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Fast & Furious: Hobbs & Shaw

Acción. Ciencia ficción Desde que se cruzaron los caminos del agente Hobbs (Johnson), un leal miembro de los servicios de Seguridad del Cuerpo Diplomático estadounidense, y del solitario mercenario Shaw (Statham), ex miembro de un cuerpo de élite del ejército británico, los insultos, golpes y burlas no han cesado entre ellos para ver cuál de los dos cae antes. Pero cuando un anarquista mejorado ciber-genéticamente llamado Brixton (Elba) se hace con el control ... [+]
Tan entretenida como conservadora
El 1 de agosto de 2019, Erich Schwartzel publicó un artículo en el prestigioso The Wall Street Journal titulado "I Never Want to Lose a Fight". En él, se exponía una de las cláusulas de los contratos de los actores de Jason Statham, Vin Diesel y Dwayne Johnson para las películas de la franquicia "Fast & Furious": no pueden perder. Todos los golpes que reparten en sus coreografías tienen que encajar, no pueden recibir ninguno que no sea devuelto y por consiguiente: están blindados. Son actores de acción, pero sobre todo son actores. Todo esto resulta algo decepcionante cuando existen ejemplos tan alejados de esta norma como el de Tom Cruise, que con 57 años pone en riesgo su vida para grabar -sin dobles- las secuencias de la formidable franquicia "Misión Imposible" o incluso la entrega de Keanu Reeves en la trilogía John Wick. En el cine de acción existe algo llamado fisicidad, la sensación de que realmente está ocurriendo algo en pantalla y que sólo se consigue cuando los cuerpos chocan y comienzan a saltar las chispas.



Jackie Chan lo entendió a la perfección hace décadas, convirtiendo cada movimiento en parte de un ballet en el que daba igual si uno de los golpes impactaba en el lugar incorrecto. Lo importante era que la cámara no dejase de rodar, era capturar esa fuerza, la testosterona arrasando todo a su paso en favor del puro espectáculo. "Fast & Furious: Hobbs and Shaw" ha entendido sólo esta parte. Y después de leer ese artículo es fácil entender las razones. No es casualidad, de hecho, que lo primero que veamos en los créditos del film sea los nombres de Johnson y Statham aparecer en pantalla acreditados como productores: ellos se los guisan y ellos se lo comen.

El primer spin-off de la franquicia "Fast & Furious" prometía entregar una película de acción por todo lo alto y el objetivo se ha cumplido sobradamente. Sus estrellas principales están dispuestas a dar tortazos de mil y una forma, a soltar one-liners o frases con chispa cada cinco segundos a la manera de clásicos de los 80 o 90 como "Jungla de cristal" o "Arma letal" y además tenemos a un villano de excepción a modo de soldado híper-mejorado tecnológicamente al que da vida Idris Elba, probablemente lo mejor de toda la película, dicho sea de paso.



Sobre el papel todo suena perfecto para los que estén ávidos de este tipo de experiencia. Los que vengan buscando coherencia se equivocan de franquicia, por que sí, esto es una escisión de "Fast & Furious" pero su ADN está intacto, manteniendo todo aquello que ha convertido a la serie en una de las que mejor han sabido adaptarse a las necesidades de su público sin perder por el camino su esencia. Ni siquiera el eje principal de la misma, y no hablo de los coches tuneados sino de la importancia que se le da a la familia, está ausente en esta nueva producción que tiene todas las papeletas para arrasar y convertirse en una franquicia por si misma.

Pero cuando pasamos del papel a la imagen, de la teoría a la práctica, es cuando "Hobbs and Shaw" comienza a chocarse contra un muro. En efecto, ambos personajes son interesantes y se complementan a modo de buddy movie como lo habrían hecho hace dos décadas, pero son intocables. Cada vez que hablan, cada vez que pelea, cada vez que se miran, cada vez que uno llama estúpido al otro y la dinámica fuerza a que haya una réplica (en teoría) inteligente... es simplemente un juego que nadie puede perder. Todo esté tan calculado que al final no existe sentido de la urgencia. ¿De qué sirve plantear a un super villano poderosísimo si sabemos en todo momento lo que va a ocurrir con él? ¿Dónde queda la tensión?



Durante los años 90 el cine de acción se las arregló para poner a sus héroes contra las cuerdas. E incluso la propia franquicia "Fast & Furious" lo había hecho en algunas de sus entregas. Pero nada de esto ocurre en "Hobbs and Shaw". No es sólo que sea previsible, lo cuál no es un problema de por sí, sino que todo lo que ocurre suena a jugar sobre seguro. Y esto no pasa sólo por las secuencias de acción, sino incluso por la parte más emocional. Que sus dos estrellas produzcan la película implica que van a tener poder sobre muchos otros aspectos, incluyendo el guión del filme. Y su último tercio es tan, tan complaciente y forzado, que se nota que está ahí simplemente porque lo han pedido

Resulta decepcionante ver a David Leitch pasarse a las grandes ligas perdiendo por el camino aquello que le hizo único. Si en películas como "John Wick" o "Atómica" demostraba fuerza en la puesta en escena, convicción en las secuencias de acción y un gran sentido del ritmo, aquí eso se pierde en pos de un espectáculo vacío. Sí, aún más de lo habitual.

"Hobbs and Shaw" es muy entretenida, pero se siente como una película promocional para sus actores. Es aún más tonta que sus predecesoras, y digo esto como un cumplido, y su factura no tiene mucho que envidiar a la de cualquier blockbuster de Marvel. Pero por el camino se ha perdido algo de ese alma, esa intimidad, que había convertido la saga "Fast" en algo más que simple espectáculo. Los amantes del cine de acción disfrutarán y ese es el objetivo, pero quizá una premisa más controlada habría beneficiado a la dinámica de sus personajes y a darle un toque distintivo a este primer ladrillo en la construcción de lo que será, sin duda, un primer paso hacia otra franquicia multimillonaria.

Escrita por Pablo González Taboada (FilmAffinity)
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