arrow

El ídolo (1931)

El ídolo
81 min.
5,9
32
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Sinopsis
Prolongación de "Svengali" (1931), continúa el drama de una figura siniestra que adopta a un adolescente como discípulo. En este caso, se trata de un titiritero lisiado (John Barrymore), que rescata a un abusado niño y lo convierte en un gran bailarín de ballet. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Terror Intriga Ballet
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Mad Genius
Duración
81 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
7
“Yo soy tú y tú eres yo”
La palabra, Svengali, hace referencia a una persona obsesiva, prepotente y mal intencionada que manipula y domina a otra con propósitos egoístas. La primera vez que se habló de este personaje de ficción (pero, muy cercano a ciertos caracteres humanos) fue en la obra gótica, “Trilby”, que, el franco-británico, George du Maurier, publicara primero por entregas en la revista, Harper’s Monthly (1894) y, al año siguiente, apareció en forma de libro.

Una historia en dos guiones, inspirado el primero en la novela de du Maurier, y el segundo en la obra, “The Idol” (1929), de Martin Brown, fue lo que presentó, J. Grubb Alexander, a la productora Warner Bros., la cual le compró los derechos y entregó la primera parte al director, Archie Mayo, mientras que, la continuación, quedó en manos de Michael Curtiz, siendo ésta la segunda de cuatro películas que rodaría en el año 1931.

En platós “distintos”, pero, con el mismo equipo técnico e incluso con los mismos protagonistas (John Barrymore y Marian Marsh), las dos películas, “Svengali” y, <<THE MAD GENIUS>>, se rodaron simultáneamente, y en ese orden, se estrenaron en mayo y noviembre de 1931.

La historia del canadiense Brown, juega un poco con lo autobiográfico, pues, también él tuvo que abandonar su carrera como bailarín (llegó a hacer parte de las Follies de Ziegfeld) por haber sido diagnosticado con una arritmia cardíaca; y desde entonces, tuvo que dedicarse a escribir y a actuar, ocasionalmente. Esto lo llevó a imaginar a esa suerte de svengali, Ivan Tsarakov, un talentoso ruso que, frustrado desde muy pequeño por una insuficiencia física, siente renacer la esperanza al encontrar a un niño maltratado que corre como una gacela. Desde entonces, su meta será convertirlo en lo que él no pudo ser: “El mejor bailarín de todos los tiempos”.

John Barrymore (Tsarakov), aquí con un aspecto más elegante y menos rasputiniano, nos ofrece otra vigorosa interpretación en la que encajan muy bien los rasgos psicológicos que nos permitirán comprender la causa de su obsesión. Es un hombre controlador, conspirador y con ciertos afanes perversos, pero todo luce tan bien explicado que no es fácil juzgarlo y mucho menos condenarlo. En esa misma disyuntiva, se moverán los personajes que le rodean, siendo Marian Marsh (Nana), la que tendrá que padecer buena parte de sus maquiavélicas decisiones. Por su parte, Fedor Ivanoff (interpretado por un olvidable actor que la productora le impuso a Curtiz), tendrá que decidir entre el éxito y el amor, y entre el sometimiento y la libertad.

El convincente diseño de producción, la recursiva fotografía donde se nota la decidida influencia del director (siluetas, primeros planos, iluminación lateral…) y ese preciso sentido del ritmo sin lugar para acciones vacuas, son otros alicientes que hacen de, <<EL ÍDOLO>>, una película muy interesante y, en todo caso, digna de verse.

Michael Curtiz, es un director de respeto.

Título para Latinoamérica: <<EL GENIO LOCO>>
[Leer más +]
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre El ídolo
Fichas más visitadas