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Queremos los coroneles (1973)

Queremos los coroneles
100 min.
6,0
167
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Disponible en:
Suscripción
Teaser VO
Sinopsis
Sátira a costa del fascismo que narra los planes de golpe de estado de un diputado italiano de derechas. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Política Sátira
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Italia Italia
Título original:
Vogliamo i colonnelli
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1973: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
7
Técnica del golpe de estado
Otra nueva incursión de Monicelli en la realidad política de su país, y como siempre, recurriendo a la comedia como vehículo crítico idóneo. En anteriores ocasiones ya he apuntado que esta es la principal característica del cine de este realizador, que lejos de limitarse al siempre necesario y honorable afán de entretener y hacer reír, trata siempre de mostrar y analizar aspectos o problemas sociales, políticos e históricos.

En este caso, el objeto de su sátira es un intento de golpe de estado protagonizado por ciertos elementos políticos y militares italianos nostálgicos del fascismo. Pocos temas resultaban más oportunos en la Italia del 73, toda vez que apenas tres años antes había sido truncada una tentativa real, encabezada por Borghese (“El Príncipe Negro”) junto con otros neofascistas y algunos coroneles de similar tendencia política. Así, muchas de las acciones y personajes que vemos en la película están directamente tomadas de los acontecimientos reales, y de facto, el plan de asalto al poder por parte de los golpistas de ficción es bastante fiel al que se tramó en realidad (uso de los paracaidistas, intento de control de los puntos neurálgicos y de comunicaciones, incluso el detalle del puesto de mando ubicado en un gimnasio).

En la caricatura que realiza Monicelli están presentes elementos muy definitorios de la realidad política italiana de la época, como la creciente tensión política, con un partido comunista muy fuerte, y el desencadenamiento interesado y muchas veces manipulado de la violencia, mediante la cual se trataba de preparar el camino para una “solución de orden”; de hecho el filme comienza enfatizando esto al recrear un simbólico atentado de pega, que no persigue sino el enconamiento de las posiciones políticas. Igualmente, el realizador se esfuerza en mostrar la relevante presencia e influencia de elementos neofascistas en la política de su tiempo, y en el peso y los apoyos con que podían contar, abierta o veladamente (grandes empresarios industriales, otros dictadores como los coroneles griegos, etc.).

A pesar de lo interesante del planteamiento y de las innegables fortalezas argumentales y cómicas de la película, creo que en esta ocasión a Monicelli se le va un poco la mano, perdiendo aquella ironía más trabajada que era seña de identidad en películas precedentes. Así, hay situaciones a las que sin duda les “manca finezza”, a pesar de estar bien apuntadas; algo similar ocurre con algunos personajes, que a fuerza de caricaturescos acaban por perder algo de mordiente e interés. La narración posee un aire casi documental o de crónica, enmarcándose los acontecimientos por numerosos rótulos identificativos de los personajes y por una voz en off afortunadamente no muy pesada. Abundando en ese tono de inmediatez casi periodística se intercalan bastantes imágenes de archivo (el parlamento, los desfiles, algunas imágenes de tropas, etc.), y se mantiene un ritmo vivaz durante todo el metraje. Los intérpretes están bastante bien, aunque sólo Ugo Tognazzi (en su salsa, como era de esperar) puede ser considerado protagonista, ya que los demás personajes –muy numerosos- giran en torno a él, construyendo así una película eminentemente coral.

Más allá de aciertos puramente cómicos (la secuencia con el artificiero, el “atinado” aterrizaje de los paracaidistas y la concepción de algunos personajes), creo que lo más brillante de la cinta se encuentra en el final, en esa solución tan política con la que se rubrica la historia, y que no deja de ser una terrible advertencia de lo que realmente podría ocurrir; en ese sentido, la conclusión diseñada por los guionistas y el realizador es la perfecta plasmación de sus más íntimos temores.
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9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
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