Filmatron (2007)

Ya tiene 17 años. Y la película envejece bien. Una producción modesta llena de amor al cine, al comic y a las series de televisión japonesas. Momentos de Matrix y los Power Rangers en un mundo totalitario al más puro estilo "Fahrenheit 451" en el cual no se deja producir ningún filme de entretenimiento no sea que los espectadores les de por pensar demasiado. No hay libros, la educación es con videos. Y sin embargo, el canal único de televisión, el Uno, decide ofrecer algo llamado "la película de la gente" para intentar salir del aburrimiento y desinterés de su programación. Eso lo aprovecharán nuestros protagonistas para filmar su película bizarra de superhéroes y la intentarán colar en la programación.

Una realidad en la que los creadores de cine bizarro y fantástico son considerados rebeldes y, por tanto, perseguidos por la policía política y del pensamiento. Ahí arranca el filme. Pronto conoceremos al protagonista, un chico que le gusta dibujar cómics en clase y que tiene un hermano que parece "el Bebé Jefazo". El intérprete del niño empresario, Luciano Goncalves, es un descubrimiento.

Tendremos una trama sencilla, en la que los buenos son acosados por la policía mientras tratan de producir su película de superhéroes, titulada Filmatrón. Veremos combates cuerpo a cuerpo bastante bien llevados, al estilo Matrix, en un final bastante espectacular, dentro de los escasos medios que tienen. La película rebosa un humor bien llevado, principalmente alrededor del hermano negociante. Y los malos tendrán unas extrañas armas propias de los cómics, y sobre todos ellos, el malo principal, una mezcla entre Filemón Pi y el Emperador Palpatine.

La película está muy bien rodada, aprovechando exteriores e iluminación nocturna magníficamente. Tendremos animación, también stop-motion con plastilina en un corto soberbio y, al final, otro stop-motion sorprendente. Y es que es una película de cine dentro de cine.

Si no tienes aprensión por ser una producción con dos duros, y te centras en la fantasía que narran y el lenguaje cinematográfico exhibido, te puede resultar una experiencia gratificante. Eso, siempre y cuando, seas fan de las series B y de los filmes de superhéroes.

Es una película de serie B, friki, que quiere ser friki…, y lo consigue. Se engancha en un universo del Gran Hermano de Orwell y lo mezcla con el anime más cutre. Le vas perdonando mientras la visionas con pensamientos de “es serie B” y “sí, es friki, pero es lo que pretenden”, pero al final aburre. Se hace demasiado larga y la música ayuda para dejarte con esta sensación machacándote con cuatro notas, por lo demás poco imaginativas, a lo largo de todo el film