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Okko, el hostal y sus fantasmas

Animación. Fantástico. Drama Tras perder a sus padres en un accidente, Okko empieza a vivir en el campo con su abuela que lleva una posada japonesa tradicional. Mientras se prepara para ser la propietaria de la posada, empezará a ver fantasmas amistosos. (FILMAFFINITY)
Las buenas intenciones
Es imposible disociar el estilo y candor de 'Okko's, el hostal y sus fantasmas' de la obra de Studio Ghibli. Lo que pudiera entenderse casi como un tópico a la hora de encasillar el cine de animación japonés aquí tiene todo el sentido, pues su director Kitarō Kōsaka, de dilatada carrera, nunca ha abandonado el seno de la compañía nipona pese a contar con una filmografía en solitario desde hace más de una década. Por resumir su trayectoria, Kōsaka supervisó la animación de la obra maestra 'El viaje de Chihiro' para Hayao Miyazaki y debutó como director con 'Nasu: Verano en Andalucía', una adaptación de un manga que el propio Miyazaki le recomendó. Ese film, estrenado en 2003, tuvo el honor de ser el primer anime estrenado en el Festival de Cannes. Cabría imaginar que la deuda que Kōsaka siente hacia el autor de 'Mi vecino Totoro' es suficientemente grande como para que haya seguido colaborando con él desde entonces, incluyendo su aportación como director de animación y diseñador de personajes en la superlativa 'El viento se levanta'. No sorprende pues que hayan pasado once años desde que estrenase su último largometraje.



Lo que entrega Kōsaka es una historia de superación que arranca desde la mirada de Okko, una niña que pierde a sus padres en un accidente de tráfico y termina en casa de su abuela, en el pueblo, donde tendrá que ayudar a sacar adelante una posada familiar. Lo fácil habría sido tratar esta historia de forma dramática, haciendo ver cómo está pérdida afecta no sólo a Okko, de carácter risueño y juguetón, sino también al núcleo de su familia. Sin embargo, Kōsaka opta por un enfoque más ligero, introduciendo incluso un elemento sobrenatural en forma de fantasmas amigables que ayudarán a la niña a entender la situación por la que pasa y a encontrar su lugar en ese nuevo contexto que le es totalmente desconocido.

Y todo funciona sobre todo al principio, con ecos a ese Ghibli que nos encandiló en los 90 con propuestas tan brillantes como 'Recuerdos del ayer' de Isao Takahata, pero pronto se desinfla. Una vez que el film asienta sus bases, le cuesta demasiado arrancar y proponer temas de interés en cualquiera de sus perspectivas: como coming of age, trabaja poco y no en demasía con la psicología de su protagonista, dando pequeños trazos de su forma de ser sin desarrollarlos como debería, y como drama de exploración del dolor o la pérdida, se queda en lo meramente superficial. Se introducen de hecho personajes que sólo tendrán una razón de ser como recurso de guión más que como algo que complemente a la historia, y es una pena.



Todo esto quizá pueda deberse a que esta historia necesitaría de mayor metraje para funcionar o, por lo menos, de un centro mucho más robusto que el que se presenta en el film. Curiosamente el mismo año del estreno de la película de Kōsaka, el estudio Madhouse produjo una serie de animación de 24 episodios basada en el mismo material original, una serie de novelas de idéntico nombre escritas e ilustradas por Hiroko Reijo y Asami respectivamente. Sea como fuere, tampoco hablamos de un film completamente fallido o carente de interés. Sus escasos 90 minutos se ven con agrado y puede ser una obra ideal para el público más joven y poco experimentado en las posibilidades del medio.

Como cabe esperar de una producción del estudio Madhouse, el apartado artístico luce a buen nivel. Los diseños de los personajes, tan Ghibli como puede serlo un film inspirado pero no salido del estudio, tienen cierto encanto y funcionan en sus respectivos roles. Y algunas de sus secuencias tienen mucha fuerza, como el momento en el que Okko y una de las huéspedes del hostal van a la ciudad, o un final precioso que consigue en muy pocos planos condensar los temas y conceptos del film con gran riqueza expresiva. A todo esto ayuda una magnífica y sensible banda sonora de Keiichi Suzuki, compositor del clásico de Satoshi Kon 'Tokyo Godfathers' y habitual de la última etapa de Takeshi Kitano, con quien colaboró en 'Zatoichi' y las tres entregas de 'Outrage'.

'Okko, el hostal y sus fantasmas' es una película agradable, con buenas intenciones, que podría haber trabajado mejor sus temas para construir una experiencia artísticamente más completa. No pasará a la historia y tampoco se acabará el mundo si no la ves; una obra que parece más pensada para verse y olvidarse que para pensarse, y que no resiste un análisis muy crítico porque lo que hace, lo ejecuta más desde el corazón que desde la cabeza. Lo cuál no es algo necesariamente malo cuando, como en este caso, se hace con cierta honestidad. Al final, agradecerás tu corta estancia en ese hostal, pero no será uno de tus recuerdos favoritos.

Escrita por Pablo González Taboada (FilmAffinity)
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