Haz click aquí para copiar la URL

La profesora de parvulario

Drama Lisa Spinelli es una profesora de Staten Island que es inusualmente atenta con sus estudiantes. Cuando descubre que uno de ellos es un niño prodigio, se queda fascinada, y acabará arriesgando su vida familiar y su libertad para intentar que el niño desarrolle su talento... Remake de un aclamado film israelí. (FILMAFFINITY)
Vampirismo docente
¿Podría ser que se llegase un día a filmar simultáneamente una película y su remake? Hacia eso vamos, porque los tiempos de espera se acortan cada vez más. Solo cuatro años han pasado entre “La profesora de parvulario”, filmada por el israelí Nadav Lapid y “La profesora de parvulario” filmada por la estadounidense Sara Colangelo. Quizá sea la falta de ideas del cine comercial estadounidense la que haya fomentado la desconfianza del espectador ante los remakes, ya que, por descontado, no son malos por definición. La historia del arte está llena de versiones, reinterpretaciones, e inspiraciones en temas y modos ya utilizados, cuando no de copias directas incluso de un autor a sí mismo.

Ahora bien, en ocasiones la diferencia entre el remake y la reinterpretación no está tan clara. La película de Colangelo repite casi paso a paso el esquema de su antecesora, pero cambia muchas de sus intenciones. “La profesora de parvulario” se centra en la vida de Lisa, una docente neoyorquina que descubre entre sus alumnos a un niño prodigio, asombroso versificador, con el que se volcará hasta un punto que abrazará lo insano. Y es en este personaje principal donde Colangelo reescribe buena parte del fondo de la película original. Su profesora es una mujer aparentemente estable que, según avance el metraje, mostrará una notable dimensión vampírica.



Detrás de su admiración por el alumno y de su pelea por salvaguardar el brillante talento de un niño que parece condenado a perderse en la vulgaridad de un entorno anodino, el personaje que traza Colangelo no se moverá en realidad por generosidad, sino que volcará en la adoración del infante sus propios fantasmas: una vida insatisfactoria y un trabajo que percibe como casi inútil. De modo que procederá a vivir por delegación con objeto de encontrarse a sí misma en el talento de su pequeño alumno.

Lisa raptará intelectualmente a su discípulo y llegará a sentirse la única guardiana de su talento, la única persona moralmente adecuada para proteger el estallido de belleza que suponen los versos, inocentes, del niño, el niño poeta que desata la locura de la maestra, dispuesta a realizarse de manera vicaria en su descubrimiento personal. Querrá salvarse a sí misma salvando del olvido los versos de su alumno, salvar su afán de trascendencia mediante la conservación de su belleza.

Colangelo dibuja con mucha precisión el drama de Lisa y lo convierte en espejo de muchos otros. En símbolo de una sociedad adormecida, cuando no directamente cruel, que apaga con saña cualquier atisbo de brillantez y condena al diferente a enrolarse en las filas de la mediocridad. Tanto Lisa como su alumno viven en un mundo que rechaza lo excepcional al mismo tiempo que exige la excelencia. Por descontado, se trata de un mundo que jamás medirá el triunfo en términos de potencial intelectual. “La profesora de parvulario” muestra sus diferentes lecturas sin alzar la voz, con una sutileza que se mantiene presente durante la mayor parte del metraje y que la cineasta maneja con rigor (su trabajo le valió el premio a la mejor dirección en el Festival de Sundance de 2018).



El drama de Lisa cuenta como aliada con una actriz superlativa como Maggie Gyllenhaal, una intérprete que ha asumido muchos riesgos a lo largo de su carrera y que se ha abrazado a personajes ante los que temblarían muchas presuntas estrellas (basta con recordar sus monumentales prestaciones en “Secretary” o en la serie “The Deuce”). Ahora se expone de nuevo con un trabajo ante el que el espectador no encontrará demasiados asideros emocionales; sin embargo, la delicadeza y la hondura del trabajo de Gyllenhaal adornan a su complejísimo personaje para convertirlo en carne, en una representación dramática tangible y rebosante de veracidad. No, quizá no sea tan mala idea acudir ocasionalmente a ver remakes con una mirada más limpia.
Escrita por Miguel Ángel Palomo (FilmAffinity)
arrow