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Belfast (2021)

Belfast
98 min.
6,7
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Sinopsis
Drama ambientado en la tumultuosa Irlanda del Norte de finales de los años 60. Sigue al pequeño Buddy mientras crece en un ambiente de lucha obrera, cambios culturales, odio interreligioso y violencia sectaria. Buddy sueña con un futuro que le aleje de los problemas, pero, mientras tanto, encuentra consuelo en su pasión por el cine, en la niña que le gusta de su clase, y en sus carismáticos padres y abuelos.
Género
Drama Años 60 Infancia Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Belfast
Duración
98 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2021: Premios Oscar: Mejor guion original. 7 nominaciones
2021: Globos de Oro: Mejor guion. 7 nominaciones
2021: Premios BAFTA: Mejor film británico. 6 nominaciones
2021: Festival de Toronto: Mejor película (Premio del Público)
2021: Premios David di Donatello: Mejor película extranjera
5
COMO CAERSE DE CULO EN EL PATINAJE ARTÍSTICO
Sí, las piruetas de Kenneth Branagh hacen que la belleza de los primeros compases desemboquen en ese tipo de caída despatarrada que ruboriza. La belleza del ritmo y la elegancia se van volviendo artificiosos e incoherentes y aterrizan por los suelos. La película patina. Branagh, como guionista y director, se ha esforzado tanto en la corrección formal y en la corrección ideológica que su filme va girando a lo falso, lo insípido y lo impostado. Nos prometía mucho a los que en la sala de cine queríamos disfrutarla sin prejuicios, sin haber leído nada sobre ella: comienza con la hermosura de una canción de Van Morrison, de modo que uno empieza a gozar sin remedio… y además no tardamos en sentir que se masca la tragedia en unas curradas secuencias iniciales, con unos planos de acción que te empiezan a enganchar en un bello blanco y negro.

Pero la película se va convirtiendo paso a paso en un bonito cascarón vacío plagado de tópicos. Va perdiendo fuerza y nunca alcanza a arañarnos con garra ni pasión (a pesar del contexto terrible que estallaba en Irlanda del Norte). Me sorprenden mucho las personas que se puedan emocionar con esta película, pues en ella nada conmueve, y creo que somos muchos a los que nos ha ido irritando progresivamente con su corrección política, su cinefilia bienintencionada, su tono edulcorado y su afán de complacer a todos los paladares (y a los académicos esos de los Premios Oscar y demás). Se va estropeando conforme avanza. Llega un momento en que cualquiera comienza a contemplar incómodo la tramoya de Branagh y entonces ya la historia no atrapa, sino que todo es una sucesión de homenajes al cine, a la tele, a la infancia… que desgraciadamente no te alcanzan ni divierten… y no puedes evitar contemplar los artificios forzados del guión y de la realización, como si estuviésemos detrás del telón. Dejas de vivir esa historia, no vives esas otras vidas, sino que observas decepcionado el teatro del cine (matriculado en un curso de Ayudante de Dirección). Y Branagh hasta quiere ser John Ford (“mira que contrapicados más chulos con toda esa gama de cielos grises ¡hala, que bonitos!”). Y las deliciosas canciones de Van Morrison, venga, una y otra vez (“que buen gusto tienes pa tó, Kenneth, porque sin duda eres un tío mu guay”).

Si una película con rasgos autobiográficos y familiares, que nos traslada con nostalgia a la infancia y a una coyuntura histórica trágica y convulsa, resulta que no nos emociona, pues “¡apaga y vámonos!”. Y eso es lo que ocurre con Belfast. Conforme avanza la película creemos que se nos acabará revelando algo trágico, algo doloroso, algo esperanzador, pero no, el mínimo suspense no lleva a nada. Por otro lado resulta evidente que Kenneth Branagh idealiza, edulcora y falsea realidades y vivencias propias de aquellos años, para hacer más dulce su película, supongo: tuvo que ser excepcional su colegio de infancia ya que se mezclaban sin segregar protestantes y católicos (¿seguro? ¿no será un arreglito del guión?) y más excepcional aún tuvo que ser su colegio pues nos lo presenta como una escuela mixta en la que se mezclaban niñas y niños allá por el año 1969 y 1970 (apuesto a que esos “recuerdos” son falsos y simplemente han sido una licencia que se ha permitido para su historieta)… Y, por cierto ¿sus padres de clase obrera estaban tan buenos como la Caitriona Balfe o el Jamie Dornan el Grey de las Cincuenta Sombras? (no es imposible, je, je, pero lo dicho: todo idealizado en extremo). La violencia del IRA, la de la facción católica del Ulster, ni aparece. Aquí sólo son malos los protestantes (la comunidad a la que pertenecía la familia Branagh). No entiendo.

E insisto, se desvela toda la tramoya al querer satisfacer tantos ingredientes. Por ejemplo, se esfuerza en que su película tenga bonitas referencias cinéfilas, ya sean las de grandes obras llenas de carga moral y política como El hombre que mató a Liberty Valance, o Sólo ante el peligro… o de obras divertidas y menores del cine popular (Hace un millón de años, Chity Chity Bang Bang…), del cómic (Thor) o de la tele (Star Trek…). Y en ese afán de Branagh por hacerlo todo bonito y chulo… la peor escena es la que remata la película y que os destripo en spoiler:
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120 de 168 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Crítica de Belfast y desde Belfast
Tengo el privilegio de haber disfrutado del Belfast desde la ciudad natal del director, a la cual dedicó un emotivo mensaje antes del comienzo del film, ganándose el aplauso fácil de la audiencia -aplauso que, por cierto, se replicó al final de la película por una minoría del público. No obstante, saliendo del cine, un hombre que caminaba detrás de mí le preguntó a su pareja qué le había parecido la película, a lo que ella replicó que "a load of s***".

Y es que Belfast, en mi opinión, se cae por muchos sitios. No soy un gran fan de Kenneth Branagh, y algunas películas suyas que he visto recientemente (Frankenstein o Asesinato en el Orient Express) muestran que el director tiene alarmantes dificultades para construir una estructura narrativa coherente, que se refleja también en Belfast. Saltos de trama, eventos descontextualizados y personajes que no se sabe muy bien quienes son y qué pintan ahí, son algunos de los problemas narrativos de Belfast. Branagh nos presenta su infancia con tanta fidelidad que se cree que todos estamos en su cabeza y nos enteramos de lo que pasa. La infancia de Branagh, por cierto, que será muy interesante para Branagh, como la mía lo es para mí. Cosas como que la calle esté barricada y necesites identificarte para poder entrar, pero que luego el bus les pare en la puerta de casa -porque al parecer la calle está barricada sólo por un lado, pero por el otro puedes entrar como Pedro por tu casa- muestran que está hecha un poco deprisa y corriendo. El inicio de la película, con las imágenes de la Belfast de hoy, parecen un anuncio de “Visit Belfast”. Y el final es un tanto abrupto y rocambolesco. Todo esto, no obstante, no esconde algunas de las virtudes de esta película, como su excelente fotografía y un muy buen reparto.

Lo peor de la película, en mi opinión, tiene que ver con la falta absoluta de conocimiento que Branagh tiene de su ciudad natal. Eso es comprensible a los nueve años, pero no si te propones homenajearla como hombre hecho y derecho. Hay que hacer los deberes. Y no me vale que está hecha desde la perspectiva de un niño. En primer lugar, la escuela de Buddy es, al parecer, mixta. Esta es una brutal inconsistencia histórica, pues la primera escuela integrada de Irlanda del Norte se inauguró en 1981. En segundo lugar, lo primero que a uno le dicen sobre el conflicto de Irlanda del Norte cuando llega a esta zona del mundo es que éste NO FUÉ UN CONFLICTO RELIGIOSO. Por resumirlo en unas pocas líneas, se trató de un conflicto identitario de carácter nacionalista, originado por la situación de apartheid de la población católica en el Norte, y que se inicia con los asesinatos de activistas por los derechos civiles por parte del ejército británico en 1969. A partir de ese momento, el conflicto se enquista porque -al contrario de lo que se duele pensar- las posiciones e intereses en disputa son múltiples, y no solamente dos: los católicos y protestantes que quieren una Irlanda del Norte dentro del Reino Unido con gobierno integrado representados por el SDLP y el UUP, los legalistas que quieren que continúe el apartheid representados por el DUP, los nacionalistas que quieren unirse a la República de Irlanda representados por el Sinn Fein, los que quieren una Irlanda del Norte independiente, y los intereses de dos estados que quieren pasarle el problema al de enfrente, porque los británicos no querían hacerse cargo del nido de avispas que era Irlanda del Norte, ni los Irlandeses creían tener la capacidad militar para estabilizar la zona.

Por tanto, la moralina barata de la tolerancia religiosa está muy bien, pero contarle al público internacional una paparrucha sobre el conflicto de Irlanda del Norte y que aún encima puedan darle un Oscar tiene sus narices. Y ya que Branagh se presenta como el buen y tolerante protestante, podría hacer referencia a la perspectiva católica del conflicto, ya que al menos dos de sus actores -Balfe y Hinds- son católicos, y podría haberles preguntado su opinión.

Por cierto, a ver si alguien puede aclararme que tiene Branagh en contra de su hermano, que parece que pasaba por allí. Dale algunas líneas al pobre chaval, que también lo pasaría mal.
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97 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
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