El triangulito (1970)

El mundo de los grandes almacenes en el boom económico de aquellos años, diríamos, visto en plan de comedia surrealista, da paso a unos personajes que nos presentarán la cama inteligente.

La cama inteligente es una cama articulada eléctrica, varias veces vista en el cine, por ejemplo: una simulada en Confidencias a medianoche (1959); este producto innovador de la Sección del Hogar es el instrumento del argumento para que dos encargados lleguen hasta Laura.

Podemos entender en el triangulito que se forma, una especie de denuncia ante el desencanto del hombre casado, hundido moralmente por la rutina de la casa y del trabajo, con una aceptable interpretación de los dos protagonistas que ven en la nueva contratada, Dyanik Zurakowska (Laura), un escape hacia una vida deseada, alegre. Ella es el sueño por conseguir, o al menos, lo que representa.

José Mª Forque plasma la elegancia y la vistosidad de esas películas americanas de la época, esas comedias románticas de la tontería como medio y del entretenimiento como objetivo, consigue el producto estrambótico que persigue la idea originaria, e incluso los momentos de ambos vendedores en sus respectivas casas están bastante logrados, el tema es que en conjunto, no es más que una opereta sin fondo, sin profundidad, sin ingenio y sobre todo, sin el erotismo mordaz que Laura merecía.

Es el resultado de su fórmula (la del triángulo y la de la película). Lamentable film de Forqué con diferencia, al menos de las que he visto, pues el director maño que había filmado “Amanecer en puerta oscura”, “Atraco a las tres” o “Un millón en la basura”, entre otras obras muy dignas y apreciables, en sus últimas películas se había pasado a un descarado cine comercial del tardofranquismo, con los peores vicios de ese tipo de cine, maniqueo, timorato para abordar temas sociales latentes y, lo que es peor, muy autocomplaciente. Una historia más falsa que un euro de madera, todo es impostado, ridículo y patético. Una película que ha envejecido muy mal, porque a los films mediocres el tiempo los maltrata y destroza sin compasión, todo su argumento es tan estúpido, hipócrita y calamitoso que sientes vergüenza ajena por la forma de retratar a unos personajes sin consistencia, zafios estereotipos que nacen de un argumento tan grotesco como bobalicón. Donde se pone de manifiesto las absurdas fantasías sexuales, que pretenden ser sentimentales de unos maridos reprimidos soportando matrimonios aburridos y mediocres.

Lo que me sorprende de este engendro, una caricatura de costumbres, es que el gran Fernán-Gómez se prestara a este tipo de enjuagues, de un producto tan perecedero como su estúpido argumento. Se trata de un increíble triángulo amoroso que no se lo cree ni un niño de párvulos. En el que dos infelices empleados de una tienda de muebles (que paradójicamente se llama “Muebles La Felicidad), se enamoran platónicamente de una ñoña y relamida hija del dueño de la empresa que la traslada a Barcelona para que se espabile y conozca el mundo de las ventas, cuando en realidad ella ha nacido para ser un señorita rica, en todos los sentidos. Todo se complica cuando los dos eficientes y serviles empleados dedican casi todo su tiempo a hacer más cómoda la vida de la modosita joven descarriada. Incluyendo una disparatada campaña publicitaria que es para meterlos entre rejas por su negligencia.

La visión moralista tan retrógrada y pacata que desprende el film causa sonrojo, se trata de un disparate surrealista, la de un triángulo tan aséptico como vacuo, tan inmoral y sórdido como ingenuo, de auténtica aurora boreal. No hay química entre los actores, porque el casting es demencial, no hay ni humor, ni situaciones jocosas, todo es desangelado, frío y sin chispa que nos despierte del aburrimiento general. No es extraño que no exista hasta el momento ni una sola reseña de este nefasto film que pretende ser una comedia y no llega ni a chiste, porque hasta los que se cuentan por los personajes son malos. Pero, todo puede suceder, hasta que aparezca algún buen samaritano que le clave un 10, presumiendo de que se divertido mucho. Mi capacidad de asombro no tiene límites, mucho más en la noche mágica de los Reyes Magos.