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Don Quijote de la Mancha (1926)

Sinopsis
Un autoproclamado "caballero" y su desventurado escudero recorren la campiña española atacando a "gigantes" que en realidad son molinos de viento, en su intento de conquistar el amor de la bella Dulcinea. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Dinamarca Dinamarca
Título original:
Don Quixote
Duración
179 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Miguel de Cervantes
7
Alonso Quijano visto por un danés.
192/04(04/07/23) Sugerente versión silente de las andanzas de icónico personaje cervantino, curiosamente una producción extraña por el lugar de procedencia, como es Dinamarca. El director y guionista Lau Lauritzen (exitoso en su país, sobre todo con su comedia Han, hun og Hamlet protagonizada por Fy & Bi; director muy trabajador, este mismo 1926 estrenó tres películas más, Dødsbokseren, Ulvejægerne y Grønkøbings glade gavtyve), recibió de la compañía Palladium Films de Copenhague el encargo de afrontar una nueva versión de Don Quixote. Siendo la idea de que fuera enfocada hacia la comedia, para ello el protagonismo sería para el famoso danés dúo del rechoncho Harald Madsen y el largurucho Carl Schenstrom (rodaron juntos más de 50 películas), conocidos artísticamente Fyrtaarnet y Bivognen, y modo reducido, Fy y Bi, en España eran ‘Pat & Patachón’, la versión escandinava de ‘El Gordo y el Flaco’. Para ser lo más fiel a los escenarios los productores renegaron de realizarla en la nación nórdica, y decidieron trasladarse con todo el equipo a rodar a España, donde llegaron la primavera de 1926. Filmando en las localidades y parajes naturales de La Mancha y Sierra Morena, también en Toledo (el Puente de San Martín, la plaza de Santa Leocadia y el claustro de San Juan de los Reyes), Ávila o Sevilla. Incluso hubo participación de las actrices españoles Marina Torres (Dulcinea), Carmen Villa (Luscinda) o Lisa Baudi (Dorotea).

Es un film donde se nota la gran producción que fue con 3 millones de pesetas, siendo disfrutable en sus exteriores vistosos, los vestuarios, ello derivado de la gran ayuda que hubo de las autoridades españolas, que dieron facilidades para filmar con marco en nuestro espléndido patrimonio artístico, con inteligente intención de que la película sirviera como propaganda turística, hasta la Casa Real prestó su vajilla de plata para la escena de la ‘cena’ del virreinato insular de Sancho Panza. Carlo Bentsen & Hugo Fischer & Julius Jaenzon fueron los encargados de la cinematografía, creando bonitas estampas manchegas, cuadros hermosos inspirados claramente en los grabados de la novela quijotesca dibujados por el aclamado ilustrador galo Gustave Doré (1832-1883). Destacando también los excelentes efectos visuales (poniendo el filtro del año que era), sobre todo en lo referente al mítico ataque a los Molinos/Gigantes.

La versión que yo he visto es de 134 minutos, aunque la versión estrenada fue de 179 minutos, a ello puedo achacar algunas lagunas. Es uno de esos films que hay que ver con el filtro del tiempo, y sobre con el de que es una obra que gana y mucho cuando oyes los diálogos y frases, es como un film del shakesperiano “Hamlet” mudo, pues pierde mucho. Encuentro como defecto que se pierde en varias ocasiones el foco del protagonista Don Quixote, yéndose con una sub trama que nada aporta sobre un triángulo/cuadrangular romántico que desvía la atención de lo importante de las aventuras caballerescas de este eterno perdedor de la triste figura, o en el tramo final pasando el protagonismo a Sancho Panza y su gobernación de la Ínsula, con una buena comedia, pero no es esto lo que busca el que se acerca al relato cervantino. Es un film ameno y grácil, jugando en contra la mencionada subtrama de la traición entre ‘amigos’ que nada tiene que ver con la punzante del Quixote, tenido todas las escenas legendarias de la novela, desde los Molinos de Viento, el Manteo a Sancho Panza, Dulcinea del Toboso, el Ataque contra los Gigantes/Tinajas de vino, la reflexión de Don Quixote sobre Rocas, el ataque para liberar la Cuerda de Opresos, el ataque al Rebaño de Ovejas, y más desventuras. Todos esto filmado con gusto. Aunque en el rush final me habría gustado más intensidad dramática y no que suceda demasiado de prisa, quizás en la versión integral si era más emocional.

Carl Schenstrøm y Harald Madsen eran pareja de comediantes, sus personajes nunca se despojaron de sus atavíos cómicos de películas (trajes que no les quedaban bien, bigotes extraños y sombreros feos), siguieron siendo populares y continuaron haciendo películas hasta 1940, dos años después de que su primer y mejor director, Lau Lauritzen Sr., muriera y dos años antes que Schenstrom, el flaco murió. Schenstrøm tiene la nariz aguileña de un anciano y Madsen en realidad tiene cabello y una barba considerable. Aquí ambos realizan unos muy sentidos papeles, sobre todo llama la atención Schenstrøm con un físico que parece esculpido por Cervantes para el rol, además su expresividad refleja ese mundo interior demente de su encarnación. A Madsen le falta algo de panza para ser Panza, pero en su mirada, a lo que la cámara se fija mucho en sus reacciones es muy bueno. Resto de secundarios no tienen apenas peso dramático.

Las imágenes rodadas en nuestro país fueron reveladas en los laboratorios de Madrid Films. Tras cinco meses de rodaje, la película se estrenó el 30 de noviembre de 1926 en Copenhague, con el título Don Quixote af Mancha, convirtiéndose en el mayor éxito internacional de la filmografía danesa hasta aquel momento.

Su llegada a las pantallas españolas se demoró hasta el 26 diciembre de 1927, cuando se iniciaron sus proyecciones en las salas madrileñas Real Cinema y Príncipe Alfonso. La película fue gratamente recibida por la crítica. «Difícilmente –se leía en las páginas de ABC – podrán encontrarse dos actores que de modo tan admirable interpreten los personajes del Caballero de la Triste Figura y su escudero, como los que han sido elegidos […] No hay posibilidad de mejorar a ambos actores. Figura, gestos, movimiento, interpretación, en fin, están esencialmente ajustados al dibujo que de ellos hizo Cervantes en su obra inmortal». Se calificaba el estreno como «éxito franco» y se añadía que debería ser vista por todos, no dudando en calificarla como «digno monumento de homenaje a la obra ilustre y famosa». El febrero de 1928 se estrenó en Barcelona en el cine Tívoli.
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