Without Name (2016)

Filme que bucea en el terror primigenio que el ser humano siente cuando está solo inmerso en la naturaleza más indómita, en un paisaje inquietante, no se sabe porqué motivo, donde puedes sentirte acechado por algo o alguien, donde sientes un cosquilleo en la nuca y no acabas de estar cómodo. Un lugar envolvente y opresivo. Un miedo ancestral. Una amenaza que racionalmente no puedes justificar, pero que la sientes. De ahí surge toda la mitología pretérita, con seres mágicos- hadas, trasgos - presencias quasi-divinas, entidades buenas o malas sin cuerpo físico... Un precedente bastante logrado se encuentra en el filme de Peter Weir "Picnic en Hanging Rock". A esto hay que añadirle el empleo de sustancias alucinógenas para romper esa barrera, permeable por momentos, que separa el mundo espiritual del mundo físico. Un mundo espiritual, conectado a la naturaleza, que también nos recordará al descrito en la serie de animación "Avatar: la leyenda de Korra".

Estéticamente, el director hace un notable trabajo con la composición de bellas secuencias, que explotan el misterio de la naturaleza más desatada, gracias a unas magníficas localizaciones, como ese extraño bosque, secuencias en las que busca esa incierta simetría, ese lenguaje matemático y visual que nos ofrece la naturaleza, sus ramas, troncos, sombras, líquenes. Todo parece tener un orden dentro de un aparente caos. La naturaleza no es entrópica. Todo tiene su razón de ser. Incluso, al final, nos mareará con una larga secuencia estroboscópica que tuve que dejar de mirar ya que me producía desazón y mareo. Creo que avisan sobre el tema de la epilepsia al inicio del filme.

Sin embargo, es un filme fallido a la hora de desarrollar la historia más mundana, con un maduro topógrafo en crisis personal. Pienso que era innecesaria esa crisis personal, con el adulterio de turno. Sabes perfectamente como van a evolucionar los personajes, se ve de lejos el cambio de pareja. Sobran los personajes de la compañera de trabajo y del hippie de la roulotte. Son prescindibles. Si se hubiera desarrollado la historia del topógrafo aislado en esa casa, leyendo el diario de su anterior inquilino, como hace luego, para emplear los hongos, se hubiese acentuado esa extraña comunión del protagonista con la naturaleza que le rodea y el filme hubiese sido más redondo. Se hubiese acentuado esa soledad, ese aislamiento, con las conexiones por internet con su patrón como única ligazón con el mundo humano. Hubiese sido un viaje iniciático. Algo de eso hay, pero apenas esbozado. Una pena. Esa casa, con sus manuscritos y extrañas fotografías, era la puerta al mundo espiritual y, sin embargo, la desaprovechan. Y cuenta para eso, con una hipnotizadora banda sonora.

Con todo, es un filme atrayente, siempre que no busques el típico terror de monstruitos, asesinos en serie o fieras salvajes. Aquí, de eso no hay.

Otro thriller de terror que tarda en arrancar una eternidad y luego se queda finalmente en nada, pretendiendo crear una atmósfera misteriosa gracias a los lúgubres bosques irlandeses y que malgasta dos tercios de metraje en la nada más absoluta.

Ideal para pegarse una buena siesta.


Más críticas y crónicas de SITGES 2016 en http://hambredecine.com