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El espíritu del Mariscal Tito (1999)

El espíritu del Mariscal Tito
97 min.
6,7
74
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Escena (CROATA)
Sinopsis
En una pequeña isla de la costa de Croacia, durante el entierro de un viejo veterano comunista, aparece el fantasma del mariscal Tito. Las noticias de este acontecimiento asombroso se esparcen por el continente y pronto la isla es invadida por los viejos veteranos, agentes secretos, policías, nacionalistas... El alcalde, que es también el dueño del único hotel en la isla, decide fomentar el "turismo espiritual socialista", mientras que los viejos partidarios reabren el viejo Museo de la Revolución Socialista y sacan el polvo de sus viejos uniformes. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Croacia Croacia
Título original:
Marsal
Duración
97 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2000: Festival Internacional Karlovy Vary: Mejor director
9
Chaqueteros, arribistas e idealistas
Una auténtica joya, eso es lo que es este fantástico cóctel cinematográfico. El comienzo no podría ser mejor: un grupo de antiguos partisanos se reúne en el cementerio de una de las innumerables islas croatas del Adriático para dar sepultura a uno de sus compañeros. Todos ellos conservan su lealtad primordial hacia Tito y hacia el proyecto político representado por éste, de modo que en el funeral podemos observar los símbolos del régimen yugoslavo: la estrella y la bandera rojas, además de la Internacional. Por supuesto todo a escondidas, porque en el nuevo estado croata no está bien visto el pasado comunista y fraternal de los pueblos de los Balcanes occidentales (estamos en 1998). De este modo nos encontramos ante un sector de las sociedades de la ex-Yugoslavia muy importante: aquellos que participaron en la liberación frente a los nazis y en la posterior construcción del Estado titista que miran con nostalgia al pasado y contemplan con escepticismo el estado actual de las cosas. Hasta aquí los idealistas, aquellos que miran con rechazo a una juventud que propició la destrucción de todo lo que habían creado, de aquello por lo que tantos y tantos entregaron sus vidas.

No tardamos en encontrarnos con los chaqueteros, valga como ejemplo esta conversación en el bar: "¿Y esa gran cruz?", "La llevo siempre", "¿Tú no eras comunista?", "Sí, pero la llevaba debajo de la camisa". El catolicismo ha sido siempre (y será) una institución plenamente relacionada con el nacionalismo croata, de hecho ambas se retroalimentan (pocos podrán evitar las comparaciones con el caso español), no obstante para muchos primó el pragmatismo, y a nadie se le escapa que aquellos que no manifestaban su fe religiosa en la Yugoslavia comunista tenían más facilidades a la hora de ascender y tener éxito en la vida.

Por último nos encontramos con la última categoría social que bien podría solaparse a la anteriormente comentada: los arribistas. Durante la oleada de privatizaciones de las empresas estatales desencadenada por el final del régimen yugoslavo (al igual que ocurriera en toda Europa oriental durante los 90) el capitalismo más salvaje y brutal se abatió sobre la sociedad croata. El mejor ejemplo de ello es el alcalde, un hombre con recursos y visión de futuro que supo aprovecharse de la situación, de tal manera que él pasó a sustituir al Estado como ente dominante en la comunidad convirtiéndose en una especie de cacique. Él mismo afirma que está "construyendo el capitalismo". De modo que los nuevos ricos no son sino aquellos que han sabido reconvertirse a la nueva situación.

Este tipo de brechas sociales tan pronunciadas sólo pueden producirse en sociedades que han sufrido cambios traumáticos y acelerados que transforman todo sin remedio. Croacia es un buen ejemplo y esta película una obra maestra genial en lo que a guión y caracterización de los personajes se refiere.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
No se os puede dejar solos.
1998, un cementerio a las afueras de un pueblo de la costa adriática, un grupo de personas reunidos con tono circunspecto en torno a un ataúd que va a ser enterrado, y un cura alejándose del cementerio montado en la parte de atrás de un pequeño tractor protegiéndose del sol con un paraguas; todavía suenan en la lejanía los petardeos del ese tractor cuando vemos a ese grupo de personas sacar una estrella comunista, cubrir el ataúd con una bandera de los tiempos de Tito y entonar una sentida Internacional, en esas estamos cuando la cámara toma el punto de vista de alguien a quien no vemos acercándose con sonoros y cadenciosos pasos, los miembros del sepelio miran en esa dirección, ven algo que el espectador no ve y huyen despavoridos, se da paso a los títulos de crédito iniciales, y tras estos vemos a un policía que baja de una barcaza, que parece ser que es natural de ese pueblo y que viene a investigar sobre ese extraño suceso arriba comentado.

Conocemos el microcosmos de ese pueblo, nostálgicos del antiguo régimen representados por las personas que vimos en el entierro inicial por una parte, y espabilados trapisondistas acoplados a las posibilidades financieras de los nuevos tiempos, algún que otro aparentemente neutro, al tonto del pueblo, y 2 pintores foráneos que son la única fuente de ingresos turística con las que cuenta el pintoresco lugar, y que en sendas escenas mostradas al espectador como la del entierro, también han visto la aparición; en ese ambiente empapado de viejas rencillas entre ambas facciones es donde el policía se pone en marcha para averiguar qué es lo que está pasando.

Sigue en spoiler por falta de espacio:
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1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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