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Amanda Knox: presunta inocente (TV) (2011)

Amanda Knox: presunta inocente (TV)
87 min.
4,1
394
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Sinopsis
Amanda Knox (Hayden Panettiere), una joven norteamericana, era una estudiante más en la Universidad de Peruggia, Italia. Pero el 2 de noviembre de 2007, apareció asesinada su compañera de piso la británica Meredith Kercher (Amanda Fernando Stevens). Fatalmente apuñalada en el cuello, estaba empapada en sangre y cubierta de magulladuras. Inmediatamente las sospechas recaen sobre Amanda y dos jóvenes más conocidos de la víctima, su novio Raffaele Sollecito (Paolo Romio) y un joven de Costa de Marfil Rudy Guede (Djibril Kébé). Detenidos los tres, se inició así uno de los juicios con más repercusión internacional de los últimos tiempos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Basado en hechos reales Telefilm Drama judicial / Abogados/as Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Amanda Knox: Murder on Trial in Italy
Duración
87 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
5
Simplemente pasable
Las películas para TV por lo general tienen algo difícil de definir, que las diferencia enormemente de cualquier producción para cine. Esta no es diferente. Entretiene sin más, engancha más por la comodidad del propio sofá un sábado por la tarde más que por otra razón. Su mejor -y quizás su única- baza, consiste en que está construída sobre un hecho real que a fecha de hoy todavía trae cola.
Respecto a la actuación de Hayden Panettiere, conocida sobre todo por la serie "Héroes" (2007), no destaca especialmente, se aprecia sí, cierto esfuerzo y oficio en representar el papel de un personaje con una psicología peculiar, pero no mucho más.
No se puede calificar como mala, pero tampoco es nada del otro mundo, ni siquiera considerando el atenuante televisivo.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
La arpía diabólica
Chachi. La carnaza (terrorífica frialdad amoral dentro de un carcasa juvenil angelical, matar por banalidad, por estupidez, por nada, Marie Gillain, sé que está ahí, pero la echamos de menos). Herman Hesse (hay que en la cárcel en alemán mucho leer).
Al final uno no sabe muy bien si beatificarla como seguro que se merece esta santa laica y posmoderna, el crimen puede ser el mayor atributo, el motivo definitivo para obtener el ansiado puesto de trabajo, todo el reconocimiento añorado, ese éxito tremendo, solo hay que saber administrarlo, el cómo y el cuando, elegir bien el modo y el momento más adecuado, saber transformarlo en espectáculo sabroso morboso que depare gran entretenimiento y regocijo al ansioso de excitantes experiencias amado pueblo, si ponerle una estatua por buen comportamiento, pobre mártir norteamericana en tierra extranjera, de bárbaros, atrasada, feroz, bestia, una víctima del sistema, mujer tenía que ser, otra más, la infinita lista de las agraviadas que jamás cesa, en un país tan machista para variar, van a por ellas, las odian, o, si por el contrario, hacernos de cruces y ponernos a temblar, conmigo no te metas, por caridad, que yo solo venía a mirar como los demás, ante un ser humano tan vacío, muerto por dentro, sin alma ni escrúpulo ninguno, blanqueado sepulcro, quedarnos espantados ante una jovencita tan atroz, metálica y salvaje, despiadada e implacable, fría como el acero, Hanibal Lecter de rebajas o de pequeña, probando armas, de prácticas o misiones, el lado brutal de la vida que no es tampoco tan bella.
La película o lo que coño sea tampoco ayuda demasiado a hacerse una cabal idea, a tener un buen juicio, es poco más que una ramplona y funcionarial muestra de ejercicio televisivo chusco, muy escasa cosa, solo sirve como somero repaso general del terrible hecho o evento sangriento y sus alrededores siniestro esperpénticos (ay, Gay Harden Macia, qué ha sido de ti, con lo que prometías y ahora allí), como leer un periódico atrasado, una crónica de sucesos del caso, una, en fin, ilustración llevadera, a la carrera, pasable, escuchimizada, muy superficial, apenas nada, sencilla y rutinaria, caricaturesca y bufona, negra y tonta, macabra y simple.
Sabíamos sobradamente, no nos caímos de un guindo, todos tenemos un pasado lleno de oprobio y estupor, que los Erasmus o casos aberrantes parecidos de intercambio de estudiantes eran Sodoma y Gomorra, camino de perdición, desenfreno y mareo, drogas de las muy malas, de la carne mercadeo, un de patos bebedero, de cabrones abrevadero, bacanal constante, atolladero infecto, una orgía ambulante, la jodienda y la vagancia por antonomasia, donde las nínfulas más corruptas hacen su agosto y los sátiros más abyectos tienen su aparcamiento, un experimento espeluznante y pueril de depravación y disolución de todos los más sagrados valores, del orden y la esperanza, una especie de escapada, breve interludio, feliz paréntesis, que se le permite a cierta chavalada privilegiada antes de entrar en la edad adulta, la última cena, pide lo que quieras, del mañana seguro ahorcado, es decir, previo paso al conocimiento del horror, de la muerte y la humillación de primera mano, del tiempo como guillotina, en forma de doble vía, como esparcimiento, sexo y desparrame, a mansalva la barbarie más blanda, y también como conocimiento, el burro y la zanahoria, eso es lo que te espera si te lo sabes montar bien, si tragas y pisas, si te conviertes en una brillante mierda, en un esmerado y capaz hijo de puta que aplasta cabezas con una sonrisa en la boca, que dice ay qué mal todo mientras piensa que a ese también me lo follo, más o menos, yo creo; vale, cierto todo eso y nos quedamos cortos porque somos la mar de buenos y no nos hacemos de nuevos ni las vestiduras nos rasgamos, pero nunca imaginamos que además Sade fuera su patrón o santo, creíamos o más bien esperábamos que fueran solo fuegos fatuos, balas de fogueo, virtual suposición, conjetura oscura, gaseosa, placebo, parloteo, fanfarronada, simulación, sano entretenimiento, si te he visto no me acuerdo y nos mantenemos en contacto, yo también te quiero, ya nos llamaremos, no creímos ni por un segundo, por dios bendito, que llegaran a tanto, que se lo tomaran tan en serio el suceso, que fueran tan concienzudos y chapuceros, tan rigurosamente lerdos, que allí se practicaran también sacrificios humanos, viva Charles Manson, eros y tánatos de la mano, copulando sin descanso, sangre y lecho, horror y esperpento, la noche de Valpurgis, satanismo, abominación, del diablo mucho engendro repleto.
Si nuestra civilización no estuviera o estuviese completamente derruida, directa al sumidero, un tremendo estercolero, habría pasado ya mucho tiempo desde que se cortaron de raíz o mejor prohibieron este tipo de acontecimientos, semejantes hechos de estudiantes, por llamar de algún modo a lo que no es más que tráfico de blancas y de negras, sodomía, satrapía y ave maría, y no cagarnos de una vez por todas en todo, cada uno en su casa y dios en la de todos, no es de recibo tanto desafuero, a las diez en la cama que mañana hay que madrugar, punto y pelota, se acabó ya esta merienda de negros, de paso sea dicho.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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