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Los caníbales (1970)

Los caníbales
95 min.
5,7
101
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Sinopsis
Milán se ha convertido en una ciudad desierta y espectral; las calles y las plazas están sembradas de cadáveres. Los militares, pertrechados para la guerra, están presentes en todas partes, y la gente camina impertérrita sin reparar en los cuerpos sin vida. Las autoridades han ordenado que los cadáveres de los disidentes y rebeldes queden expuestos en las calles para que sirvan de ejemplo y no se vuelva a producir otra rebelión.
Antígona es una joven de familia burguesa que ha perdido a su hermano durante los disturbios. Y se rebela, indignada, contra la prohibición de dar sepultura a los muertos. Sin embargo, nadie quiere ayudarla, ni sus parientes, ni su novio Hemón, hijo de uno de los políticos más influyentes del país: todos acatan las órdenes emanadas del poder. Pero Antígona conoce a Tiresias, un joven extranjero que habla un idioma que ella no comprende, pero que está dispuesto a ayudarla.

“Los caníbales”, con guión de la propia directora en colaboración con Italo Moscati y Fabrizio Onofri, está inspirada en “Antígona”, la antigua tragedia griega de Sófocles. Los personajes, que llevan incluso los mismos nombres de la obra griega, viven en una Milán moderna y reconocible, sugiriendo claras simbologías políticas. El fuerte realismo de las imágenes es acompañado por la música de Ennio Morricone. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
I cannibali
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Sófocles
Links
3
Muerte a quienes entierren a los muertos
Terminando de ver “I Cannibali” (1970) de Liliana Cavani con Pierre Clémenti, Britt Ekland, Tomas Milian, Francesco Leonetti, Delia Boccardo, entre otros. Drama italiano del tipo “Art House” y reelaboración del drama “Antígona”, la tragedia griega de Sófocles pero en formato de alegoría política radical; sobre una pareja que busca “enterrar a los muertos” rebeldes expuestos en las calles que luchan contra el sistema. Los personajes, que llevan incluso los mismos nombres de la obra griega, viven en una Milán moderna y reconocible que ha perdido la empatía, la libertad, la sensibilidad y la cordura, sugiriendo claras simbologías políticas relacionadas a la corrupta aberración del poder, de gran fuerza dialéctica en sus imágenes, criticando la estructura de una sociedad represiva, con metáforas y secuencias de considerable sugestión representativa, donde el fuerte realismo de las imágenes, está acompañado de la música de Ennio Morricone, y una canción muy pegadiza cantada por Don Powell. Del reparto, Britt Ekland, una de las mujeres de Peter Sellers; y el “pasoliniano” Pierre Clémenti, que había salido recientemente del hospital por su abuso de drogas, tienen inquietantes actuaciones; sobre todo Clémenti por sus similitudes “crísticas” De hecho, todo el filme tiene motivos similares a “La Pasión”; destacando también al gran Tomas Milian, que es más un cameo sobre la descomposición social; y al también “pasoliniano” Francesco Leonetti. Lo absurdo de la producción viene de la realidad: ¿Por qué los cuerpos esparcidos en todas partes, nunca se descomponen? Lo cierto es que no importa, pues son el símbolo recurrente del mal, del Estado Totalitario, las consecuencias de la represión y la falta de libertades; por ello, “Los Caníbales” del título son ambiguos, en una obra literalmente alegórica, que no resuelve nada, pero que forma parte del montón de obras producidas en el mismo periodo, señalando el mismo compromiso político. Nos queda dar “muerte a quienes entierren a los muertos”, como quien dice, “castigar la rebeldía y continuar la represión”
NO RECOMENDADA.
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Cadáveres rellenos de paja y algodón
Pesan los años, como una losa, sobre este cadáver cinematográfico que sorprendentemente ni apesta, ni se descompone; al menos en la pantalla.
Descubro el nombre de un jovencisimo Amelio, hoy injustamente olvidado y que aquí comenzaba su andadura como ayudante de dirección.
Pasolini y su sombra se pasean durante la proyección, es indudable. Pero curiosamente, apesar del vergonzante y trasnochado tufillo «pseudo-popero» que nos escupen una y otra vez durante la película, vislumbramos el futuro. Vemos al Pasolini de su nefasto «Salo» o al Ferreri de «Adios al macho» en un puñado de nada despreciables escenas; sádicos prismáticos, cuadrúpedos cuerpos desnudos sometidos al poder militar, castraciones asistidas y demás ultrajes y humillaciones al cuerpo (eso si, no hay fluidos vertidos/ausencia de rojos, amarillos o marrones).
La diferencia, es clara, unos pocos años separan la ingenua candidez revolucionaria post sesentayochista, del nihilismo suicida «cul-de-sac» pre-ochentero.
Allí los cadáveres sangraban, olían a heces y orin, en definitiva, descubrían su putrefacción.
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3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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