El profesor hippie (1969)

Comedia realizada en el fragor de los años 60’, cuando la nueva generación se venía calentando contra la dominación, la hipocresía y los malos manejos que, los adultos, venían ejerciendo en la sociedad argentina… y en el resto del mundo. Aries Cinematográfica, la compañía que regían el productor y director, Héctor Olivera, y el también director, Fernando Ayala, era una de las más notorias propulsoras de un cine comprometido con el arte, con la verdad histórica y la justicia (“La Patagonia Rebelde”, “La Noche de los Lápices”, “Plata Dulce”, “Tiempo de Revancha”…), pero para hacer éste cine, Olivera y Ayala se veían abocados a producir musicales y comedias ligeras que daban muchísimo más dinero, y de ésta manera, hacían sostenible la labor artística de su productora. En una entrevista que sostuve con Ayala en el Festival de Cine de Bogotá, hace algunos años, me decía: “Somos testigos de nuestra época. Sentimos la necesidad de que nos miremos a nosotros mismos y que denunciemos lo que está mal. Tenemos que aspirar a que las cosas estén mejor, eso es lo fundamental”.

Títulos como, <<EL PROFESOR HIPPIE>>, que se enmarca en la línea de la comedia ligera (bajo presupuesto, un solo actor importante, grupos musicales de moda…), se hacían con el ánimo de ofrecer un rato entretenido ¡y a fe que lo logra!, pero también servían de ocasión para decir unas cuantas cosas sobre política, educación, relaciones familiares… y/o sobre la obtusa sociedad que todavía caminaba a sus anchas.

Luis Sandrini, fue uno de los comediantes favoritos de toda Latinoamérica. Su picardía, su lenguaje espontáneo y abundante en frases de tipo punzante, su ocasional ingenuidad y su credibilidad caracterizando roles de gran nobleza y compromiso social, le merecieron el cariño de nuestro público. También yo conservo de él un grato recuerdo por títulos como, “La Cigarra no es un Bicho”, “Cuando los hombres hablan de mujeres” o “La Valija”.

En, <<EL PROFESOR HIPPIE>>, Sandrini es un profesor consecuente que se duele de que, algunos profesores, olviden que también fueron chicos, pero, sobre todo y como profesor de historia, para él es intolerable que se pretenda escamotear la verdad a la juventud de hoy, mostrándoles un pasado con “héroes” inmaculados y gobernantes sin tacha. Con un estupendo argumento, el demostrará que si las otras materias buscan la verdad y son exactas, no ve razón alguna para que la historia sí sea manipuladora y se apruebe la tergiversación de los hechos con el pacato argumento de que, “la prudencia nos obliga a disimular las equivocaciones de los héroes de la patria”.

Con guion de, Abel Santa Cruz, la historia tiene sus buenos apuntes, ejemplariza a un profesor que trasciende las labores del aula cuando se trata de favorecer a sus alumnos, y cuestiona los aires de prepotencia de aquellos obtusos profesores para quienes los alumnos no son la esperanza sino la ocasión de ejercer su proyecto de venganza… y curiosamente, no tiene un final feliz, pues, sucede un hecho que ojalá se interprete como debe ser.

… y la historia continúa con, “El Profesor Patagónico”.