hacía muchos años, y que, pese a posponerlo siempre, llegó la oportunidad a finales de 1.985 mientras esperaba la puesta en marcha de otra producción, coincidiendo con las vacaciones de invierno de Yasuko Tomita, joven que poco antes había debutado y ardía en deseos de convertirse en una gran estrella. ¿Qué mejor que hacerlo en los brazos de Obayashi, el creador de "idols" por excelencia de los '80? La historia, como bien se nos menciona al principio, se hunde en sus raíces; este es un regreso a sus días de juventud, de fantasías, diversión y descubrimiento...

Por eso el aire nostálgico se respira en cada secuencia, cada plano, gracias a la fotografía de tonos sepia de Yoshitaka Sakamoto, y el director sigue ateniéndose al tono sobrio, poético e intimista que distinguió "Haishi" y las películas previas realizadas en su ciudad natal, mientras se transmuta en su álter-ego más fiel, Hiroki, quien nos presenta su hogar, a su familia y a la chica de la que está enamorado, Yuriko. Y ella es, como en algún momento de nuestras vidas también hemos experimentado, ese anhelo inalcanzable; él la observa en la distancia con su cámara interpretando en una clase de su instituto, en solitario, el "Vals de la Despedida" de Chopin. Parece un mundo ideal construido desde su ilusión.
Pero ella es un símbolo más que un personaje como tal, y Hiroki la persigue con su cámara igual que Obayashi, así que rara vez les veremos cruzarse. ¿Qué sucede entonces? Que éste va dejando caer historias mientras el milagro no se produzca: por un lado tenemos las aventuras del protagonista y sus amigos, una pandilla de idiotas que llevan de cabeza a sus profesores y otros compañeros, lo que hace desviarse a la película a terrenos de comedia absurda absolutamente fuera de lugar; por otro tenemos la difícil relación entre Hiroki y su estricta y poco agradable madre Tatsuko, quien se hará poco a poco con el protagonismo.

Y la guinda a este pastel de géneros la pone la misteriosa muchacha que, tras el incidente en el que se pierden varias fotos de la anterior, "sale" de la cámara de Hiroki como por arte de magia y aparece en su habitación. ¿Un espíritu?, ¿un producto de su imaginación? Se llama "Sabishinbo", es todo lo que sabemos. La intención de Obayashi de utilizarla, del mismo modo que a Yuriko (ambos personajes los interpreta, no en vano, Tomita), de símbolo de lo nunca logrado en la vida, de la tristeza infinita que produce el eterno anhelo, establece un tono melodramático realmente conmovedor...pero esto no puede ir por desgracia más allá por culpa del galimatías que se esfuerza en perpetrar el guión.
Y la razón es que el director, para tener una base concreta sobre la que ir añadiendo el resto de sus ideas, escogió la novela "Nanda ka Hentoko", del autor de cuentos infantiles Hisashi Yamanaka; de aquí surgen Hiroki y la extraña chica ("Hentoko") que en sus manos se transforma en "Sabishinbo", y los pasajes de humor y los coloridos y extravagantes personajes acaban mezclados con la historia, más dramática, de Tatsuko, a la que en un principio se le iba a dar el papel principal. Esta amalgama deja a dichos personajes sin una función clara, ocupan varios episodios en la vida de Hiroki y su madre, pero son totalmente desechables para la historia.

Lo más triste de todo es el trato indiscriminado que se le da a un ser tan entrañable, adorable e interesante como "Sabishinbo", ya sea más o menos simbólico y producto de la fantasía; aunque aparezca intermitentemente al principio, su presencia no adquiere importancia hasta pasada más de la mitad de la película, y apenas mantendrá un vínculo creíble con Hiroki, ni mucho menos con Tatsuko. Yuriko es la que le arrebata el protagonismo y la que evidencia las similitudes que unen a las tres féminas, gran secreto del argumento que promete una gran revelación pero que, aun con sólo unas pistas, ya lo podemos intuir desde más de media hora antes.
Obayashi recoge sus experiencias vitales y transforma Onomichi en una especie de lugar fantástico donde confluyen los recuerdos, los sueños y las ilusiones, donde pasado y presente interaccionan haciendo imposible discernir lo que es real y lo que no ante los inocentes ojos de Hiroki, mientras la nostalgia por un pasado mejor, el sentimiento de la pérdida y la agonía por las oportunidades desperdiciadas se transmiten entre todos. Pero a la película le iría mejor con una estructura más centrada, porque pareciera que el director se ha dedicado a contar la historia usando sus recuerdos...y en el recuerdo todo se vislumbra de forma fragmentada e indiscernible.

No se podría calificar a "Sabishinbo" de otro modo salvo de melodrama "obayashiano"; la mezcla de tonos, situaciones y personajes es inclasificable e incomprensible, pero en sus manos, por alguna extraña razón, todo posee una increíble, una peculiar naturalidad, recordando así al estilo de Kazuki Omori.
Las geniales actuaciones y la química de sus actores es una de sus mejores bazas (Tomita y Toshinori Omi están en los papeles de sus vidas). Concluye así la poética, romántica y personal Trilogía de Onomichi, que tanto ha significado para el director...
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